BEAR MARKET

Locura, caos e incertidumbre: hacia un sendero desconocido de tasas de interés

Cosas muy extrañas han acontecido en esta pesadilla en la que se ha convertido el 2022. De repente rompieron a la deuda británica y forzaron a que el BOE (Banco Central de Inglaterra) anunciase una sorpresiva e histérica nueva ronda de QE de emergencia comprando bonos soberanos británicos para sostener su estrepitosa caída. 

Es como que se puso de moda este delirio actual en donde habrá que romperlo todo porque es mas importante conseguir una rápida estabilidad de precios sin importar demasiado las consecuencias, lo cual me suena a un formidable error del cual podríamos arrepentirnos todos muy en breve, y para ello basta con recordar lo acontecido en 2008. 

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No hace mucho tiempo atrás que Wall Street presagiaba un petróleo cómodamente sobre 150 dólares y hoy con suerte puede operar sobre los 80. Lo del petróleo y lo de Inglaterra son ejemplos de una multiplicidad de eventos verticales y sumamente paranoicos que han afectado al 2022. ¿Por qué entonces tanta paranoia?

El corazón central de toda valuación de activos radica en las tasas de interés, las cuales cumplen el rol de definir el factor al que se descuentan los flujos de fondos futuros. 

De esta forma, todo salto en las tasas de interés genera una corrección universal en las valuaciones respectivas a través de dos mecanismos principales. Primero, si suben las tasas de descuento, el valor presente de los flujos de fondos futuros es menor. Segundo, una suba de tasas de magnitud puede generar una reacción recesiva que afecte el tamaño nominal de los flujos de fondos futuros y que también contribuya a la baja del valor del activo al cual estos flujos se refieren.

Una suba de tasas de magnitud puede generar una reacción recesiva.

Ante un embate muy sostenido de tasas hacia arriba que comenzó en enero 2022 pero que se exacerbó a partir del sorpresivo mensaje que Powell dio en Jackson Hole el 26 de agosto de este año, el resto de los mercados ha ajustado brutalmente en consecuencia. 

No sólo el mercado de acciones viene sufriendo el embate de tasas, sino que además los mercados de monedas y de commodites han sido severamente castigados al punto tal que casi todas las acciones están en bear market y también casi todos los commodities se suman a esa misma categorización.

Normalmente, el mercado puede digerir tasas más altas. Lo que se le hace imposible de tolerar es no saber cuál será el sendero de tasas para un futuro razonablemente mediato, ni la velocidad a la cual se convergería a una tasa terminal de equilibrio . 

Y estamos precisamente en este escenario, uno en donde, de la mano de una inflación que enloquece respecto a su impredecibilidad, se suma una Fed confusa y confundida, más un Banco Central Europeo más confundido que confuso que, ante una inflación norteamericana que hoy por hoy supera el 8% anual, salió literalmente a romperlo todo y el mercado tomó nota: casi todo está coqueteando más o en menos en la zona de los mínimos alcanzados en junio de este año.

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La Fed entiende mejor que nadie lo relevante que es el efecto riqueza detrás de un nivel determinado del mercado accionario. Un mercado subiendo implica mayor riqueza accionaria individual y por lo tanto, un efecto riqueza positivo que potencia al consumo y a la inversión

Por el contrario, un mercado accionario bajando es uno con efectos patrimoniales negativos que retraen al consumo y a la inversión. Esto último es lo que precisamente tenemos hoy, una Fed que cada vez que el mercado de acciones subió, lo salió a romper de nuevo porque entiende que hasta que la inflación no esté definitivamente vencida, todo factor que juegue en favor de alimentar al consumo es severamente rechazado.

De esta forma, Powell -especialmente desde su discurso en Jackson Hole- le puso un severo techo al mercado de acciones y pareciera que ni el mismísimo Satanás conoce el piso. Todo para frenar una inflación que danza al 8% anual aún cuando, si se pasan de rosca, quizá en sólo tres meses el mercado gire desde una preocupación inflacionaria a una recesiva y deflacionaria

¿Corre la Fed el riesgo de cometer un error de política monetaria matando un mosquito con un misil? Por supuesto que sí, pero, para darle la derecha a la Fed, nadie sabe a qué velocidad se desacelerará la inflación. Claramente el colapso que estamos observando en commodites, especialmente petróleo y gasolina, juegan en favor de imaginar un escenario de fuerte baja en el headline CPI (inflación general) en un futuro cercanamente inminente.

El problema de todo esto es que la única forma en que esta formidable incertidumbre pueda empezar a desvanecerse es a través de la resolución de la incertidumbre con el paso del tiempo y con la observación de nuevos datos macroeconómicos que apunten hacia un escenario de desinflación. 

Probablemente la desinflación ocurrirá en breve, pero de su mano también empezaremos a observar todo el daño que esta restricción monetaria global les impartirá a las economías del mundo entero. ¿Será el colapso de commodities una señal que anticipe la recesión global que se nos viene en breve? ¿Será la deflación global el debate que se ponga de moda?

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