Estados Unidos ha definido varias veces en esos términos su actual política exterior con China. Pero no ha definido públicamente ni el propósito ni el resultado que quiere lograr. De las medidas adoptadas durante los últimos años podemos inferir que en general pero no en términos claros la Administración actual y pasada quiere influir en el equilibrio de poder global a favor de Estados Unidos y sus aliados.

Ronald Reagan definió su competencia con Rusia en términos claros: propósito y objetivo derrotar al "evil empire" (imperio del mal). Cuando los aliados lucharon contra Alemania, Churchill mostró que el camino no era la ambigua política de Chamberlain hacia Hitler. Lo mismo hay que decir de la política de Truman hacia Japón. Por supuesto que era más fácil ya que eran casos definidos del bien y del mal. Una situación que no está presente en la "competencia" entre Estados Unidos y China que el presidente Biden mismo definió como la competencia entre dos modelos: autocracia versus democracia. Pero más allá de la descripción de los pros y los contras de ambos modelos no existe una definición de cuál es el propósito y los resultados de dicha competencia, lo que se considerará un éxito.

¿Cuál es la visión? ¿Destruir China? ¿Cambiar su sistema político? ¿Es su sistema económico? ¿Todo lo anterior? Estados Unidos ha tenido hasta ahora una política global y eso significa que ha liderado un grupo de países que supuestamente comparten los mismos valores. Biden ha logrado hacerlo en el caso de Rusia y Ucrania. En el caso de China no es así y creo que se debe a una falta de visión, propósito y estrategia a largo plazo.

Los aliados no comprometerán su apoyo si creen que Estados Unidos no contribuye a su desarrollo económico y, en el peor de los casos, podría cambiar su rumbo en el futuro y no visualizan cuál será el resultado final de tal "competencia". China ha construido una economía que ha sorprendido a muchos por su sostenido crecimiento durante veinte años bajo un sistema autocrático. Estados Unidos propone competir bajo un sistema democrático. ¿Se excluyen? ¿Pueden coexistir los dos sistemas? ¿Pueden los dos sistemas contribuir a la paz y el desarrollo mundiales?

Se dice que las visiones contradictorias siempre terminarán en una confrontación por supervivencia ¿La competencia siempre debería definirse como una contienda que termina en ganadores y "perdedores" en la definición más tradicional del libre mercado. La paz entre dos enemigos sólo puede lograrse con una política de suma cero. Nadie puede ganar pero ambos pueden perder: un choque que podría terminar en un punto muerto o en un apocalipsis.

La historia del mundo es nuestro mejor manual para aprender. Para mí está claro que ni China puede invadir a Estados Unidos ni Estados Unidos y sus aliados pueden invadir China, incluso si algunos políticos tienen la ilusión de que India puede desempeñar un papel fundamental en un escenario tan condenado al fracaso.

Entonces, frente a esta realidad, ¿qué podemos hacer sin comprometer la libertad y los derechos humanos que, en principio, son las normas morales de la llamada civilización occidental? Primero, debemos preservar y consolidar nuestro sistema internacional existente que, con todos sus defectos, ha proporcionado un foro para la estabilidad y la resolución pacífica de disputas que de otro modo habrían terminado en múltiples guerras o en una guerra global.

Para consolidarla debemos integrar a China y no aislarla. Como hemos hecho muchas veces con los rivales políticos internos, debemos apoyar la inclusión del otro. En este caso la inclusión de China en los organismos internacionales, algo que sorprendentemente, China ha mostrado voluntariamente su disposición a hacerlo. También debemos integrar a China en esfuerzos conjuntos de tecnología, sustentabilidad, medicina, desarrollo, misiones espaciales, comercio y logística para la integración económica. Deberíamos parafrasear el eslogan del partido democrático "es la economía estupido" cuando las elecciones entre Bush senior y Bill Clinton para mostrar que el desarrollo económico es lo que puede promover la convivencia en paz, la integración y el respeto a los derechos humanos bajo sistemas diferentes. Hoy, el objetivo debería ser mantener a China y a los EE.UU. viviendo en un sistema global que regule diferentes aspectos de los intereses sociales y económicos, como el control climático, las normas comerciales y la financiación, de tal manera que todos lleguemos a la conclusión de que la mejor manera para promover el interés nacional es la integración en pos de intereses comunes bajo reglas y estándares internacionales. No será fácil debido a la ola nacionalista que triunfa tanto en las democracias occidentales como en los países autocráticos pero el camino opuesto es la confrontación. Un problema es que las democracias como la estadounidense incluyen por naturaleza la posibilidad de cambios en función del voto popular. Por eso los Estados Unidos son percibidos como ambivalentes y, en consecuencia, para muchos, poco confiables. Los avances logrados por la política de compromiso constructivo de la era Nixon/Kissinger/Den Xiaoping y abandonados tanto por Estados Unidos como por Xi Xinping deben ser reconsiderados y revalorizados. Es la única vía pacífica en donde la competencia sea constructiva y no termine en una confrontación.