Escapadas de verano: estos son los pueblos más bonitos de España, según National Geographic
En vistas a las vacaciones de verano, National Geographic publicó un listado de los pueblos más hermosos de España. En qué se diferencian y por qué son ideales para conocer durante la temporada estival.
Las vacaciones de verano son una excusa ideal para conocer todas las maravillas que ofrece nuestro país. Turistas, ya sean nacionales o internacionales, suelen buscar cuáles son las opciones más interesantes para conocer dentro del territorio nacional.
Es por este motivo que National Geographic ha realizado un listado de los pueblos más bonitos de España para viajar en verano. La prestigiosa publicación ha tomado nota de algunos de los lugares más interesantes para conocer, argumentando los motivos en cada uno de los casos.
Los pueblos más bonitos de España según National Geographic
Cudillero (Asturias)
Hasta hace poco, el distintivo de Cudillero residía en el aroma a mar y salitre procedente de los escualos que pendían durante meses en las entradas de las viviendas de los marinos pixuetos. Todavía es posible encontrar algunos debido a su plato característico, el curadillo, un escualo curado al viento del Cantábrico sin sal y preparado con patatas o fabes.
Los marineros también dejaron un lenguaje propio y exclusivo de Cudillero: el pixueto, un dialecto del asturiano que, de vez en cuando, se puede oír en boca de algunos locales y que se celebra cada 29 de junio en la festividad de l'Amuravela dedicada a San Pedro.
A este santo también se le dedica la iglesia del casco antiguo, visita obligada para los turistas que, entre subidas y bajadas, continúan su ruta por la capilla del Humilladero, la Lonja o la Fuente del Canto, sin olvidar los miradores de El Pico, Cimadevilla, la Atalaya, el Faro y la Garita. Al escalar a este último, las vistas se expanden sobre el faro, el puerto y la villa.
A medida que se sube por las pendientes de los alrededores, el graznido de las gaviotas cede paso al mugido de las vacas, y la apariencia de Cudillero cambia del azul del Cantábrico al verde intenso de su interior.
Zahara de la Sierra (Cádiz)
Destellos sueltos de verdes, marrones y blancos pintan el paisaje que forma el embalse Zahara-El Gastor al pie de este pueblo gaditano. Visible desde sus inmediaciones y desde las terrazas de sus callejuelas, el trazo impresionista refleja en el agua un enjambre de casas blancas encaramadas en la ladera de la sierra del Jaral. Construcciones que descansan al abrigo de la torre del Homenaje que, junto a algunos segmentos de muralla, constituyen la herencia de la antigua fortaleza nazarí.
Al bajar por los estrechos callejones, uno se encuentra con miradores como el de la calle Olvera o el del Jardín de los Pinsapos, desde donde se puede admirar el Parque Natural de la Sierra de Grazalema.
También con la iglesia de Santa María de la Mesa, el Ayuntamiento y la indispensable Torre del Reloj, anexa a la ermita de San Juan Letrán. Su arco de medio punto y las tres campanas que coronan la fachada presiden la plaza de San Juan, llena de actividad gracias a los bares que se distribuyen por su calle homónima. En paralelo, transcurre la calle Ronda, con tabernas y tiendas de artesanías.
Trujillo (Cáceres)
Su origen hay que buscarlo en el asentamiento primitivo de Turgalium y su configuración actual en un pasado dividido en dos partes: el de origen árabe, que constituye la villa medieval, y el esplendor de la ciudad correspondiente a los siglos XV y XVI, impulsado por su papel relevante en el descubrimiento de América.
Su espléndida Plaza Mayor es el lugar perfecto para iniciar un paseo por la villa. Este lugar ya era en tiempos pasados el centro comercial, de espectáculos y celebraciones del pueblo y, hoy en día, continúa siéndolo con la Feria del Queso y la fiesta de El Chíviri. En ella confluyen casas señoriales con palacetes como el Palacio de San Carlos, erguido junto a la iglesia de San Martín, notable por su portada plateresca y sus chimeneas mudéjares.
En una visita a Trujillo también se debe admirar el Palacio de los Marqueses de la Conquista o el Palacio del Marqués de Piedras Albas. De camino al castillo se encuentra la Puerta de Santiago, rodeada de restos de la muralla árabe y flanqueada por el Palacio de Luis de Chaves el Viejo y la iglesia románica de Santiago.
Bárcena Mayor (Cantabria)
Situado en el corazón del Parque Natural Saja-Besaya, el pueblo de Bárcena Mayor se jacta de ser uno de los caseríos más antiguos de Cantabria y de España. En el mapa apenas es un rectángulo de viviendas agrupadas. Construcciones de sillería, con sus tejados rojos y sus mamposterías típicas dan la bienvenida. Simplicidad montañesa, pero de tanta perfección y cuidado que le otorgó la declaración como Conjunto Histórico-Artístico en 1979.
Sus calles adoquinadas, los artesanos que trabajan el mimbre y la madera, las casonas señoriales con balcones con geranios y soportales donde aún se almacena la leña para el invierno, el sonido del río Argoza acompañando el paseo, el lavadero que parece surgir de otro tiempo ya pasado y un entorno natural de gran belleza son méritos más que suficientes para dedicarle a Bárcena Mayor un día completo.
En la iglesia de Santa María espera un tesoro en forma de hermoso retablo barroco. Y, por supuesto, no es menor la fama de su gastronomía, con un buen cocido montañés como estrella resplandeciente en toda mesa.
Alquézar (Huesca)
Situada al borde del acantilado del río Vero, Alquézar se mantiene al borde de donde se despliegan los olivos y los viñedos de la D.O. Somontano, que siguen beneficiándose de las antiguas acequias de origen musulmán. Al cruzar el arco que conduce al casco antiguo (la única de las cuatro puertas que aún perduran) se recomienda prestar atención a los detalles para descubrir escudos de armas en los umbrales, pasajes cubiertos que se extienden sobre las calles y bares con terrazas que dan al precipicio del río Vero.
El pueblo se recorre a través de tres calles largas. En el corazón de Alquézar se encuentra la Plaza Mayor con sus soportales, que en 1528 recibió el privilegio del rey para albergar un mercado semanal. Tal vez sea por esta razón que sus hostales y restaurantes ofrecen deliciosos platos que aprovechan los productos de la Sierra de Guara y de los huertos de Barbastro o Graus.
Desde la Plaza Mayor, se presentan dos opciones: subir a la colegiata de Santa María la Mayor (siglo XVI), el antiguo alcázar del siglo IX; o bien, bajar a las pasarelas del Vero por el barranco de la Fuente. Ambas actividades pueden realizarse en un solo día, aunque se sugiere descender al río por la mañana para disfrutar de un baño refrescante y visitar la colegiata por la tarde, para admirar su claustro románico y disfrutar de las vistas del pueblo, del cañón del Vero y de las montañas de Guara.