ANÁLISIS

Va ganando Máximo contra Guzmán: la inflación vuela

En la batalla cada vez más encarnizada entre Martín Guzmán y La Cámpora por el rumbo económico y las medidas para salir de la crisis, parece estar ganando Máximo Kirchner. Al menos por los datos que se conocen al momento.

Aumento de tarifas, lo que se dice un verdadero ajuste al menos para empatar la inflación galopante de los últimos años, ni cerca de existir. En el mejor de los casos se aplicará una segunda y última suba de 20/25% en gas y electricidad para la mayoría de los usuarios, que ya tuvieron 20% de ajuste este año. Prácticamente ninguna suba para los que reciben tarifa social, y un supuesto tarifazo gradual a los sectores de mayores ingresos cuya aplicación sigue en una nebulosa y promete judicializarse. Aún si los casi un millón de hogares "ricos" pagaran las facturas sin subsidios, se recaudarían unos 500 millones de dólares que representa solamente 10% de lo que el país gasta en pagarle las tarifas a la población del área metropolitana.

A 15 días de que las empresas tengan que comenzar a facturar, nadie tiene claro cómo confeccionar las nuevas boletas. Tampoco en el servicio de agua se impondrá un verdadero ajuste. Sería 32% de aumento en dos tramos, en un país que camina a los tres dígitos de inflación anualizada. El Estado deberá poner en AySA 500 millones de dólares, sólo para pagar los sueldos y gastos operativos, aún después de los aumentos. Ni hablar de inversiones.

Los datos recientemente difundidos de la consultora Econométrica indican que sólo para cubrir la inflación que hubo durante la administración Fernandez-Fernandez, la energía debería aumentar no menos de 90%; el transporte y las telecomunicaciones 50% y las naftas 20%, todo adicional a los incrementos que ya se aplicaron.

Mientras tanto, en sintonía con los reclamos del Instituto Patria y también de intendentes y del sinuoso espacio de Sergio Massa, se anuncian cada día nuevos y crecientes aumentos nominales de subsidios y de salarios; se promueven paritarias arriba de 60%, se anuncia otra ronda de jubilaciones para los que no completaron aportes, más nuevos beneficios sectoriales en una nueva vuelta de tuerca de populismo económico, que termina profundizando el déficit y con el Banco Central emitiendo sin pausa para cubrir semejante expansión del gasto público. La inflación, claro, viaja camino de tres dígitos. Van 4 meses consecutivos con una inflación que anualizada está por encima de 100%.

Los números que presentan los especialistas son elocuentes. Con los aumentos de tarifas anunciados, la cuenta de subsidios en pesos sigue creciendo, entre 1% y 1,5% del PBI. El nuevo 'plan platita' con aumentos ficticios de salarios y jubilaciones, bonos para jubilados y desocupados y más reparto de subsidios y asistencialismo suma otro tanto. Casi 3 puntos más de déficit para llevarlo encima de 5% del Producto, cuando lo se acordó con el FMI es la mitad.

Con la inflación al 1,5% semanal y semejante panorama, no hay forma de acumular reservas con el régimen del cepo cambiario que, como reclama el cristinismo, habrá que seguir apretando. Fracaso asegurado, cada vez con menos dólares disponibles en el mercado estatizado de cambios. Los exportadores se resisten a vender al precio oficial, mientras que los importadores compran a ese valor todo lo que pueden. No se acumulan reservas ni siquiera en estos meses de mayor oferta de divisas por el complejo agro exportador. Obligado, el campo vende lo mínimo, unos usd 100 millones por día que no alcanza para cubrir la demanda de importadores y consumidores de dólares oficiales.

Por el aumento de los precios internacionales del gas y combustibles que se importan, las reservas deberán aguantar además la demanda de unos u$s 2000 millones adicionales que no estaban en la cuenta de nadie. Sin contar que los precios en general de los productos que se importan como insumos en la industria aumentaron a nivel internacional entre 10% y 20%, peor en los costos de los fletes y seguros. Por el mismo conteiner de importación, se necesitan 30% más de dólares que el año pasado. De allí que la mayoría de las empresas ya tengan cubierto el cupo de importación. No porque hayan comprado mas al exterior, sino porque los precios de lo que compran y traen son más altos en dólares que antes.

La batalla entre Alberto y Cristina, al menos en lo económico, se parece bastante a una sobre actuación de ambos. Es cierto que el ministro que Guzmán, para el mundo económico, luce mejor que las propuestas supuestamente más extremas que recomienda Cristina. Lo mismo cabe para el presidente al frente del Poder Ejecutivo, ante la eventualidad de su reemplazo por la Vicepresidenta. El todo y la nada a la vez. Porque ni Guzmán ni el Presidente ofrecen algo tan distinto al modelo económico del cristinismo. Estatismo de buenos modales, en el mejor de los casos. Que la inflación no pase de 70% y rezar. Ni levantar el cepo ni liberar la economía ni alinearse con Occidente.

Finalmente el fracaso económico de Alberto Fernández fue profundizar el modelo estatista de los economistas de Cristina. Va camino a colocar la inflación en tres dígitos anuales. La devaluación de la moneda es alarmante. Sin acceso a los mercados mundiales, en tensión permanente con los acreedores, con déficit, emisión, inflación y cepo, toda la economía trabada y perdiendo una gran oportunidad para el país que podría explotar de inversiones privadas en alimentos y energía si se liberan los mercados, se bajan los impuestos y se garantiza el derecho de propiedad a los que traen dólares para producir.

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