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"La democracia es para los chetos", escribió en Twitter Marcos Galperin el viernes 23 de diciembre, cuando el presidente Alberto Fernández había dado indicios de que no cumpliría con el fallo de la Corte Suprema a favor de la Ciudad de Buenos Aires por los fondos para la policía.
En el día de Navidad y como reflexión tardía sobre los festejos en la calles por el Mundial, Adrián Werthein posteó una foto de la multitud en el Obelisco y escribió: "Sin colectivos pagos, sin choripán, sin pasar lista, sin grieta".
Las ironías y opiniones políticas desde las playas uruguayas del fundador de Mercado Libre y del líder del hoy grupo Vrio anticiparon el mood de una parte del establishment argentino a esta altura del año.
Es el que se suele expresar en la catarata típica de comunicados de las centrales empresarias cuando ocurre algún hecho que mancilla la institucionalidad, siempre que ocurra durante gobiernos peronistas.

Porque aún cuando tengan razón en las frases sobre la Justicia o la división de poderes que aparecen en cada ocasión, lo que le resta credibilidad al posicionismo público corporativo es la distinta vara para sacar statements en otros contextos.
¿Hubo pronunciamiento sobre la designación de jueces de la Corte por decreto en la presidencia de Macri? ¿O lo hubo ahora tras la franela de jueces, fiscales y sinuosos hombres de negocios en el viaje a la estancia de Lago Escondido? No.
La frase más repetida de todos los brindis no es tanto "feliz año nuevo" si no "todavía no me firmaron una sola SIRA en diciembre, ojalá salgan en 2023"
"Touché", responde un hombre con años eligiendo las palabras para esos textos de abundantes formalidades que siempre incluyen que "tal cosa amenaza a la seguridad jurídica". Al menos es un reconocimiento respecto de que lo que se ve en los comunicados del Foro de Convergencia Empresarial, la Asociación Empresaria Argentina, la Cámara Argentina de Comercio e incluso la UIA son un resultado del match entre preocupación genuina y ventajeo político.
Lo que es seguro, sí, es que la agenda de los pibes de Maldivas que jamás olvidaré, que alternan actos con funcionarios con cruceros por las islas más caras del planeta, está a años luz de la principal demanda de cualquier gerente que tiene a su cargo la gestión cotidiana de una compañía y es tener certezas sobre el acceso a divisas para producir en el próximo trimestre.
"NI UNA SIRA"
La frase más repetida de todos los brindis no es tanto "feliz año nuevo" si no "todavía no me firmaron una sola SIRA en diciembre, ojalá salgan en 2023". En Economía niegan que haya problemas. Aseguran que las industrias hoy están 7% arriba en volumen de importación de insumos que hace un año. Dicen que se trata de miradas conspiranoicas y te tiran por la cabeza que las 60 empresas que acordaron estar en Precios Justos tienen dólares sin problemas y que las quejas son de los que quieren que vuelvan "las avivadas".

Cuando el ministro Sergio Massa fue al evento de Techint hace diez días y se palmeaban con su presidente Paolo Rocca por el avance de Vaca Muerta, el auditorio habló: los representantes de pymes a los que les dieron el micrófono plantearon sus problemas y dudas sobre las importaciones. Lo dijeron el importador Alejandro Varela, la autopartista Isabel Martínez y el fabricante de tambores Miguel Valli. Y al final de la versión de Massa, el propio Rocca pidió volver a la normalidad.
En realidad SIRA es "Sistema de Importación de la República Argentina" pero la sigla vino a transformarse en sustantivo en espejo de cómo se usaban antes las declaraciones juradas anticipadas de importaciones de manera abreviada, las DJAI, que después fueron las aprobaciones del "SIMI", el "Sistema Integrado de Monitoreo de Importaciones", que rápidamente también se convirtió al calor del idioma económico argentino, en "Simis", con plural y todo.
El sueño de una parte del equipo de Massa es conseguir u$s 20 mil millones de acá a marzo. Prometen un enero muy activo
Las "SIRA" aparecieron con Massa con la intención de ordenar un panorama muy enquilombado de administración del comercio exterior donde pillos y no tanto venían aprovechándose para conseguir todos los dólares posibles a la cotización oficial para importar lo que sea, especialmente lo que luego pudiera venderse sin controles de precio, a un valor como si se hubiera traído al dólar paralelo. Durante 2021 y en la primera mitad de este año, fue una fiesta que se pagó con reservas del Banco Central.
Ahora las SIRA incorporaron la ventaja de que cuando te la aprueban salen con la fecha en la que vas a acceder a los dólares, para que haya "más certidumbre". "Pero el tema es que no la aprueban", se lamenta un industrial luego de reunirse con el secretario de Comercio, Matías Tombolini, y su mano derecha en el manejo de las divisas, Germán Cervantes.

"Mientras me bicicleteaban la aprobación de SIRAs para los insumos que necesito para fabricar productos en el país, yo veía en mi celular que me acababan de aprobar los papeles para entrar bienes terminados", cuenta el conocido empresario bajo pedido de anonimato por obvios motivos. Teme que si da su nombre nunca más obtenga un OK para importar nada. Es un caso, nada más.
La escasez de billetes lo define todo. Por eso el sueño de una parte del equipo de Massa es conseguir u$s 20 mil millones de acá a marzo. Prometen un enero "muy activo". Son ideas que entusiasman a un funcionario adepto a las soluciones de chasquido de dedos. Lo fue, en un punto, el dólar soja. Lo quiso ser y nunca llegó la promesa de los acuerdos con los fondos soberanos de Medio Oriente para hacer un "repo" para las reservas.
Habrá que convencer algún día a los chinos de que el acuerdo de swap de monedas se pueda usar más allá de las importaciones de ese país
Las fuentes a las que apuesta para conseguir divisas ahora son por un lado el blanqueo de capitales con alícuotas sorprendentemente más bajas (del 2,5 al 7,5%) respecto de las que originalmente planteaba la iniciativa del senador Oscar Parrilli que iba a ser tomada de modelo (del 20 al 35%) pero finalmente quedó de lado.
Y por otra parte están las búsquedas de apoyo externo. Habrá que convencer algún día a los chinos de que el acuerdo de swap de monedas se pueda usar más allá de las importaciones de ese país y sea efectivamente convertible a dólares de libre disponibilidad. Habrá que tratar de cerrar un acuerdo con Brasil para que alguito de sus US$ 300 mil millones de reservas nos lo presten para tirar un tiempo, tal vez en medio de un diálogo más amplio rumbo a una moneda única del Mercosur.














