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Por qué algunos todavía creen que conviene invertir en acciones a pesar de las tasas altas

Los gestores de fondos recurren a nuevas fuentes de datos para captar clientes a medida que se reducen los flujos hacia los fondos de renta variable.

Los especialistas en renta variable de algunos de los mayores gestores de activos del mundo están repasando su historia y escarbando nuevas fuentes de datos para convencer a sus clientes de que sigan invirtiendo en acciones en un mundo de tasas de interés más altas.

Tras una década de ganancias, la histórica serie de subas de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal en el último año ha transformado las perspectivas de la renta variable.

Los fondos de pensiones y los gestores de patrimonios ya están invirtiendo menos en acciones, atraídos en cambio por los elevados intereses que ofrecen los fondos de money market y las tenencias de bonos. Los flujos netos hacia fondos de renta variable se han mantenido prácticamente estables en lo que va de año, según datos de EPFR.

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Pero los gestores de carteras especializados insisten en que todavía hay oportunidades en el mercado bursátil, aunque los años de amplias ganancias impulsadas por una política monetaria flexible hayan terminado.

"Si nos remontamos a la historia, el periodo posterior a la crisis financiera de 2008 constituye una anomalía", afirma Tony Despirito, director de inversiones de renta variable fundamental de BlackRock.

"La prima de riesgo de la renta variable -la recompensa relativa de las acciones frente a los bonos- era increíblemente favorable. Ahora ha vuelto a las medias a largo plazo, pero sigue siendo bastante buena. Esa es la perspectiva que necesitan los inversores".

Las tasas de interés más altas reducen las valoraciones de las acciones al disminuir el atractivo de los posibles beneficios futuros. Si los inversores pueden obtener un rendimiento de casi el 5% en activos de bajo riesgo, como los bonos del Tesoro estadounidense a dos años, las empresas necesitan argumentos más sólidos para convencerles de que apuesten por el crecimiento a largo plazo.

Puede que las acciones estadounidenses hayan rebotado recientemente ante la esperanza de que la Fed no suba más las tasas, pero incluso si esas esperanzas resultan acertadas, pocos esperan un retorno al período anterior de dinero fácil.

En sus previsiones más recientes de septiembre, los responsables del banco central preveían que la tasa de los fondos federales aún podría situarse en el 4,9% a finales de 2026. Incluso la previsión mínima del 2,4% estaría muy por encima de donde se situó durante la mayor parte del periodo comprendido entre 2008 y 2022.

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"Durante gran parte de los últimos 15 años más o menos... hemos tenido el cocktail perfecto para la renta variable", dijo David Donabedian, director de inversiones de CIBC Private Wealth Management. "Esto es diferente, y creo que va a ser diferente durante algún tiempo".

Eric Veiel, responsable de renta variable mundial de T Rowe Price, gestora de fondos de u$s 1,3 billón, dijo que el cambio afectaría a la demanda de acciones tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, señaló, muchos inversores se verán tentados a "sentarse en renta fija de muy corta duración o en la liquidez y esperar a ver cómo cambian algunas cartas más", dado el incierto clima económico. A largo plazo, activos como los bonos de alto rendimiento -que actualmente rinden un promedio de alrededor del 9%- se han convertido en una alternativa atractiva a las acciones.

El reciente comportamiento del S&P 500 pone de relieve el endurecimiento del entorno, pero también muestra cómo algunas empresas pueden seguir generando grandes rendimientos.

El índice ha subido 14% en lo que va de año, pero las ganancias han sido impulsadas casi en su totalidad por unos pocos grandes títulos tecnológicos. La mayoría de las empresas del índice han bajado, y la versión del índice que asigna la misma ponderación a cada empresa individual ha caído un 1%.

Amy Wu Silverman, estratega de derivados de renta variable de RBC Capital Markets, bromeaba en una nota el mes pasado diciendo que "es un mundo de tasas y las acciones sólo están viviendo en él". Un estudio realizado la semana pasada por el equipo de ventas de renta variable de Citi señalaba que las subastas trimestrales de bonos del Tesoro a 10 y 30 años por parte del Gobierno estadounidense -que "normalmente no están en el radar" de los inversores en renta variable- habían empezado a tener un mayor impacto en los mercados bursátiles que la publicación de datos económicos importantes, como el informe mensual de salarios.

Aun así, las enormes ganancias de empresas como Nvidia -cuyas acciones se han más que triplicado gracias al entusiasmo por el potencial de la inteligencia artificial (IA)- demuestran que algunas historias han sido capaces de atravesar el ruido en torno a las tasas de interés.

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En palabras de Sinead Colton Grant, responsable de soluciones para inversores de BNY Mellon: "La calibración del inversor tiene que cambiar (...) es perfectamente posible tener asignaciones de cartera a renta variable que rindan bien en esos entornos, pero hay que ser más selectivo".

Junto con la IA, los gestores de carteras están tratando de encontrar ganadores y perdedores de otras tendencias seculares, como la aparición de medicamentos para perder peso como Ozempic, o el crecimiento del 'reshoring' [cuando las empresas relocalizan la producción de vuelta a sus países de origen] en respuesta a las tensiones geopolíticas y las barreras comerciales.

También están intentando diferenciar entre las empresas que se verán directamente afectadas por el aumento de los costos de endeudamiento y las que se han visto injustamente penalizadas en el entorno de tasas alcistas. Veiel dijo que estaba buscando oportunidades en sectores como los servicios públicos y la salud, donde la venta indiscriminada había afectado tanto a las buenas como a las malas empresas.

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"La venta indiscriminada crea distorsiones... No significa que todas las empresas [de un sector] vayan a ser compras, pero uno quiere repasar y volver a afilar el lápiz".

La canasta de empresas de 'alta calidad' de Goldman Sachs -empresas estadounidenses con beneficios estables y niveles de endeudamiento relativamente bajos- ha rendido un 17% este año, frente a menos del 1% de su canasta equivalente de grupos altamente endeudados y menos rentables.

Estudiar de cerca el balance y el perfil de deuda de una empresa no debería ser una experiencia novedosa para un inversor de renta variable. Pero el prolongado periodo de tasas bajas significa que incluso los analistas y gestores de cartera relativamente veteranos nunca han invertido en un entorno "normal" de tasas de interés.

Veiel afirmó que los inversores deben tener cuidado con el hecho de que una acción pueda parecer barata en comparación con las valoraciones del pasado, pero "debemos asegurarnos de enmarcar nuestro análisis no sólo en los últimos cinco años", afirmó Veiel. "No se puede construir una premisa de valoración sobre la vuelta a tasas más bajas".

"Tenemos gente que lleva más de 30 años y nos apoyamos en ellos en estos entornos", añadió.

Despirito, de BlackRock, coincidió en que "estamos en un mercado que favorece a las personas con mucha experiencia a largo plazo, o al menos a los estudiosos de la historia del mercado".

Analizar la deuda de una empresa y los riesgos de refinanciación, añadió, "es un ejercicio financiero fácil... Pero la gente no siempre presta atención. Los índices definitivamente no lo hacen".

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