Cómo renacer en la difícil ruta a la nueva normalidad

Don Juan tenía un negocio exitoso que mantuvo por más de 20 años, un puesto de choripán ubicado en la Ruta 9 camino a Rosario, a la vera de la autopista, con siete empleados y más de 200 clientes que cada día querían disfrutar de su parrilla. Sus clientes, los choferes de camiones, lo tenían como lugar de cita obligada a la hora del almuerzo al paso.

Tenía un hijo que estudiaba con excelentes calificaciones en la universidad, y que nunca se aproximó al negocio. Don Juan quería premiarlo y le costeó el MBA en la Universidad de Harvard, donde se graduó con honores.

Al regresar en plena pandemia de Covid-19 el hijo le presentó a su padre un pormenorizado informe con todos los fundamentos por los cuales, en el contexto que actualmente vivimos, debía abandonar su negocio y cerrarlo definitivamente. Mientras, el hijo era candidato a un puesto importante en el Ministerio de Economía al que finalmente accedió y nadie sabe qué fue de él.

Don Juan obró por intuición y preservó su capital de trabajo cuidando a sus empleados, mejoró las instalaciones que ya tenía a la vera de la ruta, y con medidas de prevención, de distanciamiento social, y con el uso de todos los medios para evitar contagios, preparó una caja térmica para quién compraba el choripán para llevar, y volvió a abrir su puesto con un éxito mayor que el que tenía antes de la pandemia.

Cómo te va no es independiente de lo que hagas. Esta introducción adaptada a estos días proviene de una de las inolvidables charlas con Juan Carlos de Pablo.

Cómo y cuándo se desarrolló la etapa pre-pandemia, cómo se enfocó la estrategia de la crisis del coronavirus, y cómo se diseñó la estrategia del renacimiento, fueron y son vitales para reactivar la operación hibernada y volver a crecer.

Si bien es cierto que no debemos nunca olvidar de dónde venimos, volver a un mundo totalmente distinto al que conocimos antes del Covid-19 y adaptarse a él puede ser crucial para la supervivencia de las empresas privadas.

Tenemos más de un millón de nuevos desempleados confirmados, con un 50% o más de pobreza, además de que más de 1.500.000 puestos de trabajo que quedaron paralizados en las pymes sin saber si regresarán a la actividad (las de menos de 100 trabajadores), un tercio de las sucursales de las cadenas ya cerró y no abrirá nuevamente, el 50% de los locales de los centros de compras y de las locaciones comerciales se han desalquilado o se cancelaron las concesiones, y uno de cada tres dependientes no sabe qué será de su futuro laboral.

En medio de ese contexto, existen empresas, organizaciones, grupos de trabajo, emprendedores y viejos lobos de mar que siguieron creciendo, aprovechando muy bien los nichos en los cuales se generó mayor demanda de servicios, de trabajo, de creatividad y de innovación.

Basta con citar a MercadoLibre con el fortalecimiento de sus negocios y en la creación de nuevos productos y alternativas de servicio entre las empresas más grandes, y al auge inusitado del delivery en lo que hace a los servicios puerta a puerta como los brindados por Rappi, Glovo o PedidosYa.

Dejando de lado los que crecieron durante la pandemia, ahora se presenta el desafío para los que estuvieron paralizados por el Covid-19, de cualquier tamaño, que no hayan advertido los cambios de paradigmas y fracasarán frente a otras que triunfarán en la misma actividad, sencillamente por haber observado con cuidado cómo rotaron las necesidades y las apetencias de los clientes. Un ejemplo claro son el turismo, la gastronomía, el comercio en general, y sobre todo, calzado, indumentaria, suntuarios, y productos durables.

Ya todos sabemos que habrá dos mundos que no se reformularán: el Estado nacional provincial y municipal y el universo de los subsidios y de los planes sociales. Es un hecho que 32 millones viven de lo que producen solo unos 12 millones de personas. En gran medida, la miseria moral de la política ha provocado miseria económica.

En esencia seguirán siendo un lastre los dos ejes principales que no generan riqueza y que provocan en forma sistemática un aumento del gasto público, destruyendo paso a paso la cultura del trabajo, si se sigue abultando el mundo de los subsidios.

¿Qué demandará el futuro inmediato?

Claramente, las empresas necesitarán:

  • A- La moratoria y la reestructuración de la deuda por la AFIP ANSeS, sobre todo cuando han cumplido con planes de pago, pagos en cuotas y diferimientos.
  • B- El ATP y la continuidad del pago del 50% de los salarios con el piso y tope existentes o con otro mejorado.
  • C- La condonación de las contribuciones patronales como ayuda económica a las empresas en estado crítico e importantes dotaciones.
  • D- Créditos a tasa cero y con varios meses de gracia, como aporte al capital de relanzamiento.
  • E- La postergación de las obligaciones fiscales y previsionales hasta que se logre un porcentaje de la facturación histórica.
  • F- La reformulación del costo laboral integral, para mejorar la competitividad.
  • G- La reforma impositiva y previsional laboral, como reforma de fondo, que deben asumir como iniciativa el Poder Ejecutivo y que debe tratar el Congreso Nacional.
  • H- Los convenios colectivos de crisis para el relanzamiento de la actividad plena de las empresas.
  • I- Y, por último, la reestructuración de la deuda bancaria.

Necesitaremos una cuota importante de buena suerte que no es otra cosa que la conjunción de una buena preparación que se encuentra con una buena oportunidad (Séneca), en un marco de solidaridad, de humildad, de empatía, de liderazgo con integridad, de fortaleza frente a la adversidad, desde un ángulo de la conciencia individual y colectivo. Habilidad, discernimiento y compromiso son necesarios para el renacimiento dentro de la nueva normalidad.

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