

En esta noticia
La política del zigzagueo permanente recrudeció en la administración de Alberto Fernández: mientras que la Cancillería daba órdenes para evitar un cuestionamiento a las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, China y Rusia, desde la Casa Rosada una ministra renunciaba con una dura carta que incluyó severas denuncias de maltratos del Gobierno en el accionar policial durante el desalojo de mapuches en Villa Mascardi. No sería el único cambio que se avecina en las próximas horas, acordes a fuentes de la Rosada.
La política exterior de Alberto Fernández de defensa en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU hacia los regímenes de Maduro, Putin y Xi Jinping recibió duras críticas internas en la Cancillería y fue mirada con sorpresa en varias embajadas extranjeras de países centrales apostadas en Buenos Aires.
En paralelo a esto, desde el plano de la política doméstica la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gomez Alcorta, cuestionó el operativo policial encarado por el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, en la toma de Villa Mascardi y denunció detenciones de mujeres y niños con participación de fuerzas federales, "incompatibles con los valores que defiendo como proyecto político".
La salida de Gómez Alcorta no sería la única en el horizonte del gabinete. Fuentes de la Casa Rosada confirmaron que el Gobierno estudia otros cambios en el equipo que podrían darse a conocer mañana. Por estas horas, se estudian los reemplazos para el titular de Trabajo, Claudio Moroni, y el tercero en salir sería Juan Zabaleta, de Desarrollo Social.
Del primero se alegan razones de salud, aunque fue muy cuestionado desde hace tiempo por el kirchnerismo y el ala sindical de Pablo Moyano, alineada con la Vicepresidenta Cristina Kirchner. El último conflicto con los trabajadores del neumático volvieron a ponerlo en la mira. Se trata de uno de los hombres más cercanos al Presidente. Zabaleta, por su parte, también ha sido cuestionado por el manejo de la creciente conflictividad social.
No obstante, fue con su jugada externa que mejor quedó graficado el esquema zigzagueante de Alberto Fernández: hacia el exterior mostró un alineamiento con el kirchnerismo en la defensa a los regímenes de Venezuela, China y Rusia al abstenerse en los cuestionamientos que hizo Naciones Unidas y en el plano interno avaló un operativo policial cuestionado por la violación de los derechos humanos.

"La abstención de la Argentina expone su doble moral. Por ejemplo, en el caso de Venezuela objetó la decisión de Maduro de no dejar entrar a enviados de la ONU para verificar la violación a los derechos humanos pero al mismo tiempo expuso la necesidad de generar un diálogo con Venezuela para investigar adecuadamente las denuncias contra el régimen venezolano", dijo a El Cronista un destacado funcionario de la Cancillería que reflejó la preocupación que hay en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en otras dependencias por la repercusión internacional de la postura de Argentina.
¿Podrá incidir esta postura de apoyo abierto a Venezuela, China y Rusia en la reacción de Estados Unidos o Europa frente a las eventuales inversiones para la Argentina? Nadie se anima a responder.
En el caso de Venezuela objetó la decisión de Maduro de no dejar entrar a enviados de la ONU para verificar la violación a los derechos humanos pero al mismo tiempo expuso la necesidad de generar un diálogo con Venezuela para investigar adecuadamente las denuncias contra el régimen venezolano
Lo cierto es que el ministro de Economía, Sergio Massa, encarará desde el martes una nueva gira por Washington para participar en las asambleas anuales del FMI y el Banco Mundial. La agenda incluye reuniones con autoridades del Banco Europeo de Inversiones, representantes del gobierno de Joe Biden y empresas norteamericanas.
Será inevitable que alguno de estos actores le pregunten a Massa por la inexplicable decisión de Alberto Fernández de abstenerse en las votaciones de la ONU donde se definió un severo cuestionamiento a las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, China y la Rusia de Vladimir Putin.
En la Casa Rosada admitieron a El Cronista que la posición de Argentina en la ONU "sólo genera más sensación de imprevisibilidad en política exterior". Pero aclararon: "Esto no asusta a nadie ya que es el típico vaivén argentino".

