El entusiasmo que generó en el establishment la presentación del proyecto oficial de reforma laboral que se empezará a tratar en el Senado tiene una luz amarilla: el peligro de que el foco en atacar el modelo sindical termine por priorizar la batalla cultural y no la concreción de modificaciones necesarias en el vínculo entre empresas y trabajadores.
Lo puso por escrito un documento del economista Federico Pastrana que se publicó el viernes por la tarde: “El proyecto de Ley de Modernización Laboral del oficialismo trajo consigo mucho más que una reforma laboral. El conjunto de medidas busca construir un “antes y después” en la gestión libertaria. La reforma presenta una mirada ideologizada contraria al pragmatismo del ancla salarial, la contención del conflicto por la vía del actual modelo sindical y la administración de la negociación colectiva”.
Si bien la Casa Rosada hace hincapié en que en busca achicar la base de cálculo para las indemnizaciones para terminar con la llamada “industria del juicio” y también remarca que busca fomentar la registración de empleados, además de lanzar un fondo que abarata el costo de despido en las compañías, el marco del debate podría torcerse hacia otro lado.
De la mano de la senadora Patricia Bullrich, una histórica dirigente que ganó notoriedad en la Alianza como azote de gremialistas, cuando Hugo Moyano la llamó “la piba”, el trámite parlamentario tendrá un foco especial contra el “modelo sindical”, en línea con lo que siempre ha sostenido además otro de los cerebros de la normativa, el ministro de Desregulación Federico Sturzenegger.

En este punto la iniciativa laboral del Gobierno incluye el desfinanciamiento de la estructura sindical vía reducción de las contribuciones a obras sociales -en el artículo 161- y cambios en el descuento vía recibo que ahora se podría hacer solo si el empleador está de acuerdo (art. 128), con aceptación individual del empleado y autorización del gobierno (art. 137).
Además se fijan límites para la realización de asambleas (art. 133), se restringe el derecho a huelga al ampliarse el universo de actividades esenciales y trascendentales que deben tener servicios garantizados (art. 98 y 99) y también se debilita el rol de los delegados (art. 134 a 136).
“¿No se estarán pasando de largo estos tipos?”, se preguntó un empresario que escuchó a Bullrich el jueves en el seminario de la organización Techint con su cadena de proveedores y clientes llamado ProPymes. “Hace falta una reforma laboral, pero no conozco a nadie que estuviera disconforme con cómo funcionaban las vacaciones o cómo era el sistema de delegados”, añade.
Pero de golpe, el ambiente era más de festejo por la audacia del Poder Ejecutivo que de preocupación por la apertura importadora, como había sido por caso en la conferencia de la Unión Industrial Argentina hace un mes.
De hecho, el CEO de la mayor firma siderúrgica argentina, Paolo Rocca, recibió a Bullrich con un aplauso, que no fue el único momento de celebración además. Se aplaudió el endurecimiento contra los bloqueos, se festejaron las medidas contra los delegados y hasta se hicieron algunos golpes de palmas cuando la senadora dijo “y el que quiera comprar un barco que se lo compre”, para defender la baja de impuestos a esos bienes. Después hay encuestas sobre la imagen del empresariado en la sociedad.
En el propio mundo corporativo hay mixed feelings (sentimientos encontrados) con la jugada del Gobierno. El sentimiento antiperonista de una parte de los hombres de negocios se enciende con algunas diatribas de La Libertad Avanza y por eso celebran cuando se escuchan frases altisonantes contra dirigentes gremiales.

Pero al mismo tiempo, muchos de ellos son casos testigo de crecimiento de la mano de un modelo de negociación colectiva que les ha permitido mantener la paz social sin dejar de expandirse e incluso de hacer fortunas importantes. Por eso tampoco es que es tan amplio el consenso de que si bien hace falta actualizar marcos laborales de los 70 la forma sea barriendo con una estructura del diálogo sectorial. Salvo que, como uno sospecha piensa Sturzenegger, el tema de fondo sea justamente desarmar esas instituciones porque son el corazón de la “Argentina corporativa”.
¿Y si se pone en riesgo todo ahora por un “irse de mambo” de la vertiente más ideologizada de esta administración? ¿O se tratará de artículos incluidos para tener finalmente prendas de negociación con los sindicatos? ¿Será una muestra de un “vamos por todo” de los dueños del capital que huelen falta de oposición clara en el peronismo y un descrédito generalizado en las cúpulas sindicales, en un momento donde además representan a una porción menor del mundo del trabajo hoy dominado por informalidad y plataformas?
Además, subraya los puntos débiles de la búsqueda del gobierno y habla del “riesgo de frustración”: “Lejos de impulsar una reforma que mejore la calidad del empleo, consolida el status quo y amenaza con ampliar desigualdades; confía en mecanismos (como la rebaja de contribuciones patronales o la mayor flexibilidad laboral) que probaron ser inefectivos para atacar los problemas del mercado de trabajo de Argentina, y es muy conflictiva, inclinando la balanza en favor de los empleadores”.
Aunque aplaudía a su lado, Rocca tal vez no compre el combo completo. Exhibió en el seminario que es un clásico de las pymes siderúrgicas y que nació en la crisis de 2001 una visión diametralmente distinta.
El “modelo Rocca”
En un video de tres minutos y veintisiete segundos, resumió todo lo que se mueve en un país asociado a la extracción de gas en la Patagonia, resaltando el rol de las industrias pequeñas y medianas de todo el país. En el video se lo ve al propio Rocca con casco recorriendo instalaciones productivas y hay una exaltación del rol de los trabajadores.
Como fuere, desde el corazón del empresariado este fin de año asomó el “modelo Rocca” en contraposición a lo que pareciera ser el intento de Javier Milei de darle su sello a la economía argentina, con más explotación de recursos naturales y menos industria manufacturera, con más ventajas para las empresas y menos peso de la representación de los trabajadores. Rocca, que es un industrial con creciente peso en la energía, pareciera apostar por otra idea aún cuando entiende que la reforma laboral es necesaria para mejorar la competitividad.
En el video, que circuló por chats de gente incluso que no es del palo de la economía ni de la industria se habla de “operadores de grúa que toman mates en las rutas”; de camioneros “que deben descansar”; de “ingenieros y operarios en campo a las 5 de la mañana”, con una reivindicación tácita del rol del trabajo e incluso se destaca a “la comunidad” para sostener los procesos productivos, antes de terminar de decir que la búsqueda es por “un proyecto de país, un país integrado”.

















