El efecto de la comida en la salud: así impacta en el cerebro alimentarte con mucha grasa y azúcar
El aumento de alimentos ultraprocesados desde 1980 se relaciona con un incremento en enfermedades alimentarias que pueden afectar al cerebro.
El vínculo entre la comida y la salud se torna cada vez más claro, particularmente en lo que respecta al efecto de la grasa y el azúcar en el cerebro. Investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de Michigan evidencian cómo estos componentes, abundantes en alimentos ultraprocesados, inciden directamente en el funcionamiento cerebral.
Ashley Gearhardt, profesora asociada de psicología en dicha universidad, junto con su equipo de investigación, analizó en marzo de 2022 la prevalencia de la adicción a la comida.
Impactos en el cerebro: estas son las consecuencias de alimentarte con demasiada grasa y azúcar
La ingesta de comidas con alto contenido de grasas y azúcares provoca una serie de reacciones en el cerebro que pueden tener consecuencias significativas.
El principal efecto es la liberación de dopamina, un neurotransmisor que no está relacionado con el placer como se cree comúnmente. Su función es estimular la repetición de conductas necesarias para la supervivencia.
Cuando comés alimentos ricos en grasas y azúcares, se activa un mecanismo doble:
Los sensores de la boca envían una señal para liberar dopamina en el cuerpo estriado, una zona del cerebro vinculada a la gratificación.
Después se activa un segundo sensor en el intestino que también ordena la liberación de dopamina en la misma área.
Según un artículo de National Geographic, los estudios muestran que este tipo de alimentos pueden aumentar la dopamina en el cuerpo estriado hasta un 200% sobre los niveles normales. Esto es comparable al efecto del alcohol y la nicotina.
En concreto, el azúcar puede elevar la dopamina entre un 135% y 140%, mientras que las grasas lo hacen en un 160%, aunque más lentamente.
Alimentos ultraprocesados: la evolución silenciosa de los enemigos de la salud
La industria alimentaria evolucionó de manera tal que los productos que ofrece se volvieron cada vez más atractivos para el paladar humano.
En la actualidad, los alimentos contienen concentraciones más elevadas de nutrientes como grasas y azúcares, además de combinaciones novedosas que los hacen irresistibles.
A diferencia de la elaboración tradicional de alimentos, que utilizaba ingredientes integrales, la industria moderna recurre a sustancias extraídas y procesadas.
Para la experta Alejandra DiFeliceantonio la proliferación de productos ultraprocesados desde la década de 1980 coincide con un aumento en la mortalidad y las enfermedades vinculadas a la alimentación.
Gearhardt y DiFeliceantonio argumentan que estos alimentos pueden considerarse adictivos desde un punto de vista clínico. La "hipótesis de la velocidad" sugiere que cuanto más rápido un alimento afecte al cerebro, más adictivo será.
Muchos productos procesados están diseñados para maximizar la velocidad de liberación de dopamina.
Sociedad de consumo y alimentación
Además de los factores biológicos, es imposible ignorar las influencias sociales y psicológicas. La accesibilidad, el bajo costo y la publicidad agresiva de estos alimentos han creado generaciones de personas que se sienten atraídas compulsivamente hacia ellos.
Gearhardt señala que las señales asociadas a estos alimentos han adquirido un poder propio. La omnipresencia de publicidad y puntos de venta hace que incluso personas sin hambre o con problemas de salud sientan el impulso de consumirlos.
"Cuando ves un cartel de comida rápida o una máquina expendedora, eso tiene tal poder e impulso para nosotros que incluso si no tenés hambre, o si tu médico te acaba de decir que tienes diabetes, es posible que quieras tomar estos alimentos procesados que sabes que no son buenos para tu salud. Están por todas partes", indicó la especialista
La "hipótesis del déficit de dopamina" propone que si no obtenemos suficiente placer al comer, tenderemos a consumir más hasta sentirnos satisfechos. Este mecanismo podría explicar por qué algunas personas desarrollan patrones de consumo excesivo de alimentos ultraprocesados.
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