De los DVDs a la IA: la historia detrás de uno de los conflictos más grandes que enfrentó a Hollywood
La IA convirtió una disputa económica entre Hollywood y los actores y guionistas en una crisis existencial, de esas que sólo puede solucionar el dinero.
Adam Conover empezó a preocuparse hace unos meses de que las computadoras pudieran quedarse con su trabajo. Comediante en Los Ángeles, Conover fue el creador y protagonista del programa de TV Adam Ruins Everything, y se desempeña en el comité negociador del Sindicato de Autores de Estados Unidos (WGA, en inglés), el gremio que representa a los guionistas de Hollywood. Cuando a comienzos de este año el WGA entabló negociaciones contractuales con los estudios, Conover y sus colegas se concentraron en garantizar aumentos salariales por parte de servicios de streaming que, a su juicio, habían devaluado su tarea.
La inteligencia artificial (IA) estaba en segundo plano o, como máximo, era una amenaza menor. Pero esto cambió cuando los estudios se negaron a fijar normas que limitaran la utilización de la IA.
Los autores solicitaron a los estudios la promesa de que no emplearían la IA para generar guiones ni para entrenar a los llamados modelos de lenguaje como los que están detrás del ChatGPT, que pudieran escupir variaciones de sus trabajos.
También querían asegurarse de que sólo seres humanos recibirían el crédito por los guiones. Temerosos de establecer reglas firmes en torno a una nueva tecnología, los estudios ofrecieron a cambio mantener una serie de conversaciones al respecto en el futuro.
"Ni siquiera quisieron tratarlo con nosotros, y eso nos preocupó", comentó Conover, cuyo programa, que refutaba habituales ideas erróneas, se emitió en TruTV entre 2015 y 2019. "Me hizo pensar que en verdad estaban pensando usar esto para socavarnos". Los estudios mantuvieron un diálogo más sustancioso con los actores en una negociación paralela, y hablaron de propuestas para usar sus imágenes digitales. Pero en tanto los estudios dijeron que habían hecho una "propuesta innovadora" para protegerlos, los actores respondieron que la oferta no había atendido sus preocupaciones.
El temor creciente a la IA ha contribuido a crear una de las mayores disputas laborales en Hollywood en seis décadas, desde que el surgimiento de la TV planteó dudas sobre quién se quedaría con los ingresos por la programación. Actores y guionistas están en huelga, lo que paralizó cientos de producciones de cine y TV. (N.d.E: hoy llegaron a un acuerdo con el sindicato de guionistas para levantar la huelga).
Aunque la IA no es el tema más importante en estas negociaciones laborales -lo principal es el dinero-, la tecnología convirtió una pelea económica en una crisis existencial. Creativos del sector ya afirman que no reciben el respaldo suficiente de los servicios de streaming y que las compañías tecnológicas explotan su tarea. Ahora temen que la IA elimine por completo sus puestos de trabajo, y reemplace sus voces y rostros con versiones generadas por computadora.
La IA ya se utiliza para crear materiales de marketing, eliminar insultos y reducir el costo de los efectos visuales. No pasará mucho tiempo antes de que pueda sustituir de manera plausible las voces de actores y extras. "Tiene el potencial de impactar de manera amplia en nuestras vidas", opina Duncan Crabtree-Ireland, negociador en jefe del Sindicato de Actores de la Pantalla-Federación de Artistas de Radio y Televisión.
Directivos de los estudios responden que la amenaza de la IA ha sido exagerada y que los sindicatos usan el miedo para nuclear a sus miembros. Aseguran que los estudios no tienen planes de preparar guiones usando el ChatGPT ni reemplazar a protagonistas con avatares digitales, y hasta los defensores más firmes de la IA admiten que no puede reemplazar las actuaciones humanas.
Pero la IA es una gran forma de reducir costos. Las ganancias de las principales compañías del espectáculo bajaron alrededor del 90 por ciento en el último decenio, gracias al derrumbe de la TV por cable y al declive de la asistencia a los cines. El streaming, que supuestamente iba a llevar el sector hacia el futuro, ha sido un vertedero de dinero para todos salvo para Netflix Inc.
Los creativos más nerviosos la consideran el fin del mundo mientras que los estudios la ven como otra herramienta para ahorrar costos, una herramienta que no eliminará empleos y en cambio creará otros. Todos coinciden en que las dos partes deben llegar a un acuerdo por el que se compartan las ganancias de una nueva tecnología que nadie entiende plenamente.
La película Here, de Miramax, que debe estrenarse el año que viene, está protagonizada por Tom Hanks, hoy de 67 años, y transcurre en la misma habitación a lo largo de muchas generaciones. El director Robert Zemeckis trabajó con Metaphysics para cambiar la cara de Hanks en diferentes edades.
La pregunta para Hollywood no es si la IA cambiará el proceso de filmación, sino qué partes del proceso habrán de modificarse.
