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A 2025 se lo puede sintetizar como un año de disciplina macro y resultados financieros dispares. La política económica colocó a la desinflación como prioridad excluyente, con un ancla fiscal estricta y sostenida que logró ordenar variables nominales, pero a costa de una actividad que perdió impulso a lo largo del año.
El frente político terminó de ordenar el escenario. El resultado electoral reconfiguró el mapa institucional y redujo, al menos en el corto plazo, el riesgo de una reversión abrupta del rumbo económico, un dato que el mercado leyó como una señal de continuidad y previsibilidad. Ese cambio de expectativas tuvo un impacto directo y visible en la dinámica de los activos financieros.
El S&P Merval cerró 2025 con una suba del 14,9% en pesos, apoyado en el rally post electoral, aunque medido en dólares el desempeño fue más acotado y quedó por debajo de otros mercados emergentes, como Brasil.
La dinámica fue selectiva y volátil, sin un rally sostenido, con acciones que en promedio terminaron el año entre 5% y 10% abajo en moneda dura.
En renta fija, el balance fue mucho más favorable. Los bonos soberanos hard dollar lideraron el año con retornos del orden del 15% al 20% en dólares, impulsados por la compresión del riesgo país y la expectativa de normalización financiera.
El global 2041 (GD41) se destacó como el mejor desempeño del tramo largo, con una suba superior al 13% en moneda dura. En paralelo, los instrumentos ajustados por CER y los dollar linked cumplieron un rol defensivo efectivo en los momentos de mayor volatilidad cambiaria y política, mientras que los instrumentos a tasa fija y los fondos money market quedaron rezagados y no lograron ofrecer rendimientos reales positivos.
El tipo de cambio volvió a funcionar como cobertura, con una suba cercana al 40% en el año, en línea con la inflación, en un contexto marcado por episodios de fuerte tensión financiera, cambios en el esquema monetario y asistencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) vía un nuevo acuerdo de facilidades extendidas.
El cierre de 2025 deja una macro más ordenada, pero con señales claras de desaceleración del proceso desinflacionario y un mercado que ya empieza a mirar 2026 con otro foco: crecimiento, crédito y recuperación de sectores rezagados, más que cobertura pura.
La City hace el balance del año
Gustavo Araujo, Head of Research de Criteria, comentó en diálogo con El Cronista que, 2025 fue el año en que la política económica priorizó la desinflación con un ancla fiscal estricta y sostenida.
“El objetivo se cumplió con claridad, pero con costos en actividad. La recuperación inicial perdió fuerza a lo largo del año. En paralelo, el resultado electoral reordenó el frente político y redujo el riesgo de una reversión abrupta del rumbo económico, un factor clave para estabilizar expectativas”, señaló el estratega.
Araujo aseguró que el mercado procesó ese escenario con volatilidad y selectividad. Sin embargo, “en dólares, el S&P Merval cerró prácticamente neutro, muy por debajo del desempeño regional, donde el S&P Latin America 40 avanzó más de 40%. Hacia 2026, el foco comienza a desplazarse: energía, bancos e infraestructura del mercado de capitales aparecen mejor posicionados si la economía logra reactivarse”, comentó.
Sobre el gran ganador del año, Araujo comentó que los bonos hard dollar lideraron el año con retornos del 15% al 20% en dólares y dejaron margen para una mayor compresión de spreads.
“Las curvas CER y dólar linked también cerraron con balances positivos, ya que cumplieron su función de cobertura. En la economía real, soja y petróleo mostraron debilidad, mientras que la minería, aún en fase inicial, quedó rezagada respecto de los precios récord internacionales”, concluyó.
Plazos fijos quedaron en negativo real
Martín D’Odorico, director de Guardian Capital, señaló en declaraciones a este medio que, en 2025, el dólar volvió a cumplir su rol de activo de cobertura, con una suba cercana al 40% en lo que va del año, casi prácticamente en línea con la inflación.
“En paralelo, los instrumentos ajustados por CER acumularon un rendimiento del 39,9%, lo que muestra que este año el dólar se comportó como cobertura inflacionaria, a diferencia de 2024, cuando fue más rentable cubrirse vía inflación que vía tipo de cambio”, aseguró D’Odorico.
El experto confirmó que los instrumentos en pesos, especialmente bonos CER y letras a tasa fija, se destacaron por su performance relativa.
