Lula pacta con la derecha para impulsar su agenda en el Congreso
El gobierno se encuentra en negociaciones sobre un "frente político" con los partidos aliados del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, está a punto de sellar una insólita alianza con dos partidos de derecha previamente aliados de su derrotado rival Jair Bolsonaro, lo cual representa un paso destinado a fortalecer la posición de su administración de izquierda.
El acuerdo cedería puestos en el gabinete y potencialmente otras funciones a cambio de apoyo en el Congreso, donde la coalición encabezada por el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula no cuenta con una mayoría. Tras prolongadas conversaciones, se espera que las negociaciones finales concluyan esta semana, tras el regreso de Lula de un viaje a África que incluyó la cumbre de los BRICS en Johannesburgo.
Desde que Lula asumió de nuevo el cargo en enero, el fragmentado Poder Legislativo de Brasil, de tendencia derechista, ha rechazado elementos de su programa, que incluye un mayor gasto público y protecciones más estrictas para el medio ambiente, los trabajadores y las minorías.
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A cambio de dirigir un ministerio cada uno, se espera que los partidos Progresista y Republicano cooperen con votos en la Cámara Baja a favor de los proyectos de ley patrocinados por el Gobierno. Los detalles están aún por confirmar y la administración de Lula podría ofrecerles también el control de un banco estatal.
Alexandre Padilha, ministro y principal interlocutor de Lula con el Parlamento, dijo que un acuerdo incorporaría a fuerzas que ya habían respaldado algunas de las propuestas del Gobierno.
"Estamos reforzando y consolidando un frente político que puede proporcionar aún más estabilidad en el Congreso", le dijo al Financial Times (FT). "Tiene un peso importante de parlamentarios y partidos que estuvieron en el gobierno de Bolsonaro y lo apoyaron durante las elecciones, pero que han adoptado esta agenda económica de salvar la democracia y reducir la desigualdad".
A pesar de los avances en algunos proyectos de ley -como la aprobación de límites más laxos al gasto público y la aprobación en la Cámara Baja de la tan esperada reforma fiscal- Lula ha sufrido una serie de reveses parlamentarios. Los legisladores frenaron los planes para revertir la privatización del sector del agua y el alcantarillado, antes de quitarles facultades a los ministerios de Medio Ambiente y de Pueblos Indígenas, de reciente creación.
Los dos partidos que entrarán en el Poder Ejecutivo son ideológicamente más cercanos al expresidente, Bolsonaro. Con divisiones internas sobre la alianza, no es probable que todos sus legisladores voten en consonancia con la administración.
"No me interesan los puestos en el Gobierno y seguiré en la oposición", dijo un miembro de los progresistas, que pidió permanecer en el anonimato.
No obstante, los analistas consideran que el acuerdo para una reorganización del gabinete es un importante estímulo a la capacidad de Lula para gobernar, tras casi ocho meses del inicio de su mandato.
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Fernando Schüler, profesor de la Universidad Insper de São Paulo, estimó que el pacto informal podría darle a Lula unos 320 diputados en la Cámara Baja, de un total de 513.
"Lula quiere crear una plataforma para un diálogo amplio", añadió. "Con la reorganización, tendrá una buena base para el diálogo y una mayor estabilidad en las relaciones con el Congreso".
Schüler dijo que esto también debería reducir la dependencia de Lula del presidente de la Cámara Baja, Arthur Lira, de los progresistas, una de las figuras más influyentes de Brasilia, que controla los calendarios de votación y las solicitudes de juicio político.
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Lira representa a una poderosa y amorfa agrupación de legisladores, en su mayoría de centro-derecha sin una ideología coherente, conocida como el Centrão o 'Gran Centro'.
El bloque intercambia apoyos por importantes puestos y recursos para sus maquinarias electorales. Bolsonaro también formó una alianza con el Centrão, a pesar de haber renegado de su estilo transaccional de hacer política.
Lula dijo que planeaba crear un nuevo ministerio para las pequeñas y medianas empresas, que podría acoger a uno de los nuevos miembros del gabinete.
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La nueva alianza podría provocar la preocupación de algunos inversores que contaban con que un Congreso dominado por los conservadores actuaría como freno a las medidas percibidas como poco favorables a las empresas.
Pero el hecho de que muchos legisladores no compartan la visión de Lula podría obligar al presidente a evitar propuestas más radicales, según los analistas.
"Estos grupos no se comprometen a un apoyo incondicional, y los puntos de la agenda seguirán tratándose caso por caso", dijo Wagner Parente, director ejecutivo de BMJ Consultoria. "Para asegurar la aprobación en la Cámara de Diputados y el Senado, la agenda económica tendrá que ser moderada".
La negociación de Lula tampoco significa que pueda contar con un apoyo duradero, según los analistas. Al inicio de su mandato, le entregó tres puestos ministeriales al partido de centro-derecha União Brasil, pero muchos de sus miembros ya se han puesto en contra de la administración.
"Es un modelo de lealtad muy transitorio y no garantiza que se aprueben las grandes reformas", dijo Esther Solano, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo.
Los presidentes brasileños también tienen a su disposición subsidios presupuestarios discrecionales que pueden adjudicarles a los legisladores para que las gasten en sus circunscripciones, y a menudo se utilizan como medio para garantizar votos en el Congreso. Pero el precio extraído ha ido aumentando, el Gobierno liberó una cantidad mensual récord de R$ 11,8 mil millones (u$s 2,4 mil millones) en julio, según el grupo no gubernamental Asociación de Cuentas Abiertas.
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