

Una nueva comitiva de dirigentes peronistas aterrizó en Wall Street, con la idea de mostrar a los ejecutivos y gestores de fondos que miran a América latina, que un eventual triunfo de la fórmula Fernández-Fernández no generará una ruptura en la relación con el mundo financiero. El grupo, integrado por algunos intendentes bonaerenses y representantes gremiales, entre otros, buscó transmitir la sensación de que la oposición puede ser un canal de gobernabilidad, por la capacidad del PJ de abroquelarse cuando accede al poder.
El mensaje también fue transmitido a Washington, en donde fueron recibidos por funcionarios del Departamento de Estado. El discurso en ese ámbito fue más específico: prometieron buenas relaciones con la Casa Blanca, con aceptación incluso de algunos temas de su agenda, como ser la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
La posibilidad de que el discurso que transmitieron los visitantes perfore el escepticismo de los brokers que tienen en su poder activos argentinos es muy baja. En Nueva York las opiniones sobre el giro que dio el kirchnerismo son poco esperanzadoras: consideran a Alberto Fernández como una marioneta de Cristina Kirchner y no creen que esté a la altura de lo que demanda la crisis argentina. Su foco está puesto ahora en la actitud que tome Sergio Massa, ya que si finalmente acepta unir sus fuerzas a la fórmula que integra la ex presidenta, elevará las chances de que gane en primera vuelta y con ello potenciará el temor a un default de la deuda.
Aunque esta visión no es homogénea, está bastante extendida. Lo que hay que resaltar es que también hay en EE.UU. lecturas menos dramáticas. La Casa Blanca y el FMI preferirían trabajar con Mauricio Macri, pero son pragmáticos de punta a punta y aceptarán sentarse a discutir lo que sea con quien sea. No dejarán que asome otra Venezuela después de haber avalado un crédito para la Argentina de u$s 57.000 millones.
En esta misma línea de pensamiento, otros analistas tienen una explicación para los gestos de moderación que ofrece el peronismo: están empezando a entender que los desafíos del 2020 no se pueden afrontar sin una base de apoyo interno y externo. “Están todos asustados , dijo un economista que trabaja en Wall Street. “Me parece un buen síntoma porque entienden que van a enfrentar limitaciones .
El mundo tal vez ayude en lo financiero, porque si crece el escenario recesivo habrá más incentivos para que baje la tasa y eso favorece a emergentes en problemas como nuestro país. Pero a la vez habrá menos divisas de exportaciones si se profundiza la guerra comercial. A nivel local, la pregunta es quién dentro del sector privado estará en condiciones de subirse a una recuperación. De todos modos, todavía falta dar un paso clave: votar.














