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El viaje de Cristina Kirchnera Honduras, con motivo del juramento de la primera presidenta mujer de este país, Xiomara Castro, desconcertó al Presidente y a más de un funcionario del Gobierno que, por estas horas, intenta por mil caminos diferentes ensayar alternativas con las que acercar posiciones para lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y así expulsar el fantasma de un default.

No solo Alberto Fernández quedó descolocado con el periplo que la titular del Senado organizó y la comitiva que montó. De hecho, él mismo pretendía viajar, hasta que se enteró que su compañera de fórmula y mentora hacia el sillón de Rivadavia había tomado la iniciativa. A lo dicho, se suma en él y su equipo una total incertidumbre sobre un particular encuentro que podría acontecer este miércoles en la capital hondureña y el impacto que podría tener en la renegociación de la deuda externa.

Fernández de Kirchner coincidirá en Tegucigalpa con la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris. Según el programa detallado de su viaje a Centroamérica, Cristina no tiene pautado una reunión formal, pero compartirá el palco destinado a Jefes de Estado con Harris, justo detrás de la mesa principal donde prestará juramento Castro, esposa del expresidente depuesto Manuel Zelaya.

Cristina, que elogió en su momento la elección del mandatario estadouniense, Joe Biden, en tándem de la primera mujer en acceder a la vicepresidencia, reeditará un acercamiento al plantel de la Casa Blanca como el que encaró días atrás el canciller Santiago Cafierocon su homólogo, Anthony Blinken, para intentar destrabar con un acuerdo político el impasse en que entró el acuerdo con el FMI, que pide más velocidad en el recorte del gasto fiscal, y un programa económico "sólido y creíble".

¿Palos en la rueda?

Según pudo saber El Cronista, el ministro de Economía, MartínGuzmán; el jefe de gabinete, Juan Manzur, y otros dirigentes que componen el Frente de Todos apuran por estas horas gestiones con actores del mercado financiero estadounidense para torcer la rigidez con que el Tesoro norteamericano parece adherirse a la inflexibilidad que ahora muestra el Fondo. "Son manotazos de ahogado", se sinceró un funcionario al tanto de los intentos.

Sin embargo, las figuras más alineadas con la vicepresidenta patean en contra de un pronto acuerdo que aleje el riesgo de entrar en cesasión de pagos. Sin más, el diputado Leopoldo Moreau recordó que "el default no es el peor de los remedios", y recordó que "Néstor Kirchner gobernó dos o tres años en default hasta que arregló con los bonistas privados y luego con el Fondo, y mal no le fue".

"Estamos frente a un dilema complejo, y da bronca que nos hayan metido en la jaula del Fondo y hayan arrojado lejos la llave", sentenció el diputado. "Si el Fondo no elimina sobretasas y no extiende el plazo más allá de los próximos diez años, va a ser muy díficil, aún en las mejores condiciones, poder estabilizar la economía argentina".

"Él default es una palabra que aterroriza, pero no debe aterrorizar tanto como para creer que es el peor de los remedios". Ojalá ocurriera que no tuviera que ocurrir".

Moreau, que -como otros allegados a la vice- verbaliza lo que otros piensan, también subrayó que "no somos el partido del default, pero tampoco somos un sector político que va a entregar de pies y manos a la Argentina". También criticó e haber pagado "alrededor de u$s 5000 millones en distintos conceptos a los organismos internacionales" en el transcurso del año pasado.

En el kirchnerismo, por estas horas, insisten en ponerse duros con el principal acreedor y demorar, pese a las señales que pueda generar, el pago del actual cronograma de vencimientos. También insisten con que la reducción del déficit debe ser paulatina, y que el repago llegará si se permite continuar con políticas anticíclicas que hagan a la economía crecer más allá del pronóstico del FMI.