Boom del lujo: la nueva era dorada de los multimillonarios

Aunque es probable que estemos abocados a una recesión mundial, hay un colectivo que parece no poder dejar de gastar: los más ricos del mundo. Mientras que las ventas del sector distribución han retrocedido y las bolsas cayeron un 20% el año pasado, el gasto en bienes y experiencias de lujo creció aproximadamente al mismo nivel en 2022, ya que los ricos dieron rienda suelta a su espíritu consumista.

Los datos, procedentes de un nuevo estudio de Bain & Company sobre el mercado del lujo, cuestionan gran parte de nuestras ideas sobre el gasto en lujo y los ricos en general.

Para empezar, el boom del año pasado en este mercado de 1,38 billones de euros recibió el impulso sobre todo de la Generación Z y la Generación Y, que dominaron el mercado de bienes personales (incluyendo ropa de lujo, bolsos, joyas, etcétera). En Bain opinan que "el gasto de la Generación Z e incluso de la más joven Generación Alfa crecerá tres veces más rápido que el de otras generaciones hasta 2030". La preocupación de los jóvenes por el materialismo de las generaciones anteriores parece haber quedado atrás.

Este boom del lujo no ha sido impulsado por China, cuyos ciudadanos permanecieron confinados durante gran parte del año pasado, sino por EE.UU, que lideró el mercado. Y dentro de EE.UU, fue Nueva York la que se reafirmó en su condición de capital mundial del lujo. A pesar de que todo el dinero de Wall Street y Silicon Valley se ha trasladado a lugares como Miami, Los ngeles o Austin, la Gran Manzana sigue siendo el lugar al que la gente acude para gastar mucho dinero en joyas, relojes, bolsos y turismo de lujo. (No hay más que ver la apertura del nuevo Aman New York, donde una habitación puede costar hasta 15.000 dólares la noche).

He de reconocer que no me lo esperaba. Pensaba que incluso las personas con grandes patrimonios serían algo más sensibles a la fuerte caída de los precios de los activos, dado que suele tratarse de personas cuyo dinero procede en gran medida de los activos y no de los ingresos. En lugar de reflejar realmente la caída de la renta variable, su nivel de gasto ha ido en aumento.

Los expertos en lujo explican que sencillamente se ha creado tanta riqueza en las dos últimas décadas que incluso una corrección del 20% en el precio de la bolsa es un pequeño bache para el 5% del mercado. Y es este 5% el que representa el 40% de las ventas totales del mercado del lujo, según Milton Pedraza, director del Luxury Institute, afincado en Nueva York.

Además, los ricos tienen más tiempo para gastar el dinero, ya que ahora viven aproximadamente una década más que las personas de rentas más bajas, gracias a una mejor atención sanitaria, dieta, nutrición y descanso. Pedraza cree que la idea de que los ricos son adictos al trabajo es un mito. En su opinión, "ellos pueden pensar que trabajan duro cuando cierran un trato y luego se van de vacaciones". Pedraza calcula que las grandes fortunas trabajan, de media, unas seis horas al día, "por lo que están menos estresados".

Los millonarios no sólo viven más tiempo, sino que son más numerosos que antes, debido al continuo crecimiento de una clase propietaria de activos en los países en desarrollo. En opinión de Claudia D'Arpizio, socia de Bain, tras medio siglo de crecimiento acelerado, también hay más riqueza intrageneracional. "Ahora hay cinco generaciones" de consumidores de lujo que compran marcas como Vuitton, Hermès o Chanel, con las que literalmente han crecido.

Este tipo de marcas son las que mejores resultados han registrado últimamente. Lo han conseguido manteniéndose en la gama alta, en lugar de intentar atraer a la parte del mercado más grande pero más vulnerable económicamente, el 80% de los consumidores. Esta es otra de las razones del boom del lujo: el crecimiento del mercado secundario. Los proveedores de artículos vintage de gama alta están presentes en las ciudades donde viven los clientes y en los lugares donde pasan sus vacaciones. Pero también hay plataformas online para el público en general, como The RealReal, que ofrecen a los profesionales un lugar donde revender artículos usados de ropa o joyas de lujo.

Una de las diferencias más interesantes entre el boom del lujo posterior a Covid y el mercado posterior a 2008 es que, en esta ocasión, no parece preocupar el consumo ostentoso. Tal vez sea un legado de la era Trump, cuando la avaricia se vendía como algo positivo. O tal vez refleje diferentes respuestas políticas a las respectivas crisis. Después de la crisis financiera mundial, los gobiernos rescataron a las empresas. Tras la pandemia, los consumidores estadounidenses recibieron estímulos por valor de 2 billones de dólares. Está claro que se lo han gastado.

Cabe preguntarse si esta tendencia se mantendrá. Sospecho que a medida que la inflación (que también amplió el mercado del lujo en 2022 al aumentar los precios) empiece a hacer mella, veremos cómo el 80% inferior de los consumidores de lujo se desploma. Puede que estén dispuestos a comprar un brazalete de Chanel o un pañuelo de Hermès una vez al año, pero también asumen deudas que cada vez son más costosas.

En cuanto a los más ricos del mundo, su dinero -y sus estilos de vida- parecen reflejar realmente una nueva Era Dorada. No puedo evitar preguntarme cuándo y cómo acabará todo esto.

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