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América latina vive un boom de inversión extranjera, a pesar de la tensión política

El rediseño del mapa mundial de cadenas de suministro contribuye a impulsar la zona.

El 2022 fue un año lleno de agitación política en América latina. Colombia eligió a un exguerrillero izquierdista como presidente; Chile consideró - y rechazó - una nueva constitución radical; el presidente electo de Perú fue destituido y encarcelado a la espera de juicio tras un intento fallido de atribuirse poderes extraordinarios; y el líder de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, perdió por estrecho margen su intento de reelección.

También fue un año récord para la inversión extranjera directa (IED). Los inversores se comprometieron a invertir u$s225 mil millones en América latina y el Caribe en 2022, según la CEPAL. Esto fue un 55% más que el año anterior y superó con creces el máximo alcanzado una década antes. Parte del aumento se debió a un repunte tras la pandemia, pero el número de futuros proyectos anunciados también aumentó, aunque de forma más modesta.

También hubo otras sorpresas. A pesar de la alarma en Washington por el creciente interés chino en América latina, Beijing y Hong Kong sólo representaron el 3% del dinero que se invirtió en la región el año pasado. Esta cifra es muy inferior al 38% de Estados Unidos o al 29 % de la Unión Europea (UE), aunque parte de la inversión china pudo haberse canalizado a través de terceros países.

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Aunque América latina se ha promocionado mucho como lugar de inversión en energías renovables, el año pasado se gastó más dinero extranjero en proyectos de combustibles fósiles en la región que en energía solar o eólica, la primera vez que esto ha ocurrido desde hace una década.

La iniciativa de Exxon para aumentar la producción de petróleo de Guyana fue una de las razones clave. Brasil y Argentina también están aumentando su producción de petróleo y gas. La mayoría de los gobiernos latinoamericanos quieren aprovechar al máximo sus combustibles fósiles antes de que se conviertan en activos bloqueados, y las compañías petroleras mundiales están dispuestas a diversificar las fuentes de suministro debido a la guerra de Ucrania.

Alejo Czerwonko, director de inversiones para América latina de UBS Wealth Management, cree que el auge de las inversiones en la región refleja un rápido rediseño del mapa de la cadena de suministro mundial. "Por primera vez en más de 30 años, países y compañías están promoviendo la resiliencia, la seguridad y la protección por encima del precio y la eficiencia", dice. "Esto es bueno para América latina".

Los vientos del nearshoring (tercerización a países cercanos) se dirigen ciertamente hacia América latina, gracias a su proximidad a EE.UU. y al acceso comercial privilegiado que tienen México y América Central en particular.

Pero tampoco ha desaparecido la política. La economía de México representa casi una cuarta parte del PBI combinado de América latina y el Caribe y debería ser el principal destino del nearshoring; sin embargo, el año pasado sólo consiguió atraer el 17% del total de la inversión extranjera en la región.

"Podríamos haber visto un mejor desempeño de México si no fuera por algunas de las cuestiones micro", dice Ben Ramsey, jefe de estrategia soberana de mercados emergentes de JPMorgan, en una referencia indirecta a las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador.

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Entre ellas, estuvieron: abolir la agencia de promoción de inversiones de México después de asumir el cargo en 2018; reafirmar el control estatal sobre la industria energética; y buscar peleas con algunas compañías extranjeras con sede en el país. Sin embargo, Ramsey cree que las cifras de México mejorarán conforme el nearshoring cobre más impulso y los inversores empiecen a considerar las próximas elecciones de 2024.

Mientras que México obtuvo resultados poco satisfactorios, la historia fue la contraria en Brasil, la mayor economía de la región, con algo menos de un tercio del PBI. El gigante sudamericano superó a la región, obteniendo el 41% de toda la inversión extranjera.

Brasil fue tan popular entre los inversores que el año pasado se convirtió en el quinto destino mundial de la inversión extranjera, por detrás de EE.UU., China, Hong Kong y Singapur, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (CNUCYD). Brasil es también la primera economía en desarrollo en inversión internacional en energías renovables, según la CNUCYD, con u$s115 mil millones en proyectos.

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José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL, cree que América latina puede competir eficazmente con Asia por la inversión extranjera, aunque necesita esforzarse más.

"En realidad no hay secretos", dice. "Más allá de los flujos hacia las industrias extractivas, está muy claro que los países con más éxito a la hora de atraer IED tecnológicamente más sofisticada poseen una combinación de condiciones que incluyen el Estado de Derecho, buenos regímenes operativos y logísticos y, sobre todo, recursos humanos de alta calidad".

¿Podrán los presidentes de la región aprovechar el potencial de América latina, o las fuertes cifras de inversión del año pasado resultarán ser simplemente fugaces? "La oportunidad está ahí, pero se necesitan dos para bailar tango", dijo Czerwonko, de UBS. "Francamente, los líderes latinoamericanos no están haciendo mucho por salir y promover sus países como destinos atractivos para la inversión extranjera".

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