Los mercados privados son una vía de escape de la realidad
El mercado mundial de la inversión privada en todo tipo de activos alcanza hasta 10 billones de dólares pero puede ser una burbuja que ha llegado demasiado lejos
El furor por la inversión privada comenzó a principios de la década de 2000, tras el éxito del fondo de donaciones de la Universidad de Yale dirigido por David Swensen, que apostó por las inversiones privadas para diversificarse de los mercados de renta fija y renta variable y conseguir una rentabilidad estable a largo plazo. Para Swensen, "largo plazo" no eran diez años, sino décadas. Buscaba inversores privados que crearan empresas en lugar de desguazarlas y venderlas después para obtener un beneficio rápido. La idea de Swensen era crear riqueza para sustentar a Yale. Pero también liberaba a los gestores financieros de la presión diaria de los mercados y trascendía la inversión a corto plazo que estaba infectando el capitalismo moderno.
Pero lo que empezó como una buena idea se ha convertido en una vía de escape de la realidad. A cambio de la promesa de mayores rentabilidades, los fondos privados suelen "bloquear" el dinero de los clientes durante un máximo de 10 años y les dan información sobre cómo van los fondos con mucha menos frecuencia que los fondos públicos, como mucho trimestralmente, no diariamente. En la nueva era del dinero caro, en la que todas las clases de activos tienen pérdidas, los canales privados son una forma de que los gestores oculten las pérdidas a los clientes, que a menudo prefieren no saber nada ni sufrir el estrés debido a la volatilidad diaria.
Es una conspiración de silencio basada en la esperanza. El consenso actual es que el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal puede desencadenar pronto una recesión, pero será superficial y breve. Si los mercados privados pueden aguantar sólo unos meses más, habrán logrado su propósito: tapar las pérdidas en este mercado bajista.
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Esta táctica de ocultar la cabeza en la arena ha funcionado en recesiones recientes. En la crisis económica de 2008, los fondos privados retrasaron la presentación de informes hasta después de que comenzó la recuperación en 2009, por lo que lo que nunca tuvieron que revelar la magnitud total de sus pérdidas. Y en la crisis del Covid-19 a principios de 2020, apostaron a que el mercado se recuperaría antes de que sus clientes pudieran sacar su dinero, y así sucedió cuando la Reserva Federal acudió al rescate.
Pero ahora, debido a la gran suba de la inflación, la era del dinero barato ha terminado. Si la Reserva Federal no acude rápidamente al rescate, la próxima recesión no será breve ni superficial.
A diferencia de Swensen y otros pioneros de la inversión privada, que compraban barato en los mercados privados y vendían caro en los mercados públicos, ahora los gestores privados compran caro y esperan vender aún más caro, endeudándose hasta niveles récord en el proceso. La deuda de una empresa típica propiedad de una firma de capital riesgo es más de cinco veces mayor que sus beneficios, frente a las de una a tres veces más de las compañías que cotizan en bolsa.
En la actualidad, casi el 100% de los créditos que contraen los inversores privados para financiar adquisiciones son sin condiciones, frente al 0% hace una década. Los inversores acuden a las operaciones privadas porque el mercado de las OPV está a la baja. Muchos son pequeños inversores, un aviso clásico de burbuja. Swensen, fallecido el año pasado, aconsejaba a los pequeños inversores evitar los mercados privados porque son demasiado complicados y costosos.
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Desde el año 2000, los activos gestionados por los mercados privados se han multiplicado por once, más del cuádruple que los bursátiles. Esa brecha ha aumentado especialmente rápido desde 2018. Aunque muchos inversores se sienten atraídos por los fondos privados debido a sus mayores rentabilidades, su nivel de endeudamiento es muy alto y las valoraciones a menudo no se basan en los precios de mercado, sino en estimaciones sobre lo que las empresas valdrán dentro de unos años.
Estos cálculos suscitan escepticismo tanto por exagerar como por "suavizar" los resultados. Este año, las empresas de capital de riesgo han tenido unas ganancias de alrededor del 3%, mientras que las bolsas han caído un 20% o más. Pero si se usan rentabilidades realistas y se restan las comisiones, los fondos privados pueden acabar rindiendo menos que los públicos. No obstante, los fondos de capital de riesgo recaudaron más de 1 billón de dólares el año pasado, un aumento récord del 20%.
Ocultarse de la realidad crea la ilusión de que las inversiones privadas son menos arriesgadas de lo que demuestran claramente sus deudas, lo que atrae más dinero, y eso aumenta aún más el riesgo. El momento del ajuste de cuentas probablemente llegará si la recesión se prolonga y los mercados privados tienen que revelar finalmente sus pérdidas en un mercado a la baja, lo que podría desencadenar una salida masiva de capital.
Al final no habrá dónde esconderse en una época de política monetaria dura. Y los mercados privados, cuya rentabilidad se basa en gran medida en un endeudamiento abundante y flexible, serán más vulnerables que los públicos en esta nueva era.
El autor es presidente de Rockefeller International
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