Juntos por el Cambio

Bullrich y Larreta definen la foto del reencuentro tras las PASO: desayuno y fusión de equipos

Mientras en Uspallata viven un doble duelo, el bullrichismo analiza cómo incorporar al larretismo en la campaña. "Se equivocó en la estrategia, pero que sabe, sabe", reconocen en el círculo de la exministra de Seguridad.

Patricia Bullrich salió como disparada de la cama el lunes posterior a la elección. Es su actitud diaria, pero entre los suyos impactó el nivel de actividad que tenía a las 7, cuando ya organizaba reuniones, llamados, zooms, entrecruzamientos de datos. Muy temprano estaban todos trabajando.

No es lo que sucedió entre quienes acompañan hace años -algunos décadas ya- a Horacio Rodríguez Larreta. Les costó salir del shock pero, además, su jefe político no dio instrucciones. Él mismo entró en un paréntesis de exigencia. Su eficiente equipo de comunicación dejó de enviar el material de campaña y tampoco hay agenda de gestión. 

Es evidente que nadie sabe cuáles son los nuevos objetivos dentro de Juntos por el Cambio. Ambos eran una línea de tiempo paralela, donde cada uno corría para ver quién llegaba más rápido. Ahora las urgencias son bien distintas. Y cada uno se tiene que acomodar al estado de ánimo del otro, tan distinto.

Bullrich quedó con Larreta, antes de entrar el domingo en el búnker de Parque Norte, que podían desayunar el miércoles a la mañana. El jefe de Gobierno porteño se lo prometió y volvió a ratificárselo el lunes. Cerca de la ya candidata a Presidenta de Juntos por el Cambio aseguran: "Lo estamos organizando, es mañana (por el miércoles), en algún café de Palermo". Cerca de Larreta, sin embargo, no saben nada.

Sucede que Larreta no designó interlocutores. El mismo se está ocupando, casi como disfrutando de un nuevo rol, desprendiéndose de su populoso equipo, el que con tanto orgullo llevó en su larga gestión al frente de la Ciudad de Buenos Aires y que fue centro de su discurso de campaña.

¿Qué piensa el bullrichismo de Rodríguez Larreta?

Bullrich está especialmente interesada en diseñar la nueva etapa de la campaña con su ex rival. No solo por la capacidad que el jefe de Gobierno porteño desarrolló a lo largo de su carrera política, sino para que quienes votaron por él no se desanimen y se sientan parte de la coalición desde el primer día.

"Se equivocó de estrategia, no era la que necesitaba esta etapa, y nosotros estuvimos en contra desde el día uno, pero que sabe, sabe", explicó a El Cronista un dirigente muy allegado, uno de los que subieron al escenario a cantar "Patricia presidente", mientras saltaba eufórico.

En principio, el desayuno serviría para que los equipos profesionales inicien un proceso de fusión, tanto en las propuestas como en la organización de un sistema de respuesta rápida ante la coyuntura. