¿Y si el 2023 no es el 'gran reinicio' que esperaban los inversores?

Los aguafiestas señalan el riesgo de que el de la Reserva Federal pueda ser sólo una pausa antes de nuevas subas de tasas para fines de año.

Los precios se está enfriando por fin. Pero el fantasma de la inflación galopante sigue acechando a los gestores de fondos.

La posibilidad real de que el apogeo de la inflación mundial haya quedado atrás empezó a vislumbrarse en Estados Unidos el mes pasado, cuando los datos mostraron que la tasa anual cayó al 7,1% en noviembre, un descenso decente desde el 7,7% del mes anterior e incluso un poco por debajo de las previsiones.

Sin duda, el 'viejo vos' de, digamos, hace tres años, se reiría de la sugerencia de que una inflación del 7% o así es buena para los activos de riesgo. Pero entonces, el viejo vos no había pasado por la moledora de carne de 2022, un año que los gestores de fondos de casi todo tipo desean desesperadamente olvidar.

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Esta lectura marcó la tasa de inflación más baja en casi un año y significó que el ritmo de subas de los precios al consumidor había retrocedido durante dos meses consecutivos. Les permitió a los inversores atreverse a esperar que la larga pesadilla de una creciente inflación interminable y de una Reserva Federal incesantemente agresiva pudiera por fin llegar a su fin. En enero, los datos de la eurozona sugirieron que las cifras de inflación de EE.UU. no eran un parpadeo, cuando su tasa de diciembre también retrocedió a una sola cifra.

Entonces, ¿por qué los inversores no están bailando en las calles? En cambio, los aguafiestas, quizás humillados por un cruel 2022 marcado por la combinación asesina de la caída de las acciones y los bonos, expresan dudas persistentes cuando se les pregunta cómo resultará este año. "Sinceramente, no lo sé", dice con un suspiro Andrew Lake, director de renta fija de Mirabaud Asset Management. "No tengo ni idea".

Un factor que frena el entusiasmo es que el retroceso de la inflación ya estaba integrado en los mercados. Los inversores habían hecho lo que se supone que deben hacer y se habían anticipado al próximo gran cambio en el entorno macroeconómico mundial. Las acciones mundiales, medidas por el índice MSCI World, subieron cerca de un 20% desde el punto más bajo de octubre hasta mediados de diciembre, a pesar de la ausencia de cualquier mejora significativa en el crecimiento económico o las tensiones geopolíticas. Ese repunte "le restó mucha rentabilidad a 2023", dice Lake.

Lo que realmente le preocupa a Lake, y a muchos otros gestores de fondos, es que la Reserva Federal probablemente hará una pausa muy pronto. Ya ha reducido el tamaño de sus subas de tasas a medio punto, una ruptura con los incrementos de tres cuartos de punto que vimos varias veces durante 2022. A principios de este año es probable que el banco central quiera sentarse a ver cómo se filtra ese rápido ritmo de endurecimiento a través de la economía.

¿Pero podemos estar seguros de que el próximo movimiento será a la baja? ¿Qué tal si la pausa no es un pivote, sino una meseta, un breve respiro para recargar y volver a empezar? Al fin y al cabo, resulta que nadie en los círculos de formulación de políticas o de inversión entiende la inflación tan bien como pensaba. "Si la inflación no baja y el desempleo no es elevado, entonces se sentirán cómodos volviendo a subir las tasas", dice Lake.

Ésta es la noción que realmente les quita el sueño a los inversores. En el fondo, quieren volver a los buenos tiempos de baja inflación, de bajas tasas y de banqueros centrales que ven la virtud de apoyar unas condiciones financieras pomposas (es decir, unos precios de activos boyantes).

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Pero los banqueros centrales quieren volver a otro tipo de buenos tiempos, la época en la que la inflación estaba controlada. Si se mantienen firmes en su empeño y vuelven a elevar las tasas, algunos de los rasgos más desagradables de las carteras en 2022 podrían repetirse en 2023. "El peor escenario para el año que viene es si la Reserva Federal de Powell se convierte en otra Reserva Federal de Volcker, si se vuelve más agresiva", dice Flavio Carpenzano, director de inversiones de renta fija de Capital Group.

Eso no sólo seguiría estrangulando a los activos de mayor riesgo, como los valores tecnológicos, que prosperan cuando el dinero es barato y los beneficios son una preocupación para otro día, sino que también sería probable que forzara a la economía estadounidense a entrar en recesión.

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"Mi mayor preocupación es que la Reserva Federal tenga que volver a empezar", dice Andrew Pease, director de estrategia de inversión de Russell Investments. Es fácil imaginar a la Reserva Federal haciendo una pausa, los mercados disparándose al alza y la economía recuperándose, dice Pease, y todo ello seguido de un resurgimiento de la inflación que los responsables políticos están tan desesperadamente interesados en contener. Y entonces el dolor se reanuda. "Mi preocupación no es que tengamos una gran recesión, sino que la Reserva Federal empiece a endurecer de nuevo a finales de 2023", dice.

Una recesión leve podría ser, de hecho, el mejor resultado para los inversores, dice; lo suficientemente leve como para no infligir demasiado dolor, pero lo suficientemente mala como para mantener el punto final de la Reserva Federal para las tasas de referencia muy por debajo del 6%. De lo contrario, el horrible espectáculo de 2022 seguirá reproduciéndose. El año pasado fue "visto como el año del reinicio", dice Pease. "¿Qué tal si no lo es?"

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