Opinión

Los peligros de las políticas industriales nacionalistas

A medida que China, Europa, Estados Unidos e incluso países como India adopten políticas industriales nacionales, minimizando el libre comercio en el proceso, muchos mercados emergentes y países más pobres están destinados a sufrir.

Las grandes economías, en particular, se han embarcado en subsidios históricos sin precedentes o han introducido nuevas regulaciones comerciales que favorecen a las empresas nacionales sobre la competencia global. Estados Unidos líder de la globalización y "free trade policies" parece haberse embarcado en esta tendencia.

Una parte de las razones del auge de este tipo de políticas implementadas por Estados Unidos es competir con China, e incluso aislarla, al priorizar la fabricación nacional sobre la competencia extranjera como opción a la confrontación. La guerra en Ucrania también ha desencadenado una legislación proteccionista en Rusia.

Los pasos de Estados Unidos para reducir su comercio con China y un aumento importante de los subsidios para favorecer la producción local sobre el desarrollo global de nuevas tecnologías, se han acelerado, aunque la Administración de Biden afirma que las políticas de su gobierno son el resultado de un debate democrático y, por lo tanto, representan necesariamente un compromiso. Su gobierno propone "eliminar el riesgo" y no "desglobalizar" en lo que dicen que es ya un mundo desigual, más injusto por el ascenso de un país como China que no juega con las mismas reglas que todos los demás.

Comenzando con la administración de Trump y acelerado bajo la administración de Biden, la realidad es que, en los últimos años, Washington ha priorizado reubicar la producción manufacturera en los Estados Unidos. Por lo tanto, los críticos en el extranjero argumentan que la nueva política industrial de Estados Unidos es proteccionista y fomenta la competencia desleal.

La política industrial de EE.UU. debería alentar la adopción generalizada de las mejores tecnologías en el país y en el extranjero en lugar de favorecer la producción nacional, que solo limita la difusión de la tecnología y la aísla del mundo.

Washington puede sentirse frustrado por las dificultades de la competencia con China, pero esa no es razón para descargar esa frustración con el resto del mundo. Menos si dicha política implica presionar a terceros países para que excluyan a China de las inversiones, la contratación pública, el desarrollo de infraestructuras, el comercio y la financiación.

El clásico enfoque transaccional estadounidense (ganadores y perdedores) frustra el objetivo de reordenar el sistema económico mundial, ya sea para limitar el poder militar de China, los acuerdos comerciales, la tecnología o acelerar la adopción de tecnologías verdes.

Los recientes problemas de suministro de semiconductores contribuyeron a las propuestas de las administraciones de Biden y Trump de invertir en producción local. Pero a pesar de lo aterrador que ha sido la escasez de semiconductores, es realmente la excepción que confirma la regla. En realidad, las economías de mercado se adaptan rápidamente a la escasez; los proveedores dominantes casi nunca boicotean la venta a los clientes

Además, las políticas de "Compre Nacional" (productos estadounidenses) en realidad cuestan puestos de trabajo. Cuando Estados Unidos impone requisitos de Compre Nacional a la contratación pública, o establece "reglas de origen" restrictivas o requisitos de contenido local a las importaciones, estos requisitos elevan los costos de cualquier compra gubernamental y erosionan la competitividad de los productos estadounidenses al encarecer demasiado las exportaciones tal como como se está volviendo evidente con los requisitos de alto y restrictivo contenido nacional del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá de 2020, donde cada vez se producen menos automóviles para la exportación en América del Norte.  Mientras tanto, hay más inversiones en China por parte de las empresas automotrices con sede en EE.UU., para llegar a ese mercado asiático.

La esperanza es que por encima de las posiciones nacionalistas triunfe el mercado. Las estadísticas parecen respaldar esta expectativa: en el 2021, las exportaciones de EE.UU. a China fueron de $151.100 millones, un 21.4% ($26.600 millones) de incremento desde el 2020; las importaciones de Estados Unidos desde China fueron de $506.400 millones, un 16.5% ($71.600 millones) de incremento anual, de acuerdo al U.S. Department of Commerce.

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Comentarios

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  • RN

    Raul Nieto

    30/03/23

    Mas allá que la competencia global entiendo es el camino para el desarrollo, con la actitud imperialista de China y sin olvidar el apoyo explicito a Rusia en su invasión a Ucrania, al haber reaparecido lideres totalitario dispuestos a generar muerte y destrucción debe llevarnos para proteger nuestras libertades a sancionar como ciudadanos y consumidores a los responsables que son China Rusia Iran Corea del Norte y otros

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