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El vínculo roto con Lula, la audiencia con Xi Jinping y el futuro de la dolarización

En vísperas del viaje de Milei a Brasil, desde Casa Rosada afirman que no buscan una audiencia formal con el presidente local. El reseteo diplomáticos desde la llegada de Werthein y las implicancias políticas y económicas que traen aparejadas los cambios internacionales

En apenas una semana, el presidente Javier Milei viajará a Río de Janeiro para concurrir a la Cumbre de Líderes del G20 de Brasil, en la que estarán los jefes de Estado de los 19 países miembros, más representantes de la Unión Africana y la Unión Europea.

La cita a la que concurrirá el mandatario argentino se da en un contexto extremadamente particular para su propia gestión: con el desplazamiento de Diana Mondino, Milei decidió colocar a un alfil suyo (y de Karina Milei) como Gerardo Werthein para enfatizar la bajada de línea libertaria en las decisiones de política exterior.

La primera medida vinculada a eso fue la limpieza de prácticamente todos los altos mandos del gabinete ministerial. Solo unos pocos quedaron en pie, como Nahuel Sotelo, secretario de Culto y Civilización.

Quienes han conversado con el embajador brasileño Julio Glinternick Bitelli dicen que debió comenzar de "casi de cero" con los contactos de funcionarios argentinos. "Toda la confianza que había podido tejer con Cancillería tiene que empezarla de nuevo por el despido de personal que hubo", afirman los que lo conocen.

El canciller argentino Gerardo Werthein

El diplomático de Brasil mantuvo unos breves chats con el flamante canciller. Ambos hablaron de seguir prestándole importancia al vínculo entre los dos países. Lo mismo se ratificó en las pocas palabras que cruzaron cuando coincidieron el miércoles en la Catedral Metropolitana por el evento de los 40 años del Tratado de Paz entre Argentina y Chile.

Aunque los formalismos típicos del diálogo diplomático siguen intactos, en la Casa Rosada no tienen ningún tipo de intención en propiciar una reunión bilateral entre Javier Milei y Lula da Silva. "No hicimos ningún pedido y tampoco nos volvemos locos por hacerlo. Tenemos otras prioridades", afirmó una altísima fuente de la Presidencia por estos días.

Milei y Lula evitarían cualquier contacto en el G20. Las gestiones argentinas, dicen, dependerán si el presidente libertario debe atender algún aspecto puntual con su par brasileño. En ese caso comenzará a accionar Werthein.

Milei y Lula no se verían en Río de Janeiro

En la previa se percibe tirantez al respecto de las negociaciones que se producen por el contenido de la Declaración de líderes del G20, el documento final que los jefes de Estado suscriben en la cumbre. Argentina podría no adherirse.

"Lo que sí se puede hacer es firmar la declaración y enviar una nota adjunta explicitando que el país no está de acuerdo con uno u otro punto", explican fuentes diplomáticas. Esa podría ser una salida intermedia para no desautorizar algunos puntos con los que el Ejecutivo sí está de acuerdo.

Según trascendió, el documento plantearía, entre tantos otros temas, el compromiso de los países firmantes al combate de las desigualdades, como la brecha de género. También la idea de promover el desarrollo sostenible en diversos planos, entre ellos el medioambiental. Son agendas a las que Milei y su núcleo duro no adhieren porque las consideran como parte de la Agenda 2030.

Desde Itamaraty dicen que Ucrania y Gaza también forman parte de la negociación con los países miembros, lo que genera un terreno aún más pantanoso para que las negociaciones con otros estados del foro. Como parte negociadora de la Argentina está el sherpa del G20 y expresidente provisional del Senado, Federico Pinedo, que ya se ubica en Río de Janeiro comenzando con los primeros contactos presenciales antes de la cumbre.

La Declaración final no era el único texto a negociar: en la Casa Rosada buscaban que se promueva el avance del Acuerdo Mercosur-UE, uno de los pocos puntos en común entre Milei y Lula, pero que está trabado por la negativa de los países europeos, quienes ven como un peligro la entrada de materias primas latinoamericanas para los productores locales.

La razón por la que ambos jefes de Estado no se juntan no es otra que política. Incluso, cerca de Milei afirman que estudian la posibilidad de que se produzca una bilateral o un encuentro al pasar con el presidente de China, Xi Jinping, quien confirmó que estará presente tanto el 18 como el 19 de noviembre. "Es posible. Es socio comercial muy importante para la Argentina", explican.

Milei y su mesa chica aspiran a posicionar a la Argentina como el principal aliado político de la próxima gestión presidencial de Donald Trump. Son los mismos que consideran que Lula está transitando un decline en su imagen y que, tarde o temprano, el auge de los gobiernos de corte conservador podría llegarle para las elecciones de 2026.

El alineamiento del mileismo con el Partido Liberal de Jair Bolsonaro, el rival directo del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), es total.

Muestra de aquello lo dieron el jefe de bloque de LLA en la Legislatura bonaerense Agustín Romo, el diputado nacional Santiago Santurio y la representante del Poder Ejecutivo en Corporación Puerto Madero, Macarena Alifraco, quienes se fotografiaron con el diputado Eduardo Bolsonaro en el búnker de Trump el pasado martes. Los tres dirigentes son de estrechísima confianza de los Milei y sobre todo del asesor presidencial Santiago Caputo.

Agustín Romo, Eduardo Bolsonaro, Santiago Santurio y Macarena Alifraco (@manujove)

El Presidente percibe que una reunión con Lula no le traerá réditos en términos económicos ni políticos. Son contados los líderes con los que optaría reunirse pese a no comulgar en absoluto con las ideas políticas que representan. En el caso chino, un interlocutor habitual suyo explica que "está muy sorprendido con lo poco que le rompen las pelotas (sic) y lo efectivos que son para cumplirles algunos pedidos".

En Balcarce 50 esperan hacer equilibrio entre Estados Unidos y China para tener el apoyo económico de ambos: con el primero para favorecer su posición frente al Fondo Monetario Internacional, y con el segundo ante las diversas inversiones que tienen en el país y por la posición argentina con los swaps, parte clave que forma parte de las exiguas reservas que tiene el país.

"Sabemos que va a ser un proceso largo, pero queremos que se den las condiciones macroeconómicas para ir al esquema de competencia de monedas [el cual podría desembocar en una dolarización]", explicó una voz inobjetable que circula por la Casa Rosada.

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