DEUDA Y CRISIS

Acuerdo FMI: Uno por uno, cuáles fueron todos los programas alcanzados desde 1957 hasta hoy

La asistencia financiera del Fondo Monetario y la amenaza recurrente de la cesación de pagos, marcaron a fuego el vínculo del país con el organismo multilateral. El préstamo tomado por Mauricio Macri sigue siendo el mayor en 65 años de relación con el FMI.

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La relación de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional ya lleva 65 años de vaivenes, acuerdo y discusiones, cesaciones de pago y nuevos acuerdos, pero hay dos factores que distinguen al país que cimentaron su fama mundial de defaulteador serial. 

En esas más de seis décadas Argentina logró ser el país con más cantidad de default en su palmarés -ocho en total- y también el que más programas de financiamiento ha firmado con el organismo multilateral. 

Contando el que se acaba de formalizar este viernes 25 de marzo, ya suman 22 préstamos desde aquel lejano 1957 que inauguró la saga del endeudamiento con el Fondo.

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En abril de 1957, un año después de adherir a las instituciones creadas en 1944 en Bretton Woods -Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial- Argentina recibió el primer desembolso de u$s 75 millones, la mitad de la cuota que tenía entonces el país, con repago a cinco años. 

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El objetivo, como el país aprendería a fuerza de golpes y caídas a lo largo de los años, era "volver a una mayor libertad económica" y "estabilizar la balanza de pagos", la razón de la creación del propio Fondo.

En 1958 bajo la presidencia de Arturo Frondizi (UCRI), el país pidió el primer crédito stand by con el FMI por u$s 75 por el plazo de un año. Fue el primero de seis stand by consecutivos en unos pocos años. Si bien el FMI otorgó el préstamo, el país sólo uso u$s 42,5 millones.

En 1959 el país solicitó un segundo stand by, esta vez por u$s 100 millones y en 1960 el tercero por por otros u$s 100 millones siempre argumentando la necesidad de apuntalar el Plan de Estabilización. La razón de estos préstamos era fortalecer las reservas para encarar un programa de combate a la inflación que por esos años trepaba al 100% anual. 

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Como parte del acuerdo de 1960 al año siguiente Argentina recibió u$s60 millones, pero a fines de ese mismo año el país pidió un cuarto stand by, por otros u$s 100 millones.

En junio de 1962, el gobierno surgido del golpe a Frondizi pidió un quinto stand by, nuevamente por u$s 100 millones para mantener el orden cambiario y mejorar el déficit fiscal en un contexto de caída de las reservas en oro. Pero para hacer frente a las obligaciones que surgieron de estos préstamos fue necesario pedir una extensión del préstamo en 1963.

En 1965 el gobierno radical de Arturo Illia pidió un crédito de u$s 30 millones, ante las demoras de una solicitud de asistencia al Club de París para hacer frente a la deuda. 

¿Qué pasará con las metas acordadas con el FMI?

En 1967 fue el gobierno de facto de la Revolución Argentina el que apeló al FMI para atacar la inflación y acumular reservas, en lo que fue el sexto stand by por u$s 125 millones y en 1968 un séptimo préstamo. La particularidad de estos dos últimos es que no fueron utilizados, dado que las reservas se habían fortalecido gracias al superávit comercial.

Nueva modalidad: DEG y planes de ajuste

En 1969 el Fondo Monetario Internacional crea los Derechos Especiales de Giro (DEG) un activo internacional utilizado por el Fondo para complementar las reservas de los bancos centrales de los países miembro.

Durante el gobierno de facto de Alejandro Lanusse el FMI otorgó al país tres tipos de giro, totalizando 284 DEGs (unos u$s 312 millones al cambio de la época),  que esta vez sí se usaron completamente. 

Consistían en un acuerdo de facilidades compensatorias por la caída de las exportaciones (solo hacía falta demostrar una baja en las ventas externas); el llamado tramo oro sin condicionalidades y un primer tramo de crédito, que sí exigió un programa de ajuste.

