Este bar es parte de la memoria porteña. Nació en 1930 y durante décadas fue punto de encuentro en la esquina de Callao y Corrientes.

Por sus mesas pasaron artistas, músicos, deportistas y personajes de la noche. Todos con algo en común: iban a comer, a jugar y a quedarse hasta que amanecía.

En febrero de 2025 cerró su local histórico y muchos pensaron que era el final. Pero en junio La Academia, volvió a abrir en Montevideo 341, el espacio donde funcionaba Pippo.

El espíritu sigue intacto: atención las 24 horas, mozos de oficio y una carta que no necesita presentación. Milanesas gigantes, picadas abundantes, pizzas al paso y el famoso tostado Academia, pensado para compartir.

Un bar con historia y carácter

La historia de La Academia empieza en España y se consolida en Buenos Aires en los años 70, cuando Luis López compra el fondo de comercio y le da identidad.

Fue el primero en sumar mesas de pool y juegos, algo que lo convirtió en un clásico del centro porteño. En plena Corrientes, con teatros y cines abiertos hasta tarde, el bar se transformó en refugio para artistas y trabajadores nocturnos. Su sello: abierto las 24 horas, todos los días.

Cuando llegó el momento de mudarse, la prioridad fue conservar el alma. Las puertas y ventanas originales se trasladaron al nuevo local como parte de la decoración. Hoy, La Academia mantiene la mística: mesas para jugar, ambiente relajado y cocina casera.

¿Qué comer en La Academia?

Aunque es un bar, la comida tiene peso propio. Entre los platos más pedidos están:

  • Tostado Academia: tamaño XL, con jamón, queso, tomate y huevo duro rallado.
  • Picadas completas: ideales para grupos grandes.
  • Pastas caseras: ñoquis, sorrentinos, capeletis y fideos con salsas a elección.
  • Minutas clásicas: milanesas, tortillas, rabas y pizzas.

Además, hay menú del día con tres opciones que incluyen bebida y postre. Y lo más importante: abre las 24 horas, incluso en Navidad y Año Nuevo, cuando casi todo cierra.

Es el lugar perfecto para quienes salen tarde del teatro, trabajan de noche o buscan un plan distinto para las fiestas.

¿Por qué sigue siendo un clásico?

La Academia no es un restaurante elegante ni un bar temático. Es un espacio auténtico, sin poses, donde se puede comer bien, jugar al pool, ver un partido o simplemente charlar.

No exige reserva, no hay consumo mínimo y se puede pedir a la carta. Su propuesta es simple: buena comida, atención tradicional y un ambiente que no pasa de moda.