Por qué los bancos centrales se equivocan tanto en sus pronósticos

La Fed, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra fallaron en prever que la inflación seguiría aumentado y sobreestimaron la velocidad de su descenso.

El Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés) celebra esta semana un 'Festival de los Errores', para celebrar las lecciones aprendidas de los desastres financieros del pasado lejano. Algunos dirían que ellos, y sus pares en otros bancos centrales, deberían centrarse en errores más recientes.

Las economías avanzadas están experimentando el brote de inflación más agudo -y duradero- en toda una generación. Sin embargo, casi todos los responsables de la fijación de tasas de interés no supieron ver hasta qué punto las presiones sobre los precios se dispararían, y se mantendrían, a pesar del récord de estímulo monetario y fiscal.

La mayoría de los responsables de la Reserva Federal no previeron que la inflación aumentaría y sobreestimaron la velocidad de su descenso. Los economistas del BoE y del Banco Central Europeo (BCE) subestimaron la magnitud y la persistencia de la inflación. En todo el mundo, las malas previsiones han contribuido a que los banqueros centrales no hayan cumplido su principal cometido: mantener la estabilidad de precios.

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La incapacidad para detectar la inflación no sólo ha hecho que los banqueros centrales corran el riesgo de inestabilidad financiera al tener que subir las tasas mucho más rápido de lo habitual, sino que ha amenazado la credibilidad de instituciones que dependen de la confianza para dirigir la economía hacia un crecimiento sostenible.

Stephen King, asesor económico senior de HSBC, achaca su fracaso colectivo a que los responsables de fijar las tasas confían demasiado en su propia capacidad para controlar las expectativas del público sobre lo que ocurrirá con los precios en el futuro.

En tiempos normales, las normas que rigen las decisiones de las empresas en materia de precios y las demandas de los trabajadores de subas salariales pueden verse influidas por los propios objetivos de inflación de los banqueros centrales, en torno al 2%.

Pero lo que las previsiones no mostraron es que esas reglas sólo se mantienen cuando la inflación es estable en términos generales. Una vez que las presiones sobre los precios se disparan -y se mantienen altas- la gente empieza a creer que "el banco central está diciendo tonterías ahora". El escepticismo abunda, y los datos de la inflación llegan a importar más que la insistencia de los bancos centrales en que sus políticas pueden sofocar las presiones sobre los precios.

El golpe a su reputación por no haber previsto la inflación ha obligado a los bancos centrales a subir las tasas de forma agresiva -hasta 75 puntos básicos en una sola votación- para convencer a los inversores y al público de su compromiso con una inflación baja.

En algunos sectores, también ha provocado un examen de conciencia.

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El BCE ha emitido un mea culpa por su subvaloración de la inflación y prometió centrarse más en la inflación core que en los modelos de previsión en el futuro. El FMI también habló abiertamente de sus "errores de previsión", aunque esta franqueza no apareció en ninguno de sus principales informes.

El BoE ha sido más combativo, argumentando que sus errores se debían menos a la forma en que elabora sus previsiones y que al resultado de grandes disrupciones como la guerra en Ucrania, que no podía haber previsto.

Mientras que otras organizaciones se han mostrado menos defensivas, los economistas advierten que el público debería centrarse menos en si las previsiones resultan ser correctas o no.

Eso, argumentan, es imposible y el público debería centrarse más en si las proyecciones dicen algo perspicaz sobre la economía en este momento.

Richard Hughes, director de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, un organismo independiente de control fiscal del Reino Unido, dijo que las previsiones siguen siendo "la mejor forma de entender el futuro, condicionada por el conocimiento del presente".

Destacó la similitud entre estas predicciones y la fijación de precios en los mercados financieros, que también se mueven a medida que cambian los hechos. "[Los mercados] 'reaccionan a las noticias', mientras que [nosotros] 'nos equivocamos'", afirmó Hughes.

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Alexandra Dimitrijevic, responsable mundial de investigación y desarrollo de Standard & Poor's, afirmó que el objetivo de las previsiones no es acertar las cifras hasta el último decimal, sino "analizar la narrativa, la dirección y los riesgos". "Por definición, una previsión nunca es correcta. La cuestión es si es útil", añadió.

Clare Lombardelli, nueva economista jefe de la OCDE, señaló que las predicciones de un invierno sombrío en toda Europa se basaban en hipótesis meteorológicas que, por suerte, fueron más cálidas de lo normal, lo que significa que se mantuvo el almacenamiento de gas y, por tanto, el crecimiento económico.

Daniel Leigh, que dirige el equipo que elabora las Perspectivas de la economía mundial del FMI -que incluyen proyecciones para cada uno de los 192 países miembros del Fondo- dijo que no predecir las principales tendencias económicas no significaba que los pronosticadores estuvieran perdidos.

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Incluso si resultan ser incorrectas, los funcionarios y ministros siguen considerando útiles las proyecciones del Fondo, porque dan una idea de la escala y explican los probables efectos dominó de las tendencias mundiales.

"La prioridad es dar a los responsables de la toma de decisiones una idea de lo que cabe esperar, pero también de los riesgos, para que puedan tomar las medidas necesarias", afirmó Leigh.

Sin embargo, otros son menos comprensivos. Mohamed El-Erian, presidente del Queens' College de Cambridge y asesor de Allianz, ha dicho que la previsión original de la Fed de que la alta inflación sería "transitoria" fue "una de las peores decisiones en décadas".

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En su opinión, si la Fed hubiera examinado más detenidamente los datos de las empresas y las implicaciones de sus propias medidas, habría detectado antes la gravedad del aumento de la inflación.

Lombardelli reconoció que los bancos centrales se enfrentan a una tarea especialmente complicada, ya que no sólo deben elaborar previsiones de inflación, sino también establecer políticas que influyan en las presiones inflacionarias a dos años.

Ese desafío es especialmente duro en un entorno como el actual, en el que las secuelas de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania son difíciles de predecir. El-Erian cree que cumplirlo resultaría difícil, sobre todo para la Fed.

 Los bancos centrales, especialmente en Estados Unidos, habían cometido importantes errores de previsión "unilaterales" sin reconocerlos. Estos errores pueden achacarse a que los modelos "no están a la altura de los importantes cambios estructurales de la economía", a que se ha tardado demasiado en tener en cuenta los "microdatos" y al pensamiento de grupo.

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