Análisis

El comercio con China, en vilo ante la posibilidad Milei presidente

Nunca antes el vínculo comercial con nuestro segundo socio comercial estuvo tan en vilo ante una elección presidencial. Qué implica la propuesta de Milei de "no hacer pactos con comunistas" y dejar el comercio con China en manos de privados.

Las próximas elecciones presidenciales pueden significar un antes y un después en la relación con la República Popular China, segundo socio comercial de Argentina. En declaraciones realizadas con el periodista Tucker Carlson el 15/09, Javier Milei afirmó "No solo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas no entran ahí. Los chinos no entran ahí. Putin no entra ahí. Lula no entra ahí... eso no quiere decir que los argentinos no puedan comercializar, eso es problema de los argentinos" (min. 28). Postura que ratificó en sucesivas entrevistas posteriores.

Sin juzgar la racionalidad de la idea, la propuesta de tener relaciones comerciales con China sin lazos políticos con "comunistas" resulta sencillamente impracticable.

El principal obstáculo que encuentra la propuesta de Milei con la realidad es el siguiente: la relación entre el Estado "comunista" chino y las empresas privadas es, cuanto menos, muy estrecha. Me detengo en este punto porque es uno de los aspectos más diferentes que tiene China respecto al resto del mundo y el que tal vez explique la confusión del candidato libertario.

La existencia de libre mercado y competencia en muchas áreas de la economía, la presencia de las principales marcas globales en China y la libertad de consumo lleva a la confusión de muchos analistas, que afirman que China es una economía "capitalista", en la que por un lado existe un pujante sector privado que desarrolla la economía y por otro lado un aparato estatal, liderado por el Partido Comunista, que oprime a los primeros. Nada más lejos de la realidad. Solo para realizar una enumeración sintética:

- Las empresas estatales denominadas SOEs (por State Owned Enterprises) tienen un peso predominante en la economía china.

- La mayoría de las provincias y municipalidades son shareholders de las principales compañías privadas radicadas en su territorio.

- Prácticamente la totalidad de las grandes compañías privadas tienen joint ventures con empresas estatales.

- Es el Estado el que decide en cuáles áreas de la economía hay libre mercado y en cuáles no.

El reciente libro publicado por la economista china Keyu Jin, "The new playbook of chinese politics", le pone números a este fenómeno: En 2019, había más de cien mil propietarios privados que tenían empresas conjuntas con empresas estatales, cinco veces más que en 2000. En 2019, sesenta y tres de las cien compañías chinas más grandes eran SOEs. Pero además, todas (!) estas SOEs tienen al menos una joint venture con una empresa privada. Lo mismo ocurre a la inversa con los mayores propietarios privados: la mayoría de ellos tienen una joint venture con empresas estatales. La división entre el Estado y los privados que plantea Milei no existe en la realidad.

Apliquemos esta situación al caso concreto argentino: China es el segundo destino de nuestras exportaciones después de Brasil. Los principales productos que le vendemos son carne de vaca, soja y cereales. En el caso de la carne, los frigoríficos que la procesan para su exportación son previamente autorizados por el gobierno chino. Sin autorización de "los comunistas" no hay exportación de carne. En el caso de soja y cereales, COFCO, la principal comercializadora de granos del mundo y la agroexportadora más grande de Argentina es de propiedad estatal china.

¿Se puede tener relaciones comerciales con China rompiendo relaciones con el Estado chino? En la práctica, es imposible.

Aunque luego no lleve adelante su propuesta por impracticable, las declaraciones de Milei, quién además acusó a China de ser un "Estado asesino donde no hay libertad" , dejan al comercio exterior argentino en una situación delicada considerando como actúa la diplomacia china, más sútil y práctica, cuando quiere responder a ofensas contra su país.

Basta ver el ejemplo de Australia para imaginar un escenario muy factible: al inicio de la pandemia, el gobierno de Australia se sumó a la narrativa, en ese momento impulsada por Donald Trump, que China debía responder internacionalmente como responsable de la generación del virus. La respuesta del gobierno chino fue suspender las importaciones de carne por "problemas higiénicos y de etiquetado" en los frigoríficos australianos y además aumentar el arancel de la cebada australiana.

Poner en riesgo el comercio con China, nuestro segundo socio comercial, además del comercio con Vietnam (quinto socio comercial, también comunista), sin mayor motivo que "no hacer pactos con comunistas" dejaría a Argentina en una situación delicada en términos comerciales y de inversiones, en un momento donde la economía tiene poco margen de error y no existen mercados alternativos para colocar la mayoría de los productos que comercializamos con estos países. 

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