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La variante Ómicron del covid-19 es la culpable del extremo y acelerado brote que están viviendo prácticamente todos los países en los que la cepa más contagiosa conocida al momento ya circula, con picos de casos que marcan números inimaginables en olas previas.
Argentina no queda exento de este panorama y día tras día marca récords de contagios empujados por las fiestas de fin de año y una temporada de verano que promete ante restricciones prácticamente nulas: este jueves 6 de enero se rompió la barrera de los 100 mil contagios con 109.608 positivos en tan solo 24 horas.
Estados Unidos, por su parte, rompió el récord mundial desde el principio de la pandemia con más de 1 millón de casos nuevos detectados este lunes.

No obstante, esta nueva ola que, según expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), prácticamente "eclipsa" a los números informados en brotes previos de SARS-CoV-2, no parece tener su correlato en las internaciones en terapia intensiva y los fallecimientos: pese a que estas tasas se encuentran a la suba, no se acercan a los peores momento de olas anteriores y tanto los expertos como los gobiernos se muestran esperanzados respecto a que Ómicron se manifiesta con presunta menor gravedad.
Así, los contagios récord junto al comprobado efecto de las vacunas a la hora de contener las enfermedades más graves hace pensar en un término más que repetido en los últimos dos años: la famosa "inmunidad de rebaño".
¿Qué es la inmunidad de rebaño? en palabras de la OMS: "Es la protección indirecta contra una enfermedad infecciosa que se consigue cuando una población se vuelve inmune, ya sea como resultado de la vacunación o de haber presentado la infección con anterioridad", es decir, que cuando muchos individuos generan anticuerpos -de forma natural o artificial- el virus no encuentra dónde reproducirse y baja su transmisibilidad e incluso puede llegar a morir.
Ahora, teniendo en cuenta las altas tasas de contagio que la variante Ómicron ostenta, generando anticuerpos naturales en los ya infectados, la pregunta del millón es: ¿Será esta la cepa que finalmente permita a la humanidad alcanzar la inmunidad de rebaño? ¿Es una estrategia eficiente apuntar a generar inmunidad a través de los contagios? Los expertos no se muestran tan positivos.

LA IMUNIDAD DE REBAÑO A TRAVÉS DE LA VARIANTE ÓMICRON, ¿ES VIABLE?
Luis Ostrosky, jefe de enfermedades infecciosas con la Escuela de Medicina McGovern del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, se refirió a esta cuestión que esperanza a los gobiernos de todo el mundo ante la extrema expansión de Ómicron: "Se ha hablado mucho de que esto es así, la gran ola que finalmente infectará a la mayoría de las personas", apuntó.
En esta línea, recalcó la pequeña esperanza de que una ola de este tipo pueda generar "un nivel de inmunidad colectiva" lo suficientemente alto para que el SARS-CoV-2 se convierta en un virus endémico, con un comportamiento más similar al del influenzavirus -virus de la gripe común- con brotes estacionales controlados y vacunas constantemente actualizadas para controlar y disminuir los casos graves.
Según la Clínica Mayo, ante la alta transmisibilidad de Ómicron se precisa un 94% de la población inmunizada para detener la transmisión del virus, un número que el planeta se encuentra muy lejos de conseguir: al día de la fecha, solo el 59,5% de la población mundial tiene, al menos, una dosis, con desigualdades muy marcadas entre los países ricos y los pobres.

