En los próximos días, cuando se conozca en detalle cómo pagará la Argentina las obligaciones financieras del 9 de enero por unos u$s 4.300 millones, se logrará aproximar una respuesta a una cuestión que se discute hace días en los mercados: por qué el ministro Luis Caputo de golpe ahora explica que hay que ir lo menos posible a colocar bonos soberanos en Wall Street, y que el equipo económico evalúa distintas alternativas para “no depender tanto” de los mercados internacionales.
Tal vez aún Argentina pagaría dos dígitos y el Gobierno razonablemente no quiere convalidar esa tasa. Se suponía que esa restricción, en caso de que fuera exacta, se podía superar a partir de los anuncios del plan para recomponer reservas, y la buena performance del Gobierno en el Congreso con el Presupuesto y próximamente la Reforma Laboral, iniciativa que parece más cerca de pasar la Cámara Alta, después del número inapelable que el oficialismo logró en el Senado para la ley de leyes y el proyecto de inocencia fiscal.
Pero el Ministro en la red X respondió que “ojalá” no haya una nueva emisión de deuda soberana en enero. Como se descuenta que el Gobierno sin duda, pagar va a pagar, todavía esta novedad no afectó en absoluto el riesgo país que se mantiene en la zona de 575 puntos.
Por lo pronto Economía dice que ya tiene en caja unos u$s 2.000 millones vivos y perfumados para girar a los acreedores. Para el resto, el Presidente declaró que los bancos internacionales ya ofrecieron 7.000 millones. Excluida por el propio Ministro la alternativa que se esperaba, de una colocación global de un bono con ley extranjera como ahora autoriza el Presupuesto, que se confirme un repo con la banca mundial sería un alivio. Otra opción como pedir autorización al Tesoro de EEUU para usar el swap abriría suspicacias, ni hablar si el auxilio se le pide de China, ya sería un papelón.

Se menciona el entusiasmo en el entorno de Caputo con el futuro Fondo de Asistencia Laboral que sería creado por la Reforma a tratarse desde el 10 de febrero. En la teoría, con 9 millones de trabajadores formales registrados, podría juntar unos u$s 3500/4000 millones por año. Habrá que ver cómo y si finalmente se aprueba ese fondo en el Congreso, y aún si avanzara, tampoco termina de resolver el problema del financiamiento.
Argentina tiene que juntar a grandes números unos u$s 20.000 millones para pagar sus compromisos en 2026. Mitad intereses, mitad capital. Semejante agenda no se resuelve solamente colocando bonos en el mercado local. Parecía claro que el camino era seguir haciendo los deberes para bajar el riesgo país, y tratar de volver cuanto antes a colocar deuda en Wall Street.
Develar la incógnita sobre el mensaje del Ministro, que no habla por hablar y es un reconocido experto en el mercado de bonos, algo podría decir también sobre el futuro del dólar. El principal alivio -que en parte explica la estabilidad del presente- es cómo se ha desplomado después de las elecciones la compra de dólares del público: en noviembre apenas u$s 1.100 millones, la sexta parte de los u$s 6.600 millones de septiembre, y cinco veces menos que los u$s 5.400 millones de octubre.
La demanda de la gente existe, va a continuar, pero no se desmadra. Si esto se mantiene, el ingreso de dólares del campo más la energía pueden aportar entre u$s 40 y u$s 50 mil millones. La gente se llevaría para ahorro y turismo entre u$s 10 y u$s 15 mil millones; el BCRA dice que va a comprar entre u$s 10 y u$s 17 mil millones, se necesitan u$s 20.000 para capital e intereses de la deuda y falta contar la demanda de los importadores y las empresas que desde 2026 podrán girar dividendos.
Podrían estar parte de los casi 20.000 millones liberados de las cuentas del blanqueo, está lo que pueda venir del plan colchón y el ingreso de capitales productivos y financieros. Y el récord de depósitos en dólares arriba de los u$s 35.000 millones. Son intocables, pero derivan encajes que se contabilizan como reservas.
Aún con todo ese blindaje, otra vez podría ocurrir que, a un determinado precio, tan bajo como el del año electoral, no haya dólares para todos. Y si la inflación no cede, alimentarla con la suba del dólar por intervención oficial será un dilema. Dependerá finalmente de cuánto realmente compre el Gobierno y cuánta deuda en dólares se logre colocar para financiar los vencimientos. Por eso es clave que Argentina vuelva cuanto antes a los mercados internacionales y de allí que el anuncio de Caputo inquieta, independientemente de a qué obedezca o por qué lo dijo.
Hasta dónde los éxitos políticos del Gobierno en el Congreso se traducirán ahora en mayor confianza de los mercados y consecuente reducción del riesgo país es un capítulo que deberá escribirse en las próximas semanas. Está claro que, en el caso del Presupuesto, parece más importante la señal política que el texto aprobado de la ley en sí. Sobre todo, porque la holgura de voluntades que votaron con el Gobierno (46 vs 25 en contra), permite suponer que la media sanción de la Reforma Laboral en febrero estaría más cerca.
La proyección de gastos y recursos sancionada luce bastante voluntarista en materia cambiaria, de inflación y recaudación. Y quedó la Ley sin buena parte de los recortes que el Gobierno había reclamado en el gasto. Con las rebajas de impuestos propuestas en el anexo de la Reforma Laboral y los compromisos asumidos con gobernadores aliados, algunos economistas están haciendo cálculos que ponen en duda la capacidad del Gobierno de cumplir en 2026 el superávit comprometido.
No hubo finalmente proyecto de reforma impositiva, pero aún en el duro esquema actual hubo un alivio para el sector privado. El economista Nadín Argañaraz calcula que, entre la fuerte baja del impuesto inflacionario, la eliminación del impuesto país y la rebaja de retenciones, aranceles e impuestos internos, este año los privados pagaron unos u$s 10.000/15.000 millones menos en impuestos que en 2024, de 2 a 3 puntos del PBI.
Un apunte final para el entretenimiento político del verano. El pacto tan eficiente logrado entre el Gobierno y el Peronismo incluidos los K para nombrar auditores permite especular con acuerdos similares para nombrar jueces, ministros de la Corte o al jefe de los fiscales. El Presidente lo negó categóricamente en diálogo con el periodista Luis Majul.
Dijo que “no es el momento” de nombrar jueces “porque no están los dos tercios en el Senado”. Afirmó que avanzaría sobre esa agenda “cuando no haga falta pedirle los votos al kirchnerismo”. Para El Presupuesto y la Ley de Inocencia fiscal juntó 46, sin los votos del kirchnerismo. Con dos más tiene 48, dos tercios de 72.


















