G20: las oportunidades para la proyección internacional
La reciente cumbre del B20 en Brasil ha evidenciado, una vez más, el interés creciente del mundo en Argentina. En este espacio de networking internacional, delegaciones de distintos países, especialmente de India, Sudáfrica y de varias naciones árabes, han mostrado una disposición notable para establecer relaciones y explorar alianzas comerciales.
La elección de estos países como próximos líderes del G20 ofrece a Argentina una oportunidad única para posicionarse estratégicamente en el ámbito del comercio exterior y afianzar lazos en un escenario global.
Lo que muchos desde el exterior no alcanzan a ver son los cambios profundos que Argentina está impulsando en materia de comercio y relaciones internacionales.
No sorprende que Brasil siga de cerca cada decisión del gobierno de Javier Milei; figuras destacadas de su ámbito empresarial, como el fundador de Nubank, han mostrado interés en instalarse en Argentina, atentos al impacto que estas reformas podrían tener en el mercado local.
Desde el sector de negocios, se observa con expectativa cada movimiento en Argentina, conscientes de que su trayectoria podría marcar un liderazgo regional que, eventualmente, también se proyecte a nivel internacional.
En este contexto binacional complejo, mientras que para Argentina la estabilización de su moneda representa una oportunidad de valorización, para Brasil, su reciente devaluación -que superó el 12%- ha significado una caída en las importaciones desde Argentina, ya que la depreciación de su moneda reduce su capacidad de compra.
Esta situación muestra cómo las dinámicas económicas de ambos países afectan el comercio bilateral y refuerzan la importancia de políticas estables para ambos socios comerciales.
A nivel de percepción, la figura de Milei genera cierto paralelismo con Bolsonaro en el imaginario brasileño, y para muchos es una referencia de cambio en sintonía con la liberalización económica que ha tenido éxito en otros países. Esta conexión podría incluso influir en el voto brasileño en sus próximas elecciones, donde se observa una polarización similar.
Pero si bien el país muestra señales de mejora en su imagen y estabilidad, la realidad puertas adentro sigue siendo compleja. La conflictividad gremial -con huelgas y paros que se anuncian y cancelan- afecta no solo la economía, sino también la confianza de inversores y consumidores.
Aerolíneas Argentinas es un claro ejemplo de este impacto negativo: quienes dependen de esta empresa optan cada vez más por otras aerolíneas, temiendo quedar varados por medidas de fuerza. Cada paro anunciado no solo afecta la operatividad, sino que genera una percepción de inestabilidad que desincentiva la inversión y perjudica al país en su conjunto.
En este contexto, la reciente decisión de implementar una conciliación obligatoria que suspende los paros por 15 días es una medida positiva, un paso necesario hacia la normalización del sector.
Si queremos una economía estable, es crucial que todos los sectores se alineen con una visión de crecimiento y desarrollo. Los beneficios no solo deben llegar a los empleados, sino también al país en su conjunto; las decisiones individuales que anteponen el interés personal pueden socavar la confianza en Argentina como un destino confiable.
Desde una perspectiva de comercio internacional, las señales son alentadoras. La caída del riesgo país y la apreciación de nuestra moneda frente al real brasileño muestran que las reformas económicas están teniendo un impacto positivo.
Sin embargo, en lo local, la economía requiere una reactivación sostenida y un esfuerzo conjunto para alcanzar una estabilidad genuina. Este proceso llevará tiempo, y quienes esperen resultados inmediatos podrían sentirse frustrados. Pero construir una base sólida para el futuro de Argentina merece la paciencia y el compromiso de todos.
En definitiva, el mundo observa con interés, y para aprovechar esta atención y buena disposición, Argentina necesita estabilidad interna, claridad en su rumbo y, sobre todo, la voluntad de avanzar en una dirección común.
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