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Falta despegar en el comercio internacional de servicios

Hace un tiempo, el McKinsey Global Institute publicó un trabajo en el que advertía que las mediciones sobre el comercio internacional en el mundo han quedado anticuadas y no están registrando un fenómeno profundo: hoy, más de la mitad del comercio internacional global (que en 2023 rondó los 31 billones de dólares) se compone de servicios (y el comercio de bienes físicos se reduce a menos de la mitad).

En la misma línea sostiene el World Economic Forum que la mitad de todo el comercio internacional planetario medido en valor agregado está compuesto por servicios (lo que supera a la agricultura, los minerales y las manufacturas industriales)

El comercio internacional de servicios está creciendo con mucho mas dinamismo que el de bienes por diversas razones (está menos obstruido por reglas gubernamentales; la revolución tecnológica avanza en los intangibles; el intercambio de conocimiento e información ha pasado a ser el principal flujo de la globalización y las cadenas globales de valor se han transformado en lo que la WIPO llama "global innovation networks").

La nueva economía digitalizada (que digitaliza no solo los servicios sino la manufacturación) está produciendo una transformación de la globalización haciendo que lo tradicional pierda fuerza y lo novedoso (relacionado con la formación de redes generadoras de valor a través de intangibles) se conforme en su nuevo motor. Ello está llevando a algunos estudiosos a agregar que está creciendo la generación de valor a través de "non monetary digital flows", intercambios digitales entre empresas (las multinacionales se relacionan directa o indirectamente con dos tercios de todo el comercio internacional planetario) que generan valor intrínseco a través información, generación de conocimiento y formación de "data" que aún no se computan monetariamente en frontera.

En las mediciones convencionales el comercio internacional de servicios en el planeta se cuadruplicó desde que comenzó el siglo XXI y la suma de intercambio de servicios entre países fue en 2023 de 7,6 billones de dólares (aunque si procediéramos a medir adecuadamente y computáramos los servicios incluidos en las exportaciones de bienes -que superaron los 23 billones- las exportaciones mundiales de servicios más que duplican aquella cifra). Y si a ello le agregamos los "non monetary digital flows" estamos hablando potencialmente de un valor cercano a los 20 billones de dólares.

Mientras el mundo se debate en cómo comenzar a redefinir metodologías de medición (que están impidiendo comprender la verdadera dimensión de la nueva globalización), para Argentina, ésta cuestión resulta crítica.

Nuestra participación en el comercio internacional de servicios es débil y debe mejorar. Con un ratio en el total mundial (según el Banco Mundial), en el reciente 2023, de solo el 0,21%; Argentina (que en el reciente 2023 exportó 16.111 millones de dólares en servicios convencionales) muestra un descenso en relacion al 0,28% del total que mostraba a inicios del siglo XXI. Lo que se agrava si se compara con el 0.31% de 1996 (en 2010 y 2011 Argentina también logró ocasionalmente porcentajes récords superiores a 0,30% del total mundial).

En nuestra región el liderazgo lo tienen México, que exportó 55.537 millones de dólares en servicios en 2023; y Brasil, que lo hizo en 44.270 millones de dólares en el último año. Luego, aparecen en un segundo lote, Panamá (que exportó en 2023 algo más que Argentina: 17.363 millones), Argentina y Colombia (que lo hizo en 15.024 millones). Argentina explica algo menos que el 6% del total de exportaciones de servicios de los países de Latinoamérica y el Caribe.

A todo ello debe sumársele que históricamente nuestra balanza comercial en servicios es deficitaria (en 2023 lo fue en 6.415 millones de dólares). En los últimos diez años Argentina ha padecido un déficit acumulado en la balanza de servicios de casi 55.000 millones de dólares (déficit que en muchos años ha neutralizado el superávit de la balanza de bienes).

El comercio internacional de servicios es el más adecuado al futuro de la globalización: menos obstruido en frontera, fuertemente impulsado por una revolución tecnológica que se sobrepone a las tensiones geopolíticas, indetenible en una nueva faceta de la globalización que ya no tiene su mayor motor en el intercambio de productos ni en la inversión extranjera directa sino en un trípode que se compone de la internacionalización de estándares, la digitalización de la generación de valor y la interconexión transfronteriza de las personas individuales (globalización interpersonal).

La internacionalidad económica en materia de servicios (desde la logística hasta los servicios de consultoría inter-empresas, pasando por las prestaciones generadoras de conocimiento corporativo, el turismo, las finanzas, los intercambios de propiedad intelectual y contratos de gestión comercial y hasta en los servicios intra-firma en las multinacionales) se ha conformado en la fuerza más dinámica del comercio suprafronterizo.

Pues para gozar de buenos beneficios en estos mercados es preciso contar con empresas internacionalzadas (aun siendo pymes) que logren atributos competitivos críticos (especialmente una acertada estrategia, una arquitectura vincular sólida, innovación constante en la oferta y reputación para competir sólidamente).

La Argentina se encuentra hoy en tránsito hacia un nuevo modelo de organización económica. En el comercio internacional de servicios tiene pendiente ocupar más espacios. 

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