Ni pertenecer a otro ámbito, ni una pandemia, ni la economía argentina siempre tambaleante frenarían al desarrollador Gerardo Azcuy cuando se propuso cruzar el arte con sus desarrollos inmobiliarios. Por tercer año consecutivo se abre la convocatoria para el Premio Azcuy, organizado en alianza con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que este año premiará a la obra seleccionada, que se ubicará en el hall de uno de los edificios de la desarrolladora, con $ 1.200.000.

En diálogo con Clase Ejecutiva el empresario contó por qué sigue apostando al premio en contextos tan adversos, recordó cómo surgió la idea de llevar arte a los edificios que construye y adelantó qué otras acciones vinculadas al mundo artístico tiene en carpeta.

"Una obra de 12 mil metros cuadrados es un proyecto que lleva cinco años. Dentro de esos cinco años y en la Argentina vas a estar lleno de motivos para abandonar y para posponer. Nunca es un buen momento. El buen momento pasa a ser siempre", reflexionó Azcuy consultado sobre por qué sigue adelante con el concurso en una economía que no parece repuntar tras el año de la pandemia.

El Premio Azcuy invita a artistas o colectivos de artistas, emergentes o consagrados, argentinos o extranjeros, a presentar un proyecto especialmente concebido para ocupar de manera permanente alguno de los espacios comunes del edificio DONNA Reggia, el tercero de los desarrollos de la Serie DONNA que la compañía está construyendo en el barrio porteño de Caballito.

En una primera etapa se seleccionarán cinco proyectos finalistas, cada uno de los cuales recibirá $80.000 para ajustar y desarrollar sus propuestas en profundidad antes de presentarlas nuevamente ante el jurado. Luego se seleccionará al ganador, quien será premiado con $1.200.000 y la producción de su obra, cuyos costos serán asumidos enteramente por Azcuy.

"¡Cómo voy a discontinuar un trabajo que año tras año se ha ido mejorando e instalando como uno de los premios más importantes del país! Para nosotros es un orgullo poder explorar este vínculo entre arte y arquitectura y entre lo que es el mundo de la comunidad artística, con esa mirada que es siempre distinta a la de lo empresarios, arquitectos e incluso a la de los que compran las unidades", reflexionó el desarrollador.

Horas antes de abrir la convocatoria, Azcuy recordó cómo se le ocurrió instalar obras de arte de primer nivel en los halls de los edificios que construye y el momento en que se dio cuenta que debía dar un paso más, animarse a algo grande, como lanzar un premio.

"Siempre me gustó en los halls tratar de jerarquizar con una buena obra. Al principio empecé con galeristas y artistas amigos, a quienes encargaba obra. Después llegamos a una nueva escala de edificios y nos dimos cuenta que teníamos que hacer algo un poco más sofisticado", explica.

Y continúa: "A un artista le encargas algo; un galerista te recomienda qué iría bien en tal lugar; pero cómo haces para que un artista te haga algo especial para tu edificio. Nos dimos cuenta que teníamos que hacer un concurso".

Una vez lanzado a concretar su idea, Azcuy necesitaba un socio que lo guiase por un camino que desconocía. "Nosotros no teníamos el expertise para llevar adelante semejante acción y fuimos viendo las posibilidades. Nos encantó contactar al Moderno, nos encantó la bienvenida y las posibilidades que ellos nos ofrecieron de trabajo en equipo", recordó.

La directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Victoria Noorthoorn, forma parte del jurado encargado de seleccionador al proyecto ganador. Integran también la nómina Claudia del Río (artista rosarina), Eduardo Basualdo (artista porteño), Juan Canela (curador, director artístico, Z®ONAMACO; Ciudad de México y curador asociado, MAC, Panamá), Alejandra Aguado (curadora, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires), Gerardo Azcuy (fundador y director general de AZCUY) y Sol Juárez (gerente de Proyecto Creativo e Innovación de AZCUY).

"Para los artistas es muy entretenido porque normalmente no tienen la posibilidad de trabajar en esta escala. Una cosa es hacer un cuadro y otra pintar el techo de un lobby que tiene 30 metros de largo. Se pone muy interesante, es un cambio de escala", sostiene Azcuy.

A medida que transcurrieron las ediciones y comenzaron a gestarse los proyectos ganadores el equipo de trabajo de la desarrolladora se enfrentó a nuevos desafíos, por ejemplo, el paso del tiempo.

"Tuvimos que empezar a tener en cuenta cómo envejece una obra. El horizonte de vida de un edificio son 50 años como mínimo y la obra tiene que acompañar todo ese tiempo. Tenemos que tener en cuenta que puedan aparecer problemas de humedad o mantenimiento", advierte.

Y cuenta las peripecias que atraviesan con las dos obras ganadoras que ya están en ejecución: "La de Adriana Bustos estamos estudiando todo un sistema especial porque es un fresco en el techo. La estamos haciendo en chapa, la vamos a sostener con imanes al techo. Con la de Diego Bianchi estaba la posibilidad de hacerlo en chapa, pero teníamos miedo que se oxide, así que hicimos toda una peripecia para hacerla en acero inoxidable".

El futuro

Los desarrollos inmobiliarios de Azcuy se ubican principalmente en el barrio de Caballito, en las inmediaciones de la avenida Pedro Goyena. Aunque en los últimos años la zona se erigió como un polo gastronómico, la oferta cultural aún es escasa.

"Caballito hoy no tiene una propuesta de encuentro con el arte. Mi idea es armar como un pequeño distrito. Por eso es muy importante la continuidad y el trabajo en el tiempo. En diez años habrá diez edificios con diez obras emplazadas en un sector relativamente acotado de la ciudad y eso tiene una fuerza inédita, nos gusta mucho esa idea", apunta.

Para los próximos meses planea lanzar una segunda versión, paralela, del Premio Azcuy. A la par, esta en proceso de armado una fundación desde donde otorgar becas y ya se encuentra proyectada en uno de los edificios en construcción una sala de exposiciones.