Los secretos y misterios de "El mirador del ahorcado": qué historia hay detrás de los muros que custodian una vieja y derruida mansión en avenida Entre Ríos

La vivienda, que permanece en pie aunque tapiada y acoge una historia tenebrosa, que se remonta a principios del siglo XX.

Por San Cristóbal circula una leyenda cuyo conocimiento fuerza a la gente que pasea por el barrio los días de lluvia a pensar dos veces en mirar arriba: es podrían encontrarse con el fantasma del ahorcado, como se conoce sintéticamente la historia detrás de una derruida y vieja mansión que se levanta en la Avenida Entre Ríos, al 1081

La vivienda, que permanece en pie aunque tapiada y acoge una historia tenebrosa, que se remonta a principios del siglo XX.

En 1926, la casa fue habitada por dos familias, cada una de las cuales ocupaba distintas plantas del edificio construido por el reconocido Arq. Virgilio Colombo por pedido del entonces empresario de calzado Leandro Anda, la cual contaba con un local comercial y dos accesos.

En una estaban los Rocatagliatta, inmigrantes italianos con antecedentes militares, donde marido y mujer completaban la familia con dos hijos mellizos de 17 años.

En la planta baja, vivía la familia Zick, que eran inmigrantes origen húngaro, y cuyo padre de familia también contaba con pasado militar, en este caso en la Legión Extranjera, de la cual había desertado en África, por asesinar a un oficial durante un juego de dados. Tenía, además, una bella hija adolescente.

Lo que sucedió fue que las familias entablaron relaciones de amistad, y no paso mucho tiempo hasta que los dos hermanos quedaran enamorados por la belleza de la hija de los Zick.

La versión que circulaba era que ella no quiso elegir entre uno y otro y empezó a coquetear con los dos, lo que generó una rivalidad entre los hermanos que desencadenarían en los trágicos hechos sucedidos durante la noche del 17 de mayo de 1927.

Aquel martes por la noche, en medio de una tormenta, Vittorio escuchó a su Emannuel susurrar el nombre de la jovencita, "Amparo", entre sueños y no pudo contener su furia y terminó ahorcándolo con sus propias manos. Tras el crimen, se dirigió a la terraza e improvisó un lazo con un rollo de alambre de colgar la ropa y lo usó para colgarse de las vigas del techo.

Impresionado por la escena, y a pesar de haber visto horrores en la guerra, el padre de los mellizos tuvo un ataque al corazón y murió ante el cadáver de uno de sus hijos a metros del palomar de la casa.

A partir de ahí todo fue tristeza, abandono y dolor. Amparo huyo a Brasil y sus padres al poco tiempo volvieron a Europa.

La única que quedó fue la madre de los mellizos, Glorietta, que siguió sola habitando la casa, que poco a poco se iba deteriorando al igual que su salud mental. Dicen los vecinos que se la solía ver pasar largas horas mirando desde la ventana del cuarto que había sido de sus hijos, y donde muchos años más tarde encontrarían su cuerpo en avanzada descomposición y parcialmente devorado por roedores.

Con el correr de los años el edificio fue cambiando de dueños. Uno de ellos fue Ivanildo Menezes y su esposa Marie, Pai de Santo, que utilizaban la propiedad como templo umbanda y sobre los cuales se tejieron innumerables rumores sobre las actividades allí realizadas.

También se cuenta que mientras la casa se utilizó como inquilinato, antes de ser internado en el borda, allí vivio Solaris, el mítico personaje autoproclamado extraterrestre, quien habría inspirado a Eliseo Subiela para su Film "Hombre mirando al sudeste"

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