Dolarizar o comer fruta podrida, esas son nuestras opciones
De los 79 últimos años sobre los que se poseen datos, la inflación fue superior a 2 dígitos (mayor al 10%) en 63 de ellos. La moneda local es una fruta podrida porque en el 80% de los años desde 1944, hemos vivido con inflación alta.
El 2022 cerró con una inflación del 94,8%, la más alta en 32 años. Uno debe remontarse hasta el fatídico final hiperinflacionario del gobierno del Radical Raúl Alfonsín para encontrar un resultado peor. El empobrecimiento generalizado que ha causado la inflación obliga a los candidatos a presidente a tomar el tema económico como eje de campaña, lo quieran o no.
Una primera muestra de ello fue la promesa del presidente de facto, Sergio Massa, quien prometió a la población que la inflación iría cayendo de a poco, hasta que el dato de Abril "comience con 3". La promesa no parece estar yendo muy bien. Entre noviembre y diciembre, el IPC nacional medido por el INDEC sufrió una aceleración desde 4,9% a 5,1%; mientras que el IPCBA de enero arrojó un alza mensual de los precios del 7,3%.
¿Por qué es esto? Uno podría dar una respuesta técnica, basada en la teoría cuantitativa del dinero, pero en esta ocasión, elegiré explicarlo con una analogía y una aseveración.
Imagine que el gobierno argentino es dueño de una verdulería. Usted solo puede comprar frutas-verduras en ese negocio, es decir, el gobierno tiene el monopolio de la venta de frutas y verduras en el país. Usted necesita consumir frutas para tener una alimentación balanceada, entonces recurre al negocio con el afán de comprar frutas. Sin embargo, cuando llega, se da cuenta que todas las frutas que le quieren vender están podridas. Dado que usted es una persona racional y entiende que consumir frutas podridas hace mal a la salud, elige no consumir. Conclusión, el negocio se funde. Al poco tiempo, la verdulería vuelve a abrir bajo nueva administración. Usted, contento, retorna al negocio a saciar su hambre de frutas y verduras. Lamentablemente, se da cuenta que la nueva administración aplica el mismo modelo de negocios que la anterior, o sea, solo vende frutas podridas. Nuevamente, usted elige no consumir, porque entiende el daño que le puede causar consumir lo que la nueva administración de la verdulería (el gobierno) le quiere imponer. La nueva administración de la verdulería también se funde al poco tiempo y usted sigue sin poder consumir frutas o verduras.
En el ejemplo, las verduras podridas son la moneda nacional impresa por la casta política argentina y la verdulería es nuestra economía. Uno podría simplificar todo el proceso económico a una frase: "Si el gobierno logra que la población demande dinero local, entonces la economía transitará por una trayectoria relativamente estable". La única función del gobierno en una economía podría ser reducida a eso, lograr una demanda de dinero estable. Se infiere de ello que, si la población demanda dinero, ahorrará en moneda local, y habrá una transición suave desde el ingreso hacia el consumo, y desde el ahorro a la inversión.
La comparación de la moneda argentina con una fruta podrida no es casualidad. En Argentina se pueden conseguir datos de inflación oficiales desde 1944. De los 79 años para los que se poseen datos, la inflación fue superior a 2 dígitos (mayor al 10%) en 63 de ellos. Y de los 16 años de inflación baja (1 digito), 9 de ellos, el 56%, fue durante la convertibilidad. La moneda local es una fruta podrida porque en el 80% de los años desde 1944, hemos vivido con inflación alta. Y la verdulería (la economía argentina) va de crisis en crisis porque las distintas administraciones (gobiernos militares, radicales, peronista, kirchneristas y Juntos por el Cambio) insisten con el mismo modelo de negocios, que es, imponerle al cliente (el ciudadano argentino) un producto que no quiere, la fruta podrida (la moneda nacional que en el 80% de los casos sufre una inflación de 2 dígitos).
La única ventana en la historia reciente donde una administración entendió la demanda del consumidor local y le dio un producto casi idéntico al que éste demandaba fue durante la convertibilidad. El público argentino ya decidió, ya sabe que producto quiere consumir. No quiere más frutas podridas. Quiere la fruta más rica y demandada del mundo, ese hermoso billete verde con la cara de Benjamin Franklin en el medio.
Asumiendo que usted es un lector racional, lo invito a que repita este ejemplo en su cabeza con las propuestas de los principales candidatos a presidente. ¿Quién quiere que maneje la verdulería a partir de 2023? El que viene con el mismo modelo de negocios, a venderle frutas podridas, ¿o el que explícitamente ha declarado que quiere hacer del dólar americano la moneda de curso legal en argentina?
La decisión es nuestra. Dolarizar o seguir comiendo fruta podrida.
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