MAPUCHES Y OTRO PERFIL
El mensaje presidencial hacia el ministro de Seguridad fue bien preciso: avanzar con el desalojo de mapuches en la toma de tierras en Villa Mascardi para evitar que el conflicto se magnifique.
Según pudo reconstruir El Cronista de distintas fuentes de jerarquía de la Casa Rosada, en el Gobierno aseguran que los conflictos con los mapuches o los piquetes con acampes en la calle no eran "tema de conflictividad social en peligro". Pero igualmente el Presidente quería desterrar esos dos temas que, evaluó en los últimos días, hacían ruido en la agenda pública del Gobierno.
En el caso de la toma de Bariloche, en el Gobierno temían un problema mayor para la temporada estival y un recrudecimiento del conflicto en otras otras zonas de la Patagonia como por ejemplo el yacimiento de Vaca Muerta.
Fue así como Alberto Fernández le pidió a Aníbal Fernández que desactive el foco abierto en Bariloche que lleva varios años en el Sur y donde el Gobierno necesitaba de un aval judicial para avanzar con el desalojo. Una vez que su ministro cerró los detalles para un acuerdo con la justicia federal a cargo del caso de Villa Mascardi el Presidente aprobó el plan de despeje de la zona con la Policía Federal, Gendarmería y la policía rionegrina.
En el Gobierno temían un problema mayor para la temporada estival en Bariloche y un recrudecimiento del conflicto en otras zonas claves como el yacimiento de Vaca Muerta
Según pudo saber, ni bien comenzaron a darse las primeras imágenes del desalojo en Bariloche, el premio Noble de la Paz y referente de los movimientos de izquierda, Adolfo Pérez Esquivel llamó al Presidente para alertarlo por posibles casos de maltrato policial con los mapuches. Alberto Fernández escuchó cada reclamo del dirigente social y le aseguró "el mejor trato" para los ocupantes de Villa Mascardi.
En simultáneo, el Presidente le pidió expresamente al ministro de Seguridad que haya "garantías de tratamiento cordial" con los mapuches. Así se armó un comando conjunto con las fuerzas federales de seguridad y los uniformados de la provincia. Y Aníbal Fernández defendió el operativo que se hizo "sin ningún rasguño ni maltratos", según sus propias palabras.

Después llegaron las críticas de la titular del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta y ex defensora del líder de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), Facundo Jones Huala, prófugo de los tribunales chilenos. La ministra denunció en un comunicado "graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres detenidas" en el Sur.
Pero Alberto Fernández aseguró que todo el operativo contaba con las garantías de resguardo a los derechos humanos. Lo mismo que le volvió a explicar a Pérez Ezquivel y a Gómez Alcorta. En este último caso no hubo posibilidad alguna de revertir su decisión de renunciar al cargo.
La ahora ex ministra se fue con una dura carta hacia Alberto Fernández donde cuestionó que la detención de las mujeres mapuches en Villa Mascardi y su traslado al penal de Ezeiza "viola derechos humanos que nuestro país defiende".
Elizabeth Gómez Alcorta, ex defensora del líder de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), Facundo Jones Huala, denunció "graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres detenidas"
No fueron las únicas críticas. Según se supo, Gómez Alcorta y un amplio sector del kirchnerismo objetaron la política de seguridad que viene llevando adelante Aníbal Fernández con aval presidencial que "es incompatible con el proyecto político" del Frente de Todos. Esto alcanzaría otros casos de graves violaciones a grupos minoritarios.
El resultado de todo esto es la profundización de una estrategia política de Alberto Fernández que impone una doble vara en la medición de políticas de Estado. Es decir, dos caras de una misma moneda: defensa de regímenes autoritarios hacia afuera y en el plano doméstico el encuadre de políticas de seguridad policial que el kirchnerismo ve contrarias a la protección de los derechos humanos.
El Presidente actúa como el Zelig de Woody Allen que acomoda su rostro de acuerdo a las conveniencias del contexto que lo rodea. ¿Cuál es el verdadero Albertro Fernández? ¿Aquel que comulga con Cristina Kirchner en su aval a los regímenes de Venezuela, China o Rusia? ¿El otro que da órdenes a Aníbal Fernández para avanzar con todo en un operativo policial de desalojo a los mapuches?
¿Qué repercusión en el plano internacional o en la política doméstica tendrá todo este despliegue de doble vara? Son preguntas que aún tienen respuesta con final abierto.