Es por esto que Ostrosky no apuesta al método de los contagios masivos para lograr la inmunidad de rebaño ya que este tiene una serie de errores y consecuencias más que negativas.
La primera de ellas se trata del tiempo de duración de la inmunidad generada de forma natural al contraer la enfermedad: "Siempre empezamos a ver una disminución de los anticuerpos a los pocos meses", explica el especialista.
Además, la inmunidad natural se da de forma distinta en cada individuo: mientras que algunos generan anticuerpos altos y eficientes, otros tal vez no logran siquiera un nivel de inmunidad suficiente para no volver a contagiarse al poco tiempo, por lo que este método resulta inestable en comparación con las vacunas.
En segundo lugar, la desventaja más arriesgada de apostar a la inmunidad de rebaño a través de los contagios es la cantidad de vidas que pueden perderse o dañarse fuertemente en el intento: la suba de contagios inevitablemente implica más fallecimientos, sea más agresiva la cepa o no.
Finalmente, la última cuestión que posa a los especialistas en contra de la búsqueda de la inmunidad de rebaño a través del aumento desmedido de los contagios es que -tal como hizo Ómicron- la aparición de nuevas cepas puede cambiar de un día para el otro todo el panorama epidemiológico nuevamente.
Así lo explica claramente Ostrosky: "Una infección con esta variante en particular no garantiza la protección contra futuras variantes", opinión a la que se suma el jefe del Grupo de Investigación de Vacunas de la Clínica Mayo, Gregory Poland.
"Si surge otra mutación o variante de preocupación que evade completamente o de forma más eficiente los anticuerpos que las personas han acumulado, comenzamos de nuevo", explicó Poland, descartando la generación de una inmunidad masiva mientras el SARS-CoV-2 siga mutando.
"Es por eso que nunca hemos confiado en la inmunidad colectiva como estrategia para salir de la pandemia. Tiene un costo ", concluyó Ostrosky en este sentido, rechazando también la posibilidad de finalmente vencer al covid-19 a través de la inmunidad de rebaño generada de forma natural.

¿LA SOLUCIÓN? VACUNAR A TODO EL MUNDO
Entonces, ¿es posible llegar a la inmunidad de rebaño de alguna forma? ¿Cómo se dejan de generar nuevas mutaciones?: la respuesta es la misma desde hace un buen rato, vacunar a todo el mundo. Poland lo dice claramente: "Inmunizarnos es básicamente un arma contra este virus".
Esto se debe a dos cuestiones: en principio, la vacunación permite generar la inmunidad de rebaño de forma artificial y mucho más estable que a través de las infecciones, con tasas de efectividad controladas y conocidas y riesgos para la salud prácticamente nulos frente a la posibilidad de contagiarse y luego generar anticuerpos.
Por otro lado, la vacunación también es valiosa porque es el elemento que permitirá el pase de una pandemia a una endemia -hecho del que aún estamos lejos- debido a que una alta tasa de inoculaciones generaría menos mutaciones del SARS-CoV-2, reduciendo los riesgos de que nazcan nuevas cepas ya sea más trasmisibles como más violentas en cuanto a sus efectos o resistentes al efecto de las vacunas o incluso a los tests que actualmente detectan el virus.
Así lo indicó también el epidemiólogo de la OMS, Abdi Mahamud, quién recalcó que "las mutaciones del coronavirus SARS-CoV-2 suelen generarse especialmente en personas no vacunadas" debido a que en estos individuos, quienes suelen atravesar la enfermedad de forma más virulenta, "el patógeno tiene más posibilidades de replicarse".

Es por esto que es importante vacunar a toda la población mundial: la actual distribución desigual de las vacunas entre los países pobres y ricos es altamente riesgosa porque convierte a las naciones con vacunación menos avanzada en perfectos semilleros de nuevas cepas con efectos más intensos.
No es casualidad que la variante Ómicron haya sido detectado por primera vez en África, particularmente en Sudáfrica (aunque se cree que se engendró en países vecinos): el continente tiene tan solo al 15% de su población vacunada con al menos una dosis, efecto de la fuerte desigualdad en la distribución de vacunas que, por un lado, ya tiene a países aplicando cuartas dosis mientras otros ni siquiera han podido proteger con la pauta completa a su personal de salud.
Frente a este contexto, Ostrosky concluye sombríamente: "Veo a Ómicron como una advertencia final", condena, ya que si el mundo -y particularmente Estados Unidos con sus récords de contagios exorbitantes- no hace algo "drástico y permanente" el especialista cree que se pueden generar variables mucho más peligrosas que Ómicron.