El cambio de tendencia en el endeudamiento llegaría en 1974, cuando el gobierno peronista decidió cancelar anticipadamente el primer tramo del crédito gracias al saldo comercial. Pero en 1975 la suba de los precios del petróleo y la caída de exportaciones llevó al ministro de Economía Celestino Rodrigo a imponer un fuerte ajuste, con devaluación y suba de tarifas (el Rodrigazo), utilizando para ello el tramo oro del acuerdo con el FMI.

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Los militares y el crecimiento de la deuda

 En agosto de 1976 la dictadura le pidió al Fondo un nuevo crédito stand by, el octavo, esta vez por u$s 300 millones, el mayor monto acordado hasta entonces a un país latinoamericano, pero además abrió la puerta a que se armara un pool de bancos extranjeros que pusieron sobre la mesa otros u$s 1000 millones, en lo que fue la piedra angular  del proceso de endeudamiento de aquellos años.

Aunque el balance de pagos estaba equilibrado, el país pidió en 1977 otros u$s 194 millones. Hasta 1982 no hubo otros préstamos aunque sí un crecimiento importante de la deuda con bancos, en el contexto de una política de atraso cambiario y fuga de capitales. 

Tras la guerra de Malvinas en 1982, Argentina utilizó el tramo reserva de un acuerdo vigente pero en enero de 1983 el Fondo concedió dos nuevos préstamos por un total de u$s 2200 millones, el décimo stand by.

La relación con el Fondo en democracia

Tras un pedido del nuevo gobierno democrático (de la UCR) en 1984, que necesitaba encaminar el tema de la deuda con los bancos privados, el FMI acordó un nuevo préstamo por u$s 1450 millones, pero exigió disciplina fiscal, reducción de la inflación y otras condicionales, que al no cumplirse en diciembre de ese añel acuerdo quedó caído.

 El lanzamiento del Plan Austral en 1985 fue acordado con el staff del Fondo y permitió la reanudación del acuerdo anterior, pero tras un éxito inicial los problemas continuarían para Argentina, de manera que en 1987 el país pidió el duodécimo programa de asistencia por u$s 1400 millones.   

Hacia principios de 1989 el país había incumplido las metas y el programa con el Fondo quedó suspendido. Pero a fines de ese año , el gobierno de Carlos Menem  acordó otro préstamo de u$s 1400 millones, pero rápidamente incumplió las metas y el acuerdo se cayó.

Tras el lanzamiento del plan de Convertibilidad en 1991 el FMI otorgó otros u$s 1000 millones en lo que fue el stand by número 14.

El primer acuerdo de Facilidades Extendidas llegó en 1992, ampliado en 1995 por u$s 5400 millones, desembolsados completamente, y en 1996 el Fondo otorgó el decimoquinto préstamo por u$s 1000 millones.

En 1998 llegó el segundo acuerdo de Facilidades Extendidas por u$s 2800 millones, que fue reforzado en marzo de 2000, ya con la Alianza en el poder, por un nuevo stand by, por tres años esta vez por u$s 7200 millones. 

Pero los problemas de caja continuaban, de manera que en diciembre de 2000 el Gobierno y el Fondo acordaron el blindaje por u$s 13.700 millones, tres veces el valor de la cuota argentina en el organismo.

En agosto de 2001 el monto se incrementó a u$s 22.000 millones, y hubo además un desembolso adicional de u$s 6300 millones, todo lo cual no evitaría la crisis de diciembre de ese año y el corralito.  

Ya en default, en enero de 2003 la Argentina suscribió el decimoséptimo stand by, para hacer frente a vencimientos impostergables en el marco del "déficit cero", pero en septiembre de 2003, el gobierno de Néstor Kirchner obtuvo el stand by número 18 por u$s 12.500 millones a tres años, que tampoco tuvo plata fresca, sino la refinanciación de la deuda.

El resto es historia reciente. En 2006 Argentina le pagó cash la deuda de u$s 9500  millones. Recién en mayo de 2018, el gobierno de Mauricio Macri acudió al Fondo para el otorgamiento de u$s 56.300 millones en un programa stand by a tres años. De ese total fueron desembolsados u$s 44.300 millones. 

Al asumir el gobierno Alberto Fernández, aseguró que no pediría los montos pendientes de giro, e iniciaría un proceso de negociación de un nuevo programa, que culminó este viernes 25 de marzo.

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