Etiquetado frontal de alimentos, en marcha: las primeras "trampas" detectadas y cuánto se cumple
La ley de etiquetado frontal de alimentos para marcar cuáles tienen alto contenido de grasas, sodio o azúcar ya entró en vigencia y los primeros números del cumplimiento no son buenos. La explicación de la industria y los "atenuantes"
El 16 de febrero venció la prórroga a grandes alimenticias para poner en marcha la ley de etiquetado frontal de alimentos. Una recorrida por las góndolas permite ver que faltan todavía muchos octógonos negros en los paquetes de los productos procesados para indicar si son altos en contenido azúcar, sodio o grasas saturadas, por ejemplo.
En el toma y daca del Gobierno de la industria, las normas se terminan escalonando. Días atrás, el lobby de los empresarios llevó por ejemplo a flexibilizar la reglamentación por las guarderías para espacios laborales que entra en vigencia el 23 de marzo. El etiquetado de alimentos no fue la excepción, con negociaciones individuales para sortear las generalidades de la ley.
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En la previa a que se venza el plazo final para las grandes empresas -las pymes tienen 6 meses más para adecuarse-, la Federación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina realizó un relevamiento durante los meses de enero y febrero de este año para analizar el cumplimiento de distintos aspectos de la ley de etiquetado que incluyó seis supermercados de la Ciudad de Buenos Aires correspondientes a distintas cadenas.
"En total se identificaron 105 productos con sellos de advertencias y leyendas precautorias. Entre los principales resultados se destaca que en el 83% de los supermercados (es decir, en 5 de los 6 relevados) se detectó incumplimiento respecto a la disposición de productos en la góndola", detallaron sobre los resultados preliminares que establecen la tendencia.
En ese marco, se encontraron productos cuyos sellos no estaban visibles al consumidor sin que se deba dar vuelta el envase (por ejemplo, en botellas de gaseosas y frascos de mermeladas). El etiquetado "frontal", como su nombre lo indica, señala que tienen que acompañar la 'portada' del producto.
exceso de grasas, con descuento
Por otra parte, en el 67% de los supermercados (4 de los 6 relevados) se encontraron promociones asociadas al precio (como "15% de descuento" y "50% de descuento en la segunda unidad") en productos con sellos, lo cual también evidencia un incumplimiento a lo dispuesto en la Ley.
La Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal) aseguró ante la consulta de El Cronista sobre el nivel de adecuación que "no es posible todavía determinar con exactitud las empresas que ya cuenten con la posibilidad de aplicar el etiquetado frontal en los productos que presentan en las góndolas dado que cada empresa por su cuenta se encuentra gestionando esta transición".
Si bien la Ley ya entró en vigencia, desde Copal señalan las "salvedades" que negociaron las empresas, que cuentan con distintos tiempos de adecuación y, por ejemplo, "muchas de ellas han solicitado el agotamiento de stock; con lo cual aquellos productos que no tengan sello no necesariamente significa que estén incumpliendo la Ley".
En los próximos seis meses vence el plazo de adecuación para las pymes, lo que explica que hoy un producto pyme que está al lado de uno similar pero de una multinacional, no tenga que llevar todavía los sellos. En un año habrá nuevos octógonos y recuadros de advertencia a menos que las empresas reformulen los productos y también tendrán restricciones para la publicidad para los envases con más de un sello.
El impacto en consumo
Un informe de la consultora especializada en consumo y retail ShopApp sobre el conocimiento de la ley de etiquetado indica que alcanza a 7 de cada 10 consumidores argentinos. Pero sólo el 28% declara conocer bastante o mucho sobre la ley, por lo que falta información sobre las reglas para una buena implementación.
Según el relevamiento de ShopApp, los consumidores de categorías de productos que se perciben como más saludables son menos propensos a seguir consumiendo "sin importar los sellos", y más propensos a quedarse en la categoría pero en marcas que cumplan la expectativa de saludabilidad.
En las categorías "poco saludables" existe una mayor inclinación a seguir consumiendo como si no existieran los sellos. Se trata de "un consumidor con más atención a la indulgencia que a la salud".
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