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Swaps y más deuda: los créditos chinos

Ironías del destino para un gobierno que hizo campaña prometiendo reducir la deuda: Argentina espera ansiosa la posibilidad de aumentar su endeudamiento con China. Además de inversiones se negocia un aumento en un Swap y modificar su uso lo que, resumiendo, implica más deuda. Las condiciones de esta deuda tienen que verse en el contexto de los préstamos no sólo a Argentina, sino a otros países.

Podemos tener algo de información gracias a un trabajo de Sebastian Horn, Carmen M. Reinhart & Christoph Trebesch sobre los préstamos que realiza China. Además de la iniciativa de la Ruta de la Seda, China está dispuesta a prestar a países con dificultades financieras. La cantidad y monto de créditos otorgados así lo demuestra. En el trabajo se identifican préstamos a más de 100 países desde el año 2000. China era ya en 2017 el principal prestamista del mundo, sobrepasando al Banco Mundial y FMI.

Sus préstamos son particularmente "opacos", ya que exigen estricta confidencialidad y no se brinda información detallada sobre los préstamos. Al no haber datos sistematizados, y ser préstamos privados, no hay muchas estadísticas o información, por lo que ese trabajo es particularmente de valioso. Tampoco reciben calificaciones y, un tema muy importante, no hay mucha información sobre cuántos de esos créditos están en ‘good standing', es decir cumpliendo formalmente.

China vs. FMI: cómo el gigante asiático cambió las reglas de la deuda externa

Rusia es un gran deudor de China, y desde el comienzo del conflicto con Ucrania, las posibles dificultades económicas que tenga la economía rusa afectan su capacidad de pago. No sólo hay intereses geopolíticos entre China y Rusia por petróleo, tecnología o dominio comercial. Hay una simple y primitiva preocupación por lograr cobrar los créditos ya desembolsados. Pareciera que Rusia es el principal deudor de China, habiendo recibido más de u$s 125 billones, y el conflicto con Ucrania (que también es deudor pero en montos mucho menores) genera fuertes dificultades para el cobro. Al menos eso era lo esperado. Parece que, al revés, hay una oportunidad mayúscula para cobrar con petróleo ruso que -también por cantidades desconocidas- parece estar saltándose las restricciones y llegando a China a valores por debajo del mercado.

Como China presta a varios otros países, si la calidad de la cartera se deteriora, no sería difícil prever que haya más dureza en desembolsar nuevos préstamos. Argentina va a pedir más fondos pesar de ello. Es decir, no sólo están nuestras propias dificultades y déficit eterno, fragilidad política y pésimo manejo del tipo de cambio, sino que estamos tocando el timbre a un prestamista que tiene otros problemas grandes que atender.

Es interesante la experiencia de refinanciación que cuentan Horn et al. Desde 2008 se han reestructurado por lo menos 71 préstamos con algún problema, mucho más que en el resto del mundo. Tantas reestructuraciones pueden ser porque se prestó a quienes ya tenían problemas, o porque las condiciones hayan sido un poco más severas. El sistema de resolución de crisis chino rara vez reduce el valor nominal, sino que se prorroga el préstamo en el tiempo, con lo cual los problemas no se resuelven sino postergan. Estos préstamos pasan a ser entonces muy onerosos a menos que haya un verdadero esfuerzo por parte del deudor o si puede ser pagado en especie, como Venezuela, Ecuador y otros.

Por qué China compite con el FMI como prestamista de emergencia

Argentina es un deudor riesgoso. Tenemos déficit lo que implica que no sólo no podemos pagar sino que necesitamos que nos presten aún más. Debemos considerar que no se pide dinero para construir infraestructura, sino para cubrir gastos corrientes. En nuestro caso, es aún más exagerada la dificultad ya que se toma deuda en yuanes o dólares para venderlos a importadores a tipo de cambio oficial. Se gastan pesos y se deben dólares o yuanes. Obtener un nuevo crédito en estas condiciones se celebra como un gol de Messi.

Los créditos son buenos cuando son para algo que genera fondos o generar algo que perdura en el tiempo, que es justo que lo pague más de una generación.

Pedir dinero para gastarlo inmediatamente y que lo tenga que pagar la próxima generación es muy arriesgado. Pedir dinero a un acreedor que tiene reglas de juego diferentes o que el resto de los actores de la economía no conoce puede generar diferencias o privilegios entre acreedores. Pedir dinero para seguir gastando y que se acumulen las deudas no es prudente.

El problema es la inflación, no el dólar

Escuchamos permanentemente que la deuda con el FMI es causal de muchos problemas. Sin embargo no la estamos pagando. Cada nuevo desembolso en realidad es un nuevo préstamo que se usa para pagar intereses de un préstamo más antiguo. Es altamente probable que la deuda con el FMI sea más barata que con China. Sea cual sea la tasa de unos y otros, siempre hay que intentar pagar primero la deuda más onerosa. Pedir más de la deuda más cara sólo demuestra que no hay nadie más dispuesto a prestar al país.

Todo país debería honrar sus deudas. A diferencia de las empresas, los países no desaparecen. El cumplimiento de los compromisos es parte esencial de la credibilidad de un país. Así que hay que prestar doble atención al asumir compromisos que sean de muy difícil cumplimiento. No serán los miembros de este gobierno los que paguen esta deuda, ni tampoco sus sucesores. Seremos todos los argentinos los que con nuestro esfuerzo tendremos que honrarlo, sea cual sea el uso que se le dé. 

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