Hay motivos para ser escépticos. Hace décadas que los pronosticadores vienen diciendo que la IA cambiará el mundo, pero eso no ocurrió, al menos no en la manera en que lo pensaba la ciencia ficción distópica. Aunque con el mejoramiento de la tecnología guionistas y actores tienen razones para esperar lo peor.
Silicon Valley ha saqueado por años a los medios tradicionales. Los motores de búsqueda y las redes sociales captaron anunciantes de diarios y revistas, y la piratería diezmó las ventas de CD antes de que SoundCloud, Spotify o YouTube ofrecieran millones de canciones gratis. Según algunos cálculos, Spotify agrega unas 100.000 canciones nuevas por día, lo que destruye su valor; los artistas perciben menos de un centavo de dólar por cada stream de Spotify, y la gran mayoría tiene que apelar a las actuaciones en vivo para ganarse la vida.
Hoy, ciertos aspectos de los medios generados por IA se parecen a los primeros años del contenido generado por usuarios, cuando la gente subía canciones, películas y programas sin pensar en pedir permiso al dueño de los derechos de autor. Internet ya está repleta de pornografía falsificada que exhibe las caras de Taylor Swift, Millie Bobby Brown o Ana de Armas. Heart on My Sleeve, una canción que fue subida a los principales servicios de streaming por alguien llamado Ghostwriter977, se hizo viral porque sonaba extrañamente parecida a Drake y The Weeknd. Al parecer la gran amenaza para Hollywood no es cómo usan los estudios la IA sino cómo los piratas la retuercen. "Le dicen IA generativa. Deberían decirle IA imitativa", observó Conover.
Los estudios y las discográficas hacen lo que pueden para eliminar materiales infractores, pero nunca los van a erradicar. Debieron pasar años de demandas, avances tecnológicos y negociaciones de licencias para que YouTube y plataformas similares sellaran la paz con los medios tradicionales mediante los convenios de facturación compartida. Incluso hoy las discográficas siguen peleando con las redes sociales por las licencias, y la piratería es responsable de pérdidas de ingresos por miles de millones de dólares.
Las disputas legales por la IA apenas han comenzado. Getty Images Holdings Inc demandó a una compañía llamada Stability AI Ltd., que convierte textos en imágenes, porque supuestamente copió 12 millones de obras de Getty sin permiso. (Stability se negó a hacer comentarios, aunque en un testimonio ante el Congreso el director de Políticas Públicas de la firma dijo reconocer las preocupaciones).
Artistas visuales demandaron a tres importantes compañías de IA por utilizar su arte para entrenar a grandes modelos de lenguaje. La ley de propiedad intelectual es clara: la gente tiene derecho a controlar la publicidad de su nombre, imagen o representación, pero "la velocidad de la tecnología está minando el cumplimiento con eficacia de esos derechos", opinó Hilary Krane, directora Legal del gigante de Hollywood, Creative Artists Agency (CAA).
Desde luego, enfrentarse a una tecnología nueva nunca termina bien. Por lo tanto, el sector tiene que resolver cómo proteger y ganar con sus derechos de propiedad. Y hay muchas formas en las que los actores pueden usar la IA para conseguir más control, y no menos: al tiempo en que Universal Music Group NV trabajaba con Spotify para eliminar al falso Drake, usaba la misma IA para lograr que John Lennon sonara más claro en un viejo demo de los Beatles. En el último filme de Indiana Jones, Walt Disney Co le quitó años a Harrison Ford (con su consentimiento) para que luciera como una versión más joven de sí mismo.
Estos experimentos aislados están a punto de aplicarse a escala. Casi todos los grandes estudios utilizan la IA en alguna función aunque no lo mencionen. Muchos trabajan con una compañía cercana a la playa de Santa Mónica, llamada Flawless, que ofrece un equipo de herramientas de postproducción que ahorra tiempo y dinero.
Deep Editor, por caso, permite que los cineastas trasladen la actuación de un actor de una toma a otra. Si, por ejemplo, en una de ellas está Margot Robbie hablando detrás de un escritorio, es posible mostrarla desde un ángulo distinto sin necesidad de más tomas. AI Reshoots facilita el reemplazo de diálogo en tanto se dispongan de audios del actor pronunciando las palabras. TrueSync hace doblajes en cualquier idioma; los cineastas pueden ajustar el movimiento de la boca de un actor para que parezca que habla con precisión los vocablos extranjeros.
El cofundador de Flawless, Scott Mann, utilizó esas herramientas en su última película, Fall, en la que reemplazó diálogos sin tener que regresar al estudio. Eliminó varios insultos para obtener una calificación apta para menores. Nuevas tomas que habrían costado US$ 1,5 millón terminaron demandando US$ 150.000.
