

Todavía se siente el impacto que dejó el resultado de las primarias. La victoria de Javier Milei, que superó a Juntos por el Cambio y a Unión por la Patria, reconfiguró el escenario electoral de cara a la primera vuelta de octubre.
Cada uno de los comandos de campaña analiza debilidades y fortalezas de los resultados obtenidos para detectar de qué manera se puede mejorar. Pero en el medio, algo en lo que todos parecen coincidir: ¿cómo se llega a la clase media?
Es que este sector suele ser la clave de la elección. Aquellos que, por ejemplo, votaron a Mauricio Macri en 2015 y a Alberto Fernández en 2019. "En la clase media conviven los famosos indecisos, es lo más complejo para abordar. Los candidatos a veces hablan a los niveles socioeconómicos más vulnerables y la clase media no termina de sentirse interpelada, sobre todo con la actual situación económica", analiza Florencia Filadoro, al frente de la consultora Reyes Filadoro.
Las principales preocupaciones, según recogen desde hace tiempo distintos estudios de opinión, tienen que ver con la economía. Y los principales flashes se lo lleva la inflación. Según Filadoro, "depende del momento lo que más preocupa a la clase media es inseguridad o economía. Hoy claramente es la economía, con un contexto particular: los salarios bajos. Las personas con trabajos formales no llegan a fin de mes y tienen que salir a hacer changas".

Para Javier Milei ha sido uno de sus temas preferidos y recurrentes de campaña. El economista planteó en más de una ocasión que, a pesar de que se tomen medidas desde el primer momento, existe un rezago, por lo que es inevitable una inercia de unos 18 o 24 meses para poner fin a la inflación.
En concreto, el diputado libertario propone varias medidas concretas: eliminar el Banco Central, privatizar empresas públicas, liberar el cepo cambiario, eliminar el déficit y, sobre todo, acabar con la emisión monetaria. Sostiene, como un mantra, que "la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario".
A esto se agrega algo más: la libre competencia de monedas, lo que se ha popularizado como su propuesta de dolarización. Existen distintas posibilidades para hacerlo, y la que ha ganado terreno es la propuesta por el economista Emilio Ocampo.
Igualmente, después de su triunfo en las PASO, parece haber jugado su partido el teorema de Baglini. Referentes de La Libertad Avanza han puesto en duda la inmediatez con la que se aplicaría la dolarización. Además de que, obviamente, no parece sencillo que logre el apoyo legislativo necesario.
Sergio Massa se encuentra en una posición compleja para prometer demasiado respecto a la inflación. No solo es el candidato oficialista, sino que durante su gestión al frente del ministerio de Economía el índice subió desde el 78 al 115% interanual. A esto se agrega que, luego de la última devaluación, se especula con un nuevo salto inflacionario, superior a lo que se registró en los últimos meses.
De esta forma, Massa no ha realizado anuncios grandilocuentes, sino que se enfoca en continuar el sendero que, según su visión, evitó males peores. Es decir, avanzar hacia el equilibrio fiscal; abrir nuevos mercados para aumentar exportaciones y acumular reservas; y mejorar la matriz energética para reducir importaciones.

Del lado de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich trató de explicar su plan. Tanto ella como personas de su espacio hicieron hincapié en la necesidad de eliminar el cepo rápidamente ya que "se come las reservas", como un método de lidiar contra la inflación.
Vivienda: alquiler más que crédito
El economista Fernando Moiguer, al frente de la consultora que lleva su nombre, explica las dificultades que reviste hoy a los políticos hablar a la clase media. Según su visión, hasta hace no mucho tiempo se mantenía el imaginario en la Argentina de que "éramos todos de clase media. El motor era la educación pública, eso nos permitía creer en la movilidad social ascendente".
Sin embargo, con las sucesivas crisis, ese imaginario se rompió, por lo que detecta que "hoy hay tres argentinas", en relación a los sectores con mayor nivel adquisitivo, la clase media y los sectores vulnerables. En esa línea, sostiene, "antes todos se juntaban en la cancha, en la escuela, en la plaza. Hoy salvo en el subte, que es muy porteño, ya no se encuentran, no tienen vínculos comunes". Por eso, los dirigentes ya no pueden emitir un único mensaje para todos, sino que deben segmentar, ya que cada sector requiere algo distinto.
Puntualmente sobre la clase media señala que vive una dificultad adicional, que radica en que "sus consumos típicos están dolarizados: vivienda, viajes y auto. Cobran en pesos y sus consumos sociales, que definen su movilidad, están en dólares".
Por eso, las propuestas relacionadas a la vivienda no apuntan a los créditos hipotecarios, sino a algo mucho más básico: los alquileres. Y todos están de acuerdo en que la ley vigente, sancionada en 2020, trajo más problemas que soluciones. Bullrich, por ejemplo, reconoció que "fue un error", aunque no profundizó demasiado en qué camino tomaría.
Mientras tanto, Juntos por el Cambio decidió avanzar en el tema y logró una media sanción a la norma, con algunas modificaciones como la reducción en los plazos de alquiler de los tres años actuales a los dos años y la mecánica para fijar los precios a convenir entre inquilinos y propietarios abriendo la puerta a ajustes cuatrimestrales. Ahora se presiona para que el Senado tome la posta, donde los números están más ajustados.

Milei, en línea con sus planteos, prefiere la menor regulación posible: las condiciones de actualización, la moneda y el tiempo del contrato deben ser convenidos entre las partes. Massa, si bien no lo trajo como tema de campaña, había reconocido que hubo artículos de la ley -votada gracias a un gran acuerdo de buena parte de la clase política- que fracasaron, por lo que apunta a que el Congreso la modifique.
Un nuevo elemento: impuestos
La Universidad de San Andrés publica cada dos meses su encuesta de satisfacción política y opinión pública. En su última entrega hubo un dato que puede llamar la atención: el cruce entre aprobación del gobierno y nivel socioeconómico. La gestión de Alberto Fernández no tiene buena recepción general: solo el 17% lo aprueba. Pero en el segmento en que peor le va es en la clase media baja, donde retrocede al 12% de aprobación.
Diego Reynoso, investigador del Conicet y director de la encuesta, observa que existe una novedad. "Desde 2015, que dirijo la encuesta, veo que se diluye la capacidad predictiva de los factores estructurales. En 2019, por ejemplo, el nivel socioeconómico era un buen predictor del voto entre Frente de Todos y Juntos por el Cambio, pero en esta elección no lo es", sostiene. En esa línea, agrega que "lo que diluyó el poder de esas variables es el nivel de satisfacción política que se ve en todos los niveles".
En este contexto, aparece una nueva palabra en las propuestas que no era moneda corriente: impuestos. Bullrich, por ejemplo, anticipó que pretende realizar "una simplificación impositiva de verdad". En su esquema, las nuevas reglas de juego laborales e impositivas apuntarán a "beneficiar a la industria y al comercio para generar empleo".
Milei también apuntó a una simplificación impositiva. Según su plataforma, se propone eliminar el 90% de los impuestos existentes que solo tienen impacto en el 2% del producto.
Massa, finalmente, volvió a la carga con uno de sus históricos caballos de batalla: apuntó contra el impuesto a las ganancias. Es, a priori, el impuesto más progresivo por definición. Tal es así que antes de las PASO subió el mínimo no imponible de manera retroactiva.













