Diccionario vitivinícola: 10 palabras para usar en una charla de vinos
Cada disciplina tiene conceptos propios y específicos que se utilizan para comunicarse de forma más precisa y atinada; la vitivinicultura, por supuesto, tampoco escapa a esta tendencia. Aquí, una selección de aquellas palabras que debemos conocer para hablar más y mejor sobre vinos.
El lenguaje es una construcción social, por lo tanto, en todo ámbito o grupo profesional se originan una serie de palabras que se emplean continuamente y facilitan la comunicación de una práctica o disciplina determinada.
La vitivinicultura y sus protagonistas -bodegueros, agrónomos, enólogos, sommeliers, críticos y periodistas- también tienen incorporado un campo semántico específico que, en muchos casos, es usado por los consumidores para comunicarse con precisión en degustaciones, charlas con otros aficionados o visitas a bodegas. Siempre, cualquiera sea la situación, hablar de manera apropiada ayuda a que la comunicación sea más fluida.
Entre todas estas palabras que existen en la vitivinicultura, seleccionamos 10 que ayudan a hablar de forma más exacta y detallista sobre los vinos que degustamos:
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1. Astringencia
Se llama así a la sensación de sequedad y aspereza en la lengua y el paladar producida por el exceso de taninos. Generalmente, la astringencia es causada por un contacto demasiado prolongado de la bebida con la madera. Cuando un ejemplar provoca esa sensación en boca, se trata de un vino astringente.
2. Abocado
Son vinos que contienen entre 5 y 15 gramos de azúcar, suelen ser suavemente dulces y de paladar ligero por no haber fermentado la totalidad de los azúcares que contenía el mosto. Así y todo, son menos azucarados que los vinos licorosos o dulces.
3. Carácter
El carácter de un vino es aquello que lo hace único: su personalidad específica. Los vinos con carácter provocan una grata impresión en quien los bebe ya que son vinos singulares, que se parecen únicamente a sí mismos.
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4. Complejidad
Esta característica remite a la diversidad de sensaciones que un vino provoca en nariz y en boca. Durante la degustación de un vino complejo es posible encontrar diferentes capas de aromas, sabores y texturas que lo vuelven muy interesante.
5. Evolución
Se llama así a la última fase del proceso de elaboración del vino, que se da dentro de la botella. Después de un tiempo con un sutil contacto con el oxígeno (vía el corcho), el vino evoluciona porque termina de redondear sus características sensoriales y desarrolla su bouquet. En esta etapa, el ejemplar alcanza su máxima expresión, ya que los aromas y sabores que aparecen previamente, durante la maduración y la crianza en barricas, se asientan y amalgaman con la estiba en botella.
6. Redondez
Sin dudas, esta es una de las palabras más repetidas en la fase gustativa de la cata. Cuando en una degustación se habla de un vino redondo se trata de un ejemplar cuyos componentes están en armonía: es equilibrado, amable en el paladar y fácil de beber.
7. Retrogusto
Es el conjunto de sensaciones que deja un vino después de ingerir un sorbo; también se lo suele llamar "aromas de boca". Percibir el retrogusto del vino también es fundamental durante una degustación.
8. Tánico
Se llama así a los vinos con exceso de taninos y sensación astringente en el paladar. Los taninos son compuestos polifenólicos que provienen de las pieles, semillas y escobajo de las uvas. Por eso, los vinos tintos tienen más cantidad de taninos que los blancos, ya que el contacto de los hollejos con el jugo es más prolongado. Asimismo, en los vinos que son criados en barricas de roble se produce un intercambio de taninos entre la bebida y la madera que también aporta sus compuestos al vino; en muchos casos, esto deriva en un vino tánico.
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9. Tensión
Es una sensación táctil que provocan en boca los vinos muy verticales, directos, ágiles y filosos. La tensión de estos ejemplares se percibe en el paladar, ya que la textura -otorgada principalmente por los terruños más pedregosos- suele ser protagonista en este estilo de vinos.
10. Tipicidad
La tipicidad de un vino es el conjunto de características perceptibles durante la degustación que lo vuelven parte de una misma familia. Tipicidad varietal tiene un vino cuando sus características organolépticas responden a lo que en general expresa la variedad: fruta roja y taninos sedosos en el Malbec, notas especiadas del Cabernet Sauvignon o bien aromas tropicales del Chardonnay, por nombrar algunos ejemplos.
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