“En cambio, los fondos money market y plazos fijos rindieron en promedio entre 35% y 40% anual, por lo que no lograron ofrecer una tasa real positiva”, comentó.
Bandas, tasas y FMI: cómo se ordenó el frente cambiario en 2025
Piedad Ortiz, economista y MBA en Finanzas, en charla con este medio, hace una detallada recapitulación de lo que fue el movimiento de los mercados en 2025.
El dólar atravesó un año con claros desafíos de sostenibilidad, marcado por episodios de presión alcista asociados a la incertidumbre política y a la búsqueda de cobertura por parte de los agentes. “En ese contexto, el tipo de cambio mayorista pasó de $ 1032,5 en enero a $ 1200 en abril (+16,2%) con la implementación del esquema de bandas.
Posteriormente, recordó Ortíz, tras el desarme de las Lefi y pese al respaldo del FMI, se abrió una nueva etapa de volatilidad, esta vez centrada en la dinámica de tasas.
La incertidumbre llevó a una fuerte reacción del mercado: “la TAMAR escaló desde 32,6% en abril hasta 64,9% en septiembre. El Gobierno convalidó tasas elevadas para moderar la demanda de dólares y, en ese período, el mayorista avanzó de $ 1280 en julio a $ 1490,5 en octubre, en la previa electoral (+16,4%)”, señaló Ortíz.
Con la victoria del oficialismo, apoyada por el swap y las intervenciones del Tesoro de Estados Unidos, el tipo de cambio cerró el año con mayor estabilidad. El dólar mayorista finalizó cerca de $ 1460, mientras que el blue y el CCL convergieron a brechas reducidas, del 3,5% y 2,7%, respectivamente, muy próximas al oficial.
En este marco, sostuvo Ortiz, los instrumentos en pesos mostraron desempeños dispares.
“El plazo fijo cerró el año con un rendimiento promedio cercano al 23% (40/41% anual promedio), por debajo de la inflación estimada de 31%. En contraste, los bonos CER ofrecieron retornos reales positivos, con rendimientos de entre 4,9% y 5,1% en el tramo corto y de 6,4% en el tramo medio. Los dollar linked, por su parte, registraron una fuerte demanda en los períodos de mayor volatilidad —marzo-abril y julio-octubre— y se consolidaron como una herramienta clave de cobertura”, deslizó.
La estratega recordó que, el mercado accionario también reflejó esta dinámica. El S&P Merval cerró 2025 con una suba del 14,9% YTD, impulsado por el rally posterior a las elecciones, que permitió compensar las caídas registradas durante los momentos de mayor incertidumbre.
“Aun así, el desempeño quedó por debajo del de otros mercados emergentes, como el Bovespa, que avanzó hasta 33,4% en el año”, comparó Ortiz.
De cara a 2026
Iván Vizental, jefe de Estrategia de Quinto, comentó que el escenario internacional, relativamente constructivo, encuentra a la Argentina en pleno transito de una fase de recuperación económica tras varios meses de elevada volatilidad asociados al proceso electoral.
Para el experto, el proceso de desinflación continuaría, aunque a un ritmo más moderado que el esperado por el Ejecutivo meses atrás.
“Esto habilitaría una baja gradual de las tasas de interés y una mejora progresiva de las condiciones financieras”, aseguró.
Vizental comentó que el consenso de mercado proyecta un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) cercano al 3% en 2026, impulsado por la inversión, la recuperación del consumo y un mejor desempeño del sector real, en particular agro, energía y minería.
“Aun así, el crecimiento sería heterogéneo. La industria, la construcción y el consumo masivo seguirían rezagados”, advirtió.
La sostenibilidad del programa económico, para Vizental, dependerá de dos variables centrales: “El equilibrio fiscal y la dinámica del sector externo. Si bien se prevé un superávit comercial significativo, la debilidad estructural de las reservas y los compromisos financieros obligan a sostener el acceso a la cuenta financiera y preservar la estabilidad macroeconómica”, señaló.
En el plano financiero, Vizental anticipó una mejora en la competitividad cambiaria, señales de recomposición de reservas y avances en reformas estructurales podrían habilitar una mayor compresión del riesgo país y generar oportunidades en activos locales, tanto en renta fija como en renta variable.
“En este marco, 2026 se perfila como un año de transición, con fundamentos más sólidos, pero que exige disciplina, prudencia y una estrategia de inversión selectiva”, concluyó.
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