Mann ha dirigido filmes durante más de dos décadas y se especializó en películas de acción de bajo presupuesto que apelan a actores mayores para atraer espectadores. Robert De Niro interpretó al dueño de un casino en Heist, de 2015, mientras que Pierre Brosnan hizo de un antiguo revolucionario en la película para televisión Final Score. Los filmes con financiamiento independiente de ese estilo buscan ahorrar dinero de cualquier modo, y la repetición de tomas es una pesadilla típica. "Es muy costoso llevar a todos de vuelta al estudio y consume tiempo", agregó Mann.
Flawless no crea lo que se denomina medios sintéticos, que permiten manipular a un actor para que diga lo que no dijo en el rodaje. Pero eso no disimula que lo que sí hace podría eliminar puestos de trabajo. En un corto destinado a posibles socios indica que los métodos de filmación actuales con caros y demandan tiempo ya que precisan de cientos de personas. Su promesa es eliminar esos costos y, en consecuencia, la manera en que algunos se ganan la vida. Pero estos empleos podrían transformarse en carreras de efectos visuales. (La compañía, que también tiene una oficina en el Reino Unido, se ha expandido a un segundo piso en Santa Mónica).
En tanto los estudios utilizan más la IA, los actores y guionistas reclaman garantías respecto del consentimiento, el control y la remuneración. Quieren que los estudios pidan la aprobación de los actores antes de usar sus imágenes, que tengan dominio sobre cómo la usan y se les pague cada vez que sean usadas. La CAA está produciendo cláusulas contractuales para crear un mercado con los rostros y las voces de sus clientes. El veterano James Earl Jones, de 92 años, y que no está representado por la CAA, llegó hace poco a un acuerdo con Disney para asegurarse de seguir siendo la voz de Darth Vader después de su muerte.
Sin embargo, no todos los actores tienen agentes o abogados poderosos, y por eso los sindicatos entran en el panorama. Este año los estudios comenzaron las negociaciones con la intención de arreglar con actores y directores antes que con los guionistas, tal como habían hecho en el pasado.
Los directores aceptaron y firmaron un acuerdo que mejoraba las remuneraciones cuando un programa de TV se transmite por streaming al exterior. Pero los sindicatos tienen metas diferentes. Los guionistas quieren asegurarse de que pasarán más tiempo en los estudios, que es el modo en que ascienden en la escala hasta ser encargados de emisiones. Pero esa no es una preocupación de actores o directores; los actores necesitan más dinero para sus planes de jubilación, mientras que el plan de los guionistas les resulta conveniente.
La Inteligencia Artificial es un tema espinoso que unifica. "La IA apareció como una preocupación de los sindicatos en el peor momento posible (para los estudios)", señala Kim Benabib, uno de los creadores de The Brink, en HBO. "Mientras que los gremios tienen inquietudes diferentes, el surgimiento de la IA es algo que se escucha en boca de todos en todas partes".
Crabtree-Ireland dice que en negociaciones recientes entre estudios y actores, las partes intercambiaron propuestas para regir la creación y el uso de réplicas digitales de actores. (Los estudios ya crean copias de actores en caso de que mueran durante una producción. Paul Walker, quien murió en la filmación de Rápidos y furiosos 7, apareció en ciertas escenas gracias a que artistas de efectos visuales utilizaron a sus hermanos para darle forma a las tomas). También debatieron reglas referidas a los intérpretes sintetizados y a la IA generativa, que los estudios podrían utilizar para crear nuevas obras que se basen en su material de archivo.
Las conversaciones se interrumpieron en parte debido a una cláusula concerniente a los extras, o actores de apoyo. Los estudios dijeron que pedirían su consentimiento para hacer réplicas digitales. Los actores alegaron que había una escapatoria que permitiría que los estudios utilicen el material en la forma y las veces que quisieran. Los estudios negaron que eso fuera cierto; ellos podrían usar una réplica solo en el proyecto inicial y pedirían permiso (con pagos al actor) si debían insertarla en una secuela. En los estudios piensan que están cerca de resolver el tema de la IA con los actores, pero aclaran que de momento no lo intentaron con los guionistas.
Aunque de momento la IA no ha tenido un gran impacto en el negocio del espectáculo, tampoco lo había tenido el streaming en 2007, la última vez que los guionistas hicieron huelga. Aquella vez dejaron de trabajar por 100 días mientras pedían aumentos de salario a partir de las ventas de DVD y de lo que entonces se denominaba "medios nuevos". Eventualmente el sindicato forzó a los estudios a pagar a los guionistas por trabajos en servicios incipientes como Hulu y Netflix, lo que garantizó que fueran remunerados durante el auge del streaming. Es demasiado pronto para saber si la IA tendrá un efecto similar en Hollywood. Pero podría ser demasiado tarde si los sindicatos aguardan hasta la próxima ronda de negociaciones, de aquí a tres años. "Este es el momento", asegura Crabtree-Ireland.
La versión original de esta nota se publicó en el número 357 de revista Apertura.
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