Pelopincho, rolito y kani kama, las marcas argentinas que se volvieron genéricas: quién las creó
Lanzaron un producto al mercado y su estrategia de branding fue tan fuerte que bautizaron a toda una categoría. Los casos nacionales y el negocio detrás.
Hay marcas que, valga la redundancia, dejan una marca. En la escuela los niños no le piden a otro compañero que les preste su adhesivo transparente, sino que hablan de Voligoma. Y es muy raro encontrar alguien que llegue a un kiosco y pregunte por la goma de mascar, ya que los Chiclets le dieron nombre a este producto.
Convertirse en genérico puede ser muy beneficioso desde el marketing para ser líderes de segmento y capitalizarlo en ventas, aunque también puede llevar a que los dueños de la etiqueta pierdan el control de su propia creación.
Como estos hay muchos casos argentinos de marcas que lograron calar tan hondo que terminaron bautizando a una categoría. Desde una empresa de dióxido de carbono que cambió para siempre el negocio de las bolsas de hielo hasta una compañía pesquera que inventó unos bastones con sabor a centolla que traspasaron fronteras.
Acá el informe completo con historias locales de marcas genéricas:
(Esta nota corresponde a la Revista Apertura)
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