

En esta noticia
El Índice Líder (IL), que elabora la Universidad Torcuato Di Tella para medir y anticipar cambios de tendencia en el ciclo económico, registró en octubre su mejor desempeño mensual desde hace varios meses, con un salto de 5,97% que lo ubicó en 127,96 puntos (base 2004=100). El rebote contrasta marcadamente con las caídas de los dos meses previos: -4,72% en agosto y -0,85% en septiembre, sugiriendo que ciertos indicadores adelantados comenzaron a dar señales positivas en el último trimestre del año.
Sin embargo, detrás de este dato alentador se esconde una advertencia que los economistas no pueden ignorar: la probabilidad de que Argentina salga de la fase expansiva y entre en recesión durante los próximos meses se mantiene en 98,79%, prácticamente sin cambios respecto a septiembre (98,01%) y agosto (98,61%). Esta aparente contradicción entre un índice que sube fuertemente y una señal de recesión casi inevitable merece un análisis más profundo.
La tendencia-ciclo: un respiro después de seis meses de caídas
La clave para comprender esta paradoja está en la serie de tendencia-ciclo del Índice Líder, que sube apenas 0,13% en octubre hasta 128,07 puntos. Esta es la primera variación positiva después de seis caídas consecutivas, precisamente el umbral que define una recesión técnica según la metodología del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Di Tella.
La serie de tendencia-ciclo, al suavizar las fluctuaciones de corto plazo del índice desestacionalizado, ofrece una lectura más clara de la dirección subyacente de la economía. Y esa lectura sigue siendo preocupante: aunque el rebote de octubre interrumpió la racha negativa, no revierte la dinámica de desaceleración que acumula la economía desde mediados de año.

Más inquietante aún resulta el dato de la serie de referencia: el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró en agosto su cuarta caída consecutiva en su serie de tendencia-ciclo (-0,16% mensual), acercándose peligrosamente al umbral de seis meses negativos que definiría formalmente una recesión. Con datos del EMAE disponibles solo hasta agosto, queda por verse si septiembre y octubre confirmarán o revertirán esta trayectoria descendente.
Siete de diez componentes en verde: el Índice de Difusión mejora sustancialmente
El Índice de Difusión, que mide cuántos de los diez componentes del IL muestran variaciones positivas significativas, saltó de 30% en septiembre a 70% en octubre. Esto significa que siete de las diez series que componen el indicador presentaron avances: los índices bursátiles (tanto el IGBC como el Merval), la recaudación de IVA en términos reales, los despachos de cemento, el precio FOB de la soja, y los índices de precios de minerales no metálicos y siderurgia.
Esta mejora generalizada en los componentes explica el fuerte rebote mensual del índice y sugiere que octubre pudo haber marcado un punto de inflexión, al menos en términos de las variables adelantadas. Sin embargo, es importante notar que el Índice de Difusión había caído dramáticamente a 20% en agosto, lo que significa que la recuperación de octubre apenas restaura niveles previos sin establecer una nueva tendencia alcista consolidada.
La comparación interanual: señales mixtas
En términos interanuales, el Índice Líder crece 3,26% respecto a octubre de 2024 en su versión desestacionalizada, y 2,91% en la tendencia-ciclo. Si bien estos números son positivos, resultan modestos considerando que la economía acumula más de un año bajo la gestión Milei y que muchas de las variables que componen el índice —particularmente los activos financieros y el precio de la soja— tuvieron desempeños favorables en términos nominales.
La moderación del crecimiento interanual contrasta con la narrativa oficial de recuperación y sugiere que, más allá de la estabilización macroeconómica lograda en materia de inflación y tipo de cambio, los indicadores adelantados de actividad económica real no muestran aún una aceleración significativa.
¿Qué anticipan realmente estos números?
El Índice Líder está diseñado para anticipar cambios de tendencia en el ciclo económico con varios meses de adelanto. La composición del índice —que incluye variables financieras, monetarias, de precios de commodities y de actividad sectorial— lo convierte en un termómetro sensible de las expectativas empresarias y del contexto económico en el que operan las empresas.
El rebote de octubre puede interpretarse de dos maneras. Una lectura optimista sugeriría que las variables adelantadas están captando el inicio de una recuperación que se materializará en la actividad real durante los próximos meses, impidiendo que Argentina caiga formalmente en recesión técnica. La mejora en variables como los despachos de cemento y la recaudación de IVA real podría estar anticipando una reactivación del consumo y la inversión.
La lectura cautelosa, en cambio, señala que un solo mes de datos positivos no alcanza para revertir una tendencia de seis meses de deterioro. La probabilidad de recesión en 98,79% no es un número arbitrario: refleja que el modelo estadístico del CIF, basado en patrones históricos, identifica características en los datos actuales que típicamente preceden a contracciones económicas. El hecho de que esta probabilidad apenas haya variado a pesar del fuerte rebote mensual sugiere que el modelo no interpreta octubre como un cambio de régimen sino como una fluctuación dentro de una trayectoria descendente.
El desafío de noviembre y diciembre
Los próximos dos meses serán cruciales para determinar si el rebote de octubre fue un espejismo estadístico o el inicio de una reversión genuina de la tendencia recesiva. Si el Índice Líder mantiene variaciones positivas en su serie de tendencia-ciclo durante noviembre y diciembre, la probabilidad de recesión debería comenzar a descender. Si, por el contrario, retoma las caídas, Argentina podría estar confirmando su entrada en la séptima recesión técnica desde 2005.
Para el mercado y los empresarios, el mensaje es claro: los indicadores adelantados mejoraron en octubre, pero la señal de fondo sigue siendo de cautela. La economía argentina se encuentra en una fase crítica donde cualquier shock —interno o externo— podría inclinar la balanza hacia una contracción más pronunciada. La estabilización lograda en el frente nominal aún no se ha traducido en una recuperación robusta de la actividad real, y el margen de error sigue siendo estrecho.
















