Goirigolzarri dimite voluntariamente a la presidencia de CaixaBank
Presentará su dimisión hoy miércoles ante el consejo de administración de la entidad. Tomás Muniesa, actual vicepresidente, su posible sustituto.
José Ignacio Goirigolzarri, sin duda uno de los banqueros españoles más influyentes de las últimas décadas, abandona la presidencia de CaixaBank, la principal entidad financiera de España.
El banquero vasco, de enorme protagonismo en procesos de envergadura que tuvieron lugar en el sector financiero español, deja hoy miércoles su despacho voluntariamente como respuesta a la presión que viene ejerciendo el Banco Central Europeo (BCE) contra la actual gobernanza de los bancos nacionales, por la que los presidentes ejecutivos ejercen un fuerte control sobre la entidad, debilitando en algunos casos los poderes de los consejeros delegados.
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Así las cosas, Goirigolzarri, hombre de acción, no está dispuesto a que le digan lo que tiene que hacer, y menos aún prestar su imagen para fotos institucionales. Goirigolzarri, que cuatro años atrás llevó el peso de uno de los movimientos más complejos del sector bancario español, la fusión de Bankia con CaixaBank, dice adiós ante el consejo de administración de la entidad que se reunirá hoy; y con ello a sus responsabilidades en auditoría interna, relaciones institucionales y a la organización de las comisiones.
La decisión del todavía presidente de CaixaBank coincide con el fin de su mandato, que debía ser renovado en la próxima junta de accionistas de CaixaBank, prevista para la primavera de 2025.
Convine hacer un poco de historia y recordar que la jubilación de Goirigolzarri, que se conoció esta mañana, es su segundo retiro de la actividad profesional. En 2009 anunció su prejubilación y se mantuvo al margen de la primera línea del negocio hasta que en 2012 el Gobierno lo llamó para tomar las riendas de la que luego sería Bankia, en lugar del "ex mentor del milagro económico español", Rodrigo Rato, quien poco después cambió su lujoso despacho por una celda en la prisión de Soto del Real, tras ser condenado por el escándalo conocido como "las tarjetas black".
Así fue como el banquero llegó a Caja Madrid proveniente del Banco de Bilbao, luego BBVA, en mayo de 2012. Lo hizo con la difícil misión de reestructurar a la entidad tras el rescate público que la salvó de la quiebra. Bajo la batuta de Goirigolzarri, Caja Madrid pasó a llamarse Bankia, y no sólo logró salir de la situación de insolvencia sino también retornar a los beneficios.
Ahora todas las miradas apuntan a Tomás Muniesa, actual vicepresidente de CaixaBank, como el futuro ocupante del sillón que deja libre Goirigolzarri. Aunque no lo hará de manera inmediata ya que fuentes de la entidad catalana aseguran que habrá un periodo de transición hasta la salida definitiva de Goirigolzarri.
Reparto del poder
Muniesa, el casi seguro nuevo presidente de CaixaBank, de acuerdo a las quinielas que se están echando por estas horas, contará con un poder de decisión muy acotado. En cambio, quien reforzará su posición de mando en la entidad, cuyos propietarios de referencia son la Función La Caixa (32,2%) y el Estado español con el 17,3%, participación proveniente del rescate de Bankia, es el actual consejero delegado Gonzalo Gortázar.
En cuanto a Muniesa, es un hombre histórico de la casa (principalmente del Grupo La Caixa), donde ingresó en 1976 y desempeñó diversas funciones desde entonces. Entre ellas, la de consejero delegado de VidaCaixa. Carrera ascendente que llevó a este licenciado en Empresariales a ocupar, en abril de 2018, el cargo de vicepresidente de CaixaBank, además de desempeñarse como consejero dominical en representación de la Fundación La Caixa.
También Muniesa sabe de sobra que de acuerdo al deseo del BCE el sucesor de Goirigolzarri carecerá toda función ejecutiva. De ahí que Auditoría pasaría a depender directamente del consejo y que las funciones institucionales, como la organización de las comisiones, pasarán a a órbita del consejero delegado, en este caso Gortázar.
Con la renuncia de Goirigolzarri no son pocos los que ven con cierto interés, y mucha curiosidad, un posible efecto dominó de consecuencias imprevisibles ya que podría alcanzar a los principales rivales del banco catalán. Sólo basta repasar los nombres de los posibles involucrados: Ana Botín, Carlos Torres Vila y Josep Oliú.
¿Qué sucedería si los presidentes ejecutivos de Banco Santander, BBVA y Sabadell tendrían que dejar sus funciones ejecutivas? Planteado de esta manera, difícilmente el BCE ejerza presión sobre estas entidades: el cimbronazo (el remedio) será mucho peor que la enfermedad.