La espiral inflacionaria golpea de lleno a las empresas de consumo

El alza de los costes de la energía, las materias primas y el transporte enfrenta a los productores y distribuidores de alimentación ante la necesidad de elevar precios para amortiguar el impacto en España.

Miércoles por la mañana. El consejero delegado de una importante empresa de alimentación se acerca a Juan Roig, presidente de Mercadona. "Juan, vamos a tener que hablar", le dice, en clara referencia a la subida de costes que está azotando el sector y la necesidad de los productores de trasladar parte de ese gasto a los contratos con la distribución. 

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"Calidad, calidad y calidad, eso es lo que toca ahora", le responde el presidente de la mayor cadena de supermercados de España, con una cuota de mercado de cerca del 25%. La conversación muestra el clima que se ha vivido en el 36 Congreso Aecoc de Gran Consumo, celebrado esta semana en Barcelona.

La tensión es máxima y no ha habido una conversación en la que no se haya tratado el tema. De hecho, ha saltado más allá de los encuentros privados. La bomba de relojería que tiene el sector de consumo entre las manos explotó desde el primer minuto. "No parece que el incremento de los costes vaya a durar poco. Las empresas están tratando de absorber este impacto todo lo que pueden, pero más allá de eso estamos abocados a que suban los precios", señaló Ignacio González, presidente de Aecoc, durante la inauguración del Congreso.

La "tormenta perfecta", como se han referido a ella varios directivos esta semana, incluye un incremento del coste de las materias primas (más del 22% de media), del transporte marítimo (un 328%) y de la energía (se ha multiplicado por seis en apenas un año). Pero mientras el IPC general ha subido un 4%, el de la alimentación lo ha hecho un 1,7% por el momento.

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"Hemos subido los precios de algunas marcas para defender nuestra estructura financiera", explica Ignacio Muñoz, CEO de Angulas Aguinaga. "Es una realidad que tenemos delante y, si se mantiene, vamos a tener que afrontar una subida", dice Javier Dueñas, CEO de Campofrío. "No hacerlo pondría en riesgo la viabilidad de muchas empresas", afirma otro alto directivo.

La distribución pone pie en pared

Algunos grupos de supermercados reconocen en privado que tarde o temprano -ya está ocurriendo, aunque de una forma aún mitigada- van a tener que ceder a la presión de los productores y aceptar un alza de precios. Ahora bien, no lo van a poner fácil.

No es casualidad que Juan Manuel Morales, presidente de Eurocommerce y director general de IFA, que agrupa a la mayor parte de las cadenas de supermercados regionales del país, dijera en su ponencia que "el margen de los productores ha subido (2010-2018) del 16% al 18,2%, mientras el de los retailers ha bajado del 4,2% al 2,7%" en el mismo periodo. 

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El mensaje era claro: os toca apretaros el cinturón. Pero un buen ejemplo de cómo están los ánimos es que, ante los casi 1.000 participantes en el Congreso, Sara de Pablos, CEO de Suntory Beverage & Food Spain y presidenta de Anfabra, la patronal de los refrescos, le respondiera: "Cada año gano menos. Tenemos una pérdida de margen continuada a lo largo del tiempo".

El problema para la distribución alimentaria es que sus márgenes son muy ajustados, lo que le deja muy poca capacidad para asumir parte del coste de la inflación sin repercutirlo al consumidor final. En otros sectores, como la electrónica de consumo, varios distribuidores han descartado por ahora un alza de precios, al tener más capacidad para apretarse el cinturón.

Además, el mercado alimentario es ultracompetitivo y el precio es clave para atraer clientes o no perderlos. La pandemia no ha hecho más que acrecentrar esta realidad: Lidl y Aldi fueron dos de las tres cadenas con implantación nacional que más crecieron en 2020. De hecho, antes de las tensiones inflacionistas, se hablaba de una guerra de precios en el sector, que ahora se ha transformado en una batalla por tratar de no subirlos.

El problema de fondo es quién paga la inflación. Parece claro que la distribución no lo hará y trata de que recaiga lo menos posible sobre el cliente, mientras los productores llevan ya meses absorbiendo el alza de costes y empiezan a estar con el agua al cuello. Y "lo peor está por llegar", afirma Ignacio González, presidente de Aecoc.

El sector quiere ser escuchado

Donde no hay hostilidades, sino una firme convicción de caminar unidos es en la reivindicación del papel del sector del consumo y su petición de ser más escuchado por las administraciones. Con cerca de un 20% del PIB en la mochila y más de 4,5 millones de empleados, la pandemia ha servido para mostrar la importancia de la industria y sus empresas no quieren dejar pasar ahora la oportunidad de elevar el tono para situarlo a la altura de otros sectores como la energía o las telecos.

Tras hacer autocrítica sobre la falta de unión del sector en el pasado, los mensajes han sido unánimes en en Congreso de Aecoc y han tenido como principal destinatario al Gobierno. El exceso de regulación, el efecto de una subida fiscal sobre la recuperación, el impacto que tendría sobre el empleo un alza de los costes laborales o la falta de un mercado común a nivel nacional son sólo algunos de los mensajes que se han escuchado.

Han ido acompañados de una mano tendida, pero también de una advertencia. El sector se ha ofrecido para liderar la salida de la crisis, pero el escenario económico es "incierto y complicado", los niveles de actividad previos a la pandemia "no se recuperarán hasta al menos el año que viene" y las empresas no están para soportar "palos en las ruedas" de la recuperación.

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