El blanqueo de trabajadores puede fracasar si no se reducen los costos laborales
En rigor, la iniciativa que ha pasado por las orcas caudinas de los gordos y es el único resabio que queda del ambicioso plan de reforma laboral que promovió el Gobierno Nacional, y que no sería aprobado en el Parlamento, como lo señaló el senador Miguel Angel Pichetto, sin la conformidad de los aliados de la CGT.
Aparentemente solo se logró para esta iniciativa, y alguna otra que no está ligada al objetivo central de bajar el costo laboral argentino. En rigor, el blanqueo beneficia al empleador que se presente perdonando los costos de la registración del pasado, condonando la deuda previsional y eventualmente la fiscal ligada al marco laboral, y liberando al presentante de las eventuales imputaciones de la Ley Penal Tributaria y sus accesorios.
Pero al momento que uno declara a una persona para blanquearla, tiene que hacerse cargo no solo de la registración en legal tiempo y forma, sino que también se debe hacer cargo del nivel salarial que corresponde al convenio colectivo aplicable, al pago de todos los adicionales, y en particular, el pago de los aportes y contribuciones a la seguridad social, al fisco, y a los sindicatos respectivos.
Con un ejemplo se podrá observar con claridad el problema planteado. Si el salario del trabajador abonado en negro era de $ 20.000, el costo en negro para el empleador era igual a la suma que recibía el dependiente, o sea, reiteramos, $ 20.000. En cambio, si la misma suma de $ 20.000 se liquida en forma registrada, el trabajador pasa a percibir de bolsillo $ 16.000 (después de practicarle las retenciones), y al empleador le cuesta un total de casi $ 40.000, si computamos el grossing up para que el trabajador cobre el mismo importe neto que antes de la registración, más las cargas sociales conformadas con los aportes y contribuciones a la seguridad social (incluyendo asignaciones familiares, ART, régimen jubilatorio, obra social) más las que van con destino al sindicato (cuota sindical, cuota de solidaridad, contribuciones especiales, aportes para la educación, contribuciones especiales para sindicatos o federaciones, cuotas de la mutual, etc.), y por último debemos computar la incidencia de la aplicación de la Ley de Contrato de Trabajo en materia de aguinaldo, vacaciones, licencias pagas, recargos especiales, jornada, descansos, etc.
Por ende, lo que antes de la registración representaba una suma de $ 20.000, el costo laboral argentino determina que el empleador se deberá hacer cargo de un costo final de no menos del doble, o sea, $ 40.000.
Todo lo expresado es sin perjuicio de otros costos invisibles como los servicios de terceros y asesoramiento para llevar los libros y registros en legal forma, el cálculo de otras prestaciones adicionales (viandas, ropa de trabajo, adicional por guardería, comedor, reintegro de gastos, viáticos, etc.) En rigor, éste es el verdadero desafío que debe afrontar quien blanquea.
En otros términos, el empleador debe analizar si al blanquear, el nuevo costo laboral resulta rentable dentro de los términos y alcances de su negocio real. Ese es el obstáculo fundamental, teniendo en cuenta además, que este tipo de recursos alcanza en forma tangencial a las empresas líderes y a las compañías medianas y grandes.
En rigor, serán las Pymes las que cuentan con mayores posibilidades para blanquear, y entonces deberán enfrentar el fuerte impacto de los nuevos costos.
En definitiva, para que la ley de blanqueo sea exitosa debería contemplar estos cambios para permitir un soft landing, con mecanismos que atenúen los nuevos costos en forma gradual. Por ejemplo, un mecanismo posible sería el de hacer una excepción en el pago de las contribuciones patronales en forma gradual. Por ejemplo, tener una reducción del 100% el primer año de registración, y el 50% el segundo año. Con ello no solo se mejora el escenario de acceso al costo laboral sino que además se asegura de algún modo la permanencia del trabajador registrado en el empleo, ya que estos beneficios siguen a la persona en forma individual, y se pierden si el trabajador se desvincula.
En síntesis, los procesos de blanqueo solo pueden ser exitosos si se contemplan los efectos de su ingreso dentro del contexto de todo lo que debe asumirse cuando pasan del mercado clandestino al registro legal en blanco, teniendo en cuenta además, que debería ser un factor de fomento del empleo, y no un sistema que incentive la evasión o que produzca desocupación.