Deuda, cambios bruscos y dólar quieto

En países desarrollados, las empresas pueden lograr financiación a largo plazo y sobre todo pueden lograr refinanciar sus deudas. Cuando -como en estos últimos semestres- la tasa de interés sube los pagos por intereses aumentan notablemente pero el capital sigue disponible. Puesto en términos contables, se afectan los resultados pero no el patrimonio de la empresa.

Los países también están afectados por cambios en la tasa de interés. Pero aunque sea más cara la refinanciación, suele estar disponible según la credibilidad del país. En Argentina tenemos dificultades hasta para pagar los intereses, y no hay intentos de reducir la deuda. Por el contrario, la deuda aumenta constantemente porque se refinancian tanto el capital como los intereses. Así, podemos ver que la deuda total ha pasado de u$s 323 mil millones en 2019 a más de u$s 400 mil millones. Subió algo más durante este período presidencial que durante el anterior a pesar del pago de 'buitres' y déficit acumulados.

El reciente pago al FMI usa recursos que deberían ser parte de las reservas. Asimismo, se utilizó el swap chino cuyo costo no conozco. ¿Será que la historia se repite como cuando, con un dólar que valía $3, se canceló en 2006 la deuda con el FMI tomando un crédito muchísimo más caro con el gobierno de Venezuela? No tiene sentido pagar una deuda barata para tomar una cara, a menos que sea obvio que nadie quiere prestarnos barato.

Swaps y más deuda: los créditos chinos

El encarecimiento de la deuda tiene muchos efectos negativos y -al menos por ahora- ningún efecto positivo. Los fondos necesarios serán cada vez mayores. Habría que tener una extraordinaria confianza en el futuro para suponer que dentro de un tiempo se habrá reducido el déficit fiscal tanto más que lo que sería necesario reducirlo ahora. Es un gordito que no sólo posterga la dieta para el lunes sino que aprovecha para darse un atracón. Ah! y el lunes no dice de qué mes será.

En los últimos meses han subido notablemente las inversiones financieras. Hay muchas interpretaciones, desde cambio de ciclo político o mejores expectativas por fin de la sequía hasta que pocos quieren tener riesgo soberano. Esta última explicación es válida para acciones pero no para bonos. Es cierto que los bonos privados tienen tasas negativas y el spread con títulos públicos sigue siendo gigantesco. Creo que hay que agregar a las posibles explicaciones la continua intervención del Tesoro y BCRA para mantener el tipo de cambio sin saltos bruscos.

Respecto a esta intervención hay otro tema de preocupación: habría que analizar cuidadosamente los flujos de fondos del BCRA, ya que los fondos del swap chino, cuya tasa desconozco, se utilizan para diversos pagos y para vender dólares a importadores. Eso me preocupa mucho ya que nos endeudamos todos los argentinos para que algunas empresas obtengan dólares baratos.

El problema es la inflación, no el dólar

En Finanzas sabemos que las empresas deben ganar más que el costo de su deuda para poder pagarla. También sabemos que las inversiones en el sector real son las únicas que pueden hacer crecer un país. En Argentina hemos descuidado, digo más, castigado a las empresas. Es muy difícil ser rentable sin acceso al crédito, precios controlados, inflexibilidad y regulaciones. Sólo lo logran quienes participan de un sector con alta protección de las importaciones o quienes reciben algún tipo de subsidio o crédito promocional.

Así, hemos logrado que trabajando no se pueda mantener el capital, mucho menos la rentabilidad. Por supuesto, siempre habrá diferencias. La recomposición de precios relativos que se había iniciado -dolorosamente- durante el gobierno anterior se ha revertido. Pagamos todo el costo de cambiar para volver atrás, no solo con las tarifas de servicios públicos o con la carga impositiva. No opino si antes o ahora es mejor, pero sí estoy convencida que los vaivenes son brutales.

Datos y conclusiones realistas

Tal vez un caso extremo sea el que relata el productor agropecuario Salaberry de La Pampa. Cito textualmente su tuit para tener una dimensión del problema. "Hoy se necesitan 2,25 vaquillonas preñadas para llegar a 1 índice Merval; cuando en marzo de 2020, con media (0,5) vaquillona preñada teníamos 1 índice Merval. Hoy se necesitan 812 kg de ternero para llegar al valor del Merval; el mínimo fueron 197 kg de ternero en marzo de 2021".

Así estamos, con más deuda, con algunos beneficiados y otros todo lo contrario, con grandes vaivenes... y todo para mantener un dólar quieto.

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