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Diciembre se termina y el mercado ya mira el calendario con atención. El próximo 31 de diciembre vence el plazo de inmovilización de los fondos depositados en las Cuentas Especiales de Regularización de Activos (CERA), un instrumento clave del último blanqueo de capitales.
Desde el 1 de enero de 2026, esos depósitos (siempre y cuando superen los u$s 100.000) pasarán a ser de libre disponibilidad, tal como establece la Ley 27.743. La pregunta que empieza a ganar volumen no es jurídica ni técnica, sino financiera: ¿a dónde irá ese dinero?
El dato no es menor. A fines de junio, la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) informó que los activos regularizados en cuentas CERA y en los ALyC ascendían a u$s 24.467 millones. Es una masa de capital relevante, concentrada y con una característica central: hasta ahora estuvo condicionada por la reglamentación del blanqueo, pero en pocas semanas quedará sin corset normativo.
Durante el período de inmovilización, esos fondos no estuvieron necesariamente quietos. La normativa habilitó su inversión en títulos públicos, nacionales, provinciales, municipales y de la Ciudad de Buenos Aires, acciones que cotizan en el mercado local, Obligaciones Negociables (ON), fondos comunes de inversión y fideicomisos orientados al financiamiento de MiPyME.
También se canalizaron hacia proyectos inmobiliarios nuevos o con un grado de avance inferior al 50%. Todo ese dinero, tanto lo invertido como lo que permaneció en las cuentas especiales, quedará liberado desde el primer día de 2026, es decir, que se podrá mover sin restricciones.
En términos de mercado, eso equivale a un evento de liquidez con potencial para mover precios, flujos y decisiones de portafolio.
Con ese telón de fondo, el foco se desplaza del pasado al futuro. La salida del “lock-up” de las CERA abre un nuevo capítulo para esos dólares: reinversión local, dolarización externa, rotación hacia activos financieros, o simple espera en caja.
Blanqueo sin efecto derrame en la industria de fondos
Rodrigo Benítez, economista jefe de MEGAQM, en diálogo con El Cronista, aseguró que en la industria de fondos se siguió de cerca el impacto de las cuotas especiales del blanqueo.
Explicó que el resultado fue acotado, pues ingresaron unos u$s 570 millones a fondos en moneda dólar y alrededor de u$s 70 millones adicionales a fondos en pesos. En el contexto del volumen total exteriorizado, es una cifra marginal.
La explicación está en la composición del blanqueo. Benítez analizó que una parte relevante se dio en el tramo más atomizado, con montos inferiores a u$s 100.000 por contribuyente.
En esos casos, los fondos se depositaron en cuentas CERA, pero tuvieron rápida libertad de movimiento: “Pudieron migrar a otros activos, retirarse en efectivo o destinarse a distintas operaciones. Para esos montos nunca rigió la restricción que vence a fin de este año”, señaló.
Y agregó: “Si bien inicialmente se depositaron u$s 22.165 millones en cuentas CERA, se estima que cerca de u$s 4000 millones ya fueron retirados por contar con libre disponibilidad”, comentó el experto.
Los depósitos menores a u$s 100.000 comenzaron a salir pocas semanas después del cierre de la operatoria. Aun sin cifras oficiales finales, todo apunta a un blanqueo altamente atomizado: “El promedio exteriorizado en efectivo por cuenta rondó los u$s 65.000. En los hechos, la mayoría de los contribuyentes tiene libre disponibilidad desde hace tiempo y en las CERA quedaron básicamente los saldos de mayor volumen”, advirtió.
Ese diagnóstico se confirma con otro dato contundente. Menos del 3% de los fondos exteriorizados llegó a la industria de fondos comunes. Por eso, el impacto esperado es mínimo", aseveró Benítez.
En otros vehículos, especialmente donde pesaron las emisiones de deuda privada, la liberación de fondos no dependerá solo del vencimiento legal, sino también del calendario de amortización de los instrumentos suscriptos, comentó.
Benítez es claro al concluir que no se espera un movimiento significativo en la industria de fondos. “Incluso, dado el menú de inversión disponible en el mercado local, existe una probabilidad alta de que muchos contribuyentes opten por permanecer en los instrumentos actuales aun después de vencido el plazo”.
Más dólares en circulación, pero sin shock cambiario
Santos Barrio, co-Founder y Gerente Comercial de LB Finanzas, dijo a este medio que, lo más probable es que la mayoría del dinero se recircule dentro del sistema financiero local, puesto que muchas de las cuentas han tenido “buenas ganancias en dólares con sus inversiones” por lo que considera poco probable que vendan la posición para llevarse el efectivo “abajo del colchón”.
Barrio opinó que por la idiosincrasia local y el tamaño del mercado de capitales argentino “es probable que la mayoría de este capital vaya a moverse al mercado inmobiliario, especialmente si hay alguna reforma que mejore el tratamiento impositivo de las rentas de alquileres”.
En lo que Barrio sí está de acuerdo es en que la liberación de este capital implica mayor volumen de dólares en circulación por los mercados financieros.
“Sí las cuentas en ALyCs mantienen sus posiciones (lo que considera más probable) y parte de los fondos bancarios se recirculan al mercado de capitales sea de forma directa o a través de fondos de inversión, puede ser un factor importante para dinamizar el mercado. En un mercado de poca profundidad como el local, si se capta una gran parte de esos u$s 20.000, va a tener un impacto claro en la formación de precios” advirtió.
En lo que respecta al dólar, Barros descarta que la liberación de estos fondos vaya a tener un impacto significativo en el mercado, sea al apreciar inmediatamente al peso o al cambiar el comportamiento actual del tipo de cambio.

Obligaciones negociables, el activo estrella para canalizar el blanqueo
Isabel Botta, Product Manager en Balanz, identificó tres destinos principales para los fondos regularizados. En primer lugar, comentó que existe la posibilidad de que una parte de esos fondos vuelva a salir del sistema o permanezca en cajas de ahorro sin ser movilizada.
“Sin embargo, en un contexto de mayor estabilidad macroeconómica, esta alternativa tendería a perder relevancia”, señaló.
En segundo término, Botta anticipó una porción de los fondos podría destinarse al consumo, con un efecto positivo sobre la reactivación de la actividad económica.
Finalmente, y como escenario más esperado por la estratega, los fondos podrían volcarse hacia inversiones, tanto locales como internacionales.
Botta destacó que una parte de los saldos en cuentas CERA provino de transferencias desde brokers del exterior, lo que abre la posibilidad de que parte de ese capital vuelva a canalizarse fuera del país.
Dentro del universo de inversiones, las ON aparecen como el “instrumento preferido” para una parte importante de los inversores, en particular aquellos que históricamente mantuvieron fondos inmovilizados por una mayor aversión al riesgo.
“En este contexto, resultan atractivas las tasas en torno al 8% que ofrecen compañías de primer nivel, especialmente si se considera que, incluso en escenarios de mayor volatilidad, estos instrumentos mostraron un comportamiento relativamente estable”.
Frente a los retornos recientes de los bonos soberanos, este escenario podría favorecer una mayor preferencia por activos con rendimientos similares, pero con menor volatilidad. En este grupo se destacan, entre otras, las ONs de Genneia 2033, Tecpetrol 2030 e IRSA 2035, indicó Botta.
Para este perfil de inversor, las obligaciones negociables representan una alternativa adecuada para canalizar el ahorro hacia inversiones con un balance razonable entre riesgo y retorno, dijo la estratega.
A su vez, una mayor demanda por estos instrumentos podría derivar en una compresión de tasas hacia adelante, en la medida en que se consolide un escenario de mayor estabilidad macroeconómica y continúe la caída del riesgo país.
Con relación con este último punto, Botta identificó dos efectos adicionales relevantes. Por un lado, podría observarse una mayor presión sobre el dólar contado con liquidación (CCL) si los inversores deciden posicionarse nuevamente en activos internacionales, al tener en cuenta que las cuentas CERA solo permiten operar en el mercado local.
“Por otro lado, una mayor oferta de dólares en el mercado y un mayor interés inversor favorecerían que las empresas sigan con acceso al financiamiento vía emisiones de deuda”, aseguró.
Dado que una parte relevante de los fondos regularizados aún permanece en cuentas bancarias especiales y no se volcó al mercado de capitales, su eventual canalización no solo contribuiría a la reactivación económica, “sino también a la acumulación de reservas, ya que los dólares obtenidos por financiamiento serían liquidados en el MULC, lo que otorgaría mayor margen al Gobierno para la compra de reservas”, concluyó la experta.
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