Descubrimiento histórico: arqueólogos descubren 200 tumbas de la dinastía Qing
El Instituto de Reliquias Culturales y Arqueología de Xianyang descubrió sepulcros pertenecientes a la última dinastía imperial de China.
En una expedición en Xianyang, arqueólogos del Instituto de Reliquias Culturales realizaron un importante descubrimiento. En áreas no exploradas de la región, hallaron más de doscientas tumbas milenarias con una antigüedad de hasta 2000 años.
Entre los sepulcros descubiertos, 13 pertenecían a la destacada dinastía Han, tres a la influyente dinastía Tang y dos a la dinastía Ming. Sin embargo, el descubrimiento más destacado incluyó siete tumbas pertenecientes a la dinastía Qing, última dinastía imperial de China.
Xianyang, una puerta hacia el pasado de China. Fuente: Archivo El Cronista.
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El descubrimiento que pone en duda nuestra visión de la dinastía Qing
En las periferias de Xianyang se realizó un importante descubrimiento arqueológico. Un total de 263 sepulcros, que datan de los Estados Combatientes Tardíos y de las dinastías chinas, fueron encontrados en una extensión de 500 metros cuadrados.
Los sepulcros de los Estados Combatientes Tardíos proporcionan detalles sobre un periodo caracterizado por la inestabilidad política y militar en China. En contraste, las tumbas de las dinastías chinas ofrecen información detallada sobre la evolución de la cultura y la sociedad en la región.
Además, este descubrimiento sugiere que Xianyang fue un lugar importante en la tradición funeraria de la Antigua China.
Xianyang, un tesoro arqueológico de dos milenios. Fuente: Archivo El Cronista.
¿Qué fue la dinastía Qing?
La dinastía Qing, que gobernó China desde 1644 hasta 1912, marcó el final de las dinastías imperiales en el país. Antecedió a la dinastía Ming y fue sucedida por la República de China.
Su establecimiento tuvo lugar cuando el clan Manciú de Aisin Gioro fundó un estado multiétnico con sede en Mukden a principios del siglo XVII. En 1644, el emperador Shunzhi, segundo monarca Qing, derrotó a la dinastía Ming, consolidando el control sobre Pekín.
En esta era, China vivió una fase de expansión territorial y crecimiento económico. En el siglo XVIII, el imperio Qing alcanzó su máxima extensión, cubriendo una superficie que superaba los 13 millones de kilómetros cuadrados.
No obstante, enfrentó diversos desafíos, entre los que se incluyen corrupción administrativa y presiones de las potencias occidentales. Estos obstáculos fueron factores determinantes en el declive de la dinastía, que finalmente culminó en 1912.