El colapso de Airbnb desilusiona a los propietarios: ¿sigue siendo negocio?
La sobreoferta la sienten los que esperaban hacer una diferencia con el alquiler.
El verano pasado Joan Robertson y su esposo Mark finalmente pudieron hacer realidad el sueño, acariciado por un año, de comprar una segunda casa en el sur de los Estados Unidos para escapar de los inviernos brutales de Minnesota. Persuadidos por uno de sus hijos que adora los parques de diversiones, se concentraron en Kissimmee, Florida, justo al norte de Orlando, y por US$ 295.000 compraron una vivienda de tres dormitorios en una comunidad cerrada con acceso a centros turísticos.
Para poder pagar la hipoteca la pareja pensaba destinar la casa a alquileres de corto plazo. Renovaron las paredes color mostaza del año 2000 y los gabinetes de la cocina con pintura blanca y pastel; contrataron una compañía de administración de propiedades para que se ocupara de la logística, y le pagaron a un fotógrafo para que su oferta se destacara en el mar de opciones en Airbnb, Bookinb.com y Vrbo. En octubre de 2022 la subieron a Internet.
Diez meses más tarde las cosas no salieron como esperaban. "En agosto no tuvimos ni una sola reserva -protesta Robertson-. Este verano (boreal) vino sumamente lento".
Las personas que compraban una o varias casas para ofrecerlas en sitios de alquiler de corto plazo se han chocado con una pared. En la primera mitad de este año ese tipo de alquileres en Orlando y los suburbios de los alrededores asistió a una caída del 6,4 por ciento en los ingresos por alquiler disponible, indican datos compilados por el economista Bram Gallagher, de la firma AirDNA LLC.. Cerca del Parque Nacional Joshua Tree en California y en ciudades como Gatlinburg o Pigeon Forge en las montañas Great Smoky de Tennessee, la facturación se desplomó hasta el 17 por ciento y el 8,7 por ciento respectivamente. En la red hablan de un "Airbncolapso".
Por todo el mundo hay personas que siguen fijándose en las ofertas de Airbnb, y el precio de las acciones de la compañía subió más del 50 por ciento este año. En el segundo trimestre presentó más ganancias que en el período equivalente de cualquier año anterior. Su mercado también funciona bien para los ganadores, aquellos ubicados en lugares, comodidades y precios deseables.
Pero si el mercado no funciona, es brutal. La perturbación tiene mucho que ver con el reciente aumento de la oferta. La demanda de viviendas alejada de ciudades atestadas se disparó durante la pandemia, tanto en ventas cuanto en alquileres de plazos cortos. Al levantarse las restricciones sanitarias, los urbanistas volvieron a sus vidas de antes, y ofrecieron en alquiler las casas que habían comprado, lo que inundó el mercado. Airbnb Inc terminó el año pasado con 6,6 millones de ofertas activas mundiales (excluyendo a China), unas 900.000 más que las que tenía al comienzo del año. Hacia el fin del segundo trimestre de este año la firma ya disponía de más de 7 millones. La sobreoferta ha provocado en la primera mitad una caída en los ingresos del 13 por ciento en 32 de los 50 principales mercados de alquiler de corto plazo de los Estados Unidos, señala AirDNA. (Airbnb acota por su parte que en 2022 un anfitrión típico ganó en promedio alrededor de US$ 14.000, un aumento del 88 por ciento contra 2019).
Muchos anfitriones dicen haber bajado los precios para que sus ofertas fueran más competitivas. En los resultados financieros del segundo trimestre, Airbnb informó que el promedio de tarifas diarias subió un 42 por ciento desde 2019 hasta los US$ 166, pero en América del Norte hubo una baja del 1 por ciento en un año.
Airbnb debió esforzarse para equilibrar las necesidades de dueños y clientes, e irritó a los primeros con un puñado de reembolsos y normas de cancelación impuestas por el Covid. Desde entonces la compañía se abocó a ayudar a los propietarios, por ejemplo con la duplicación de la cantidad de agentes de asesoramiento o con la creación del cargo de director mundial de anfitriones. También ofrece varias funciones de protección de los dueños y sus casas, como seguros de responsabilidad, protección de daños y reembolsos más rápidos en caso de perjuicios. "Siempre estamos buscando formas nuevas de ayudar a nuestra comunidad de anfitriones para que puedan atraer más clientes", dijo un portavoz de Airbnb.
Robertson está dispuesta a aguantar un poco más. La firma de administración volvió a ofrecer la casa, por lo que ahora luce la etiqueta de "nueva" en las páginas. Piensa viajar a Florida a "activar el lugar" para captar clientes que demostraron ser más selectivos de lo que había previsto.
En las redes sociales había notado publicaciones sobre el bajón y su agente de bienes raíces, entre otros, le habían advertido de la merma del mercado, pero su opinión es que ha sido peor de lo que pensaba. "La impresión era que íbamos a tener contrataciones todo el tiempo y que íbamos a ganar 5000 o 10.000 por mes", recuerda Robertson. Pero lo máximo que sacó fueron US$ 3500 por mes, y a veces apenas US$ 1000. "No es lo que esperábamos", admite.
Esta nota se publicó en el número 359 de revista Apertura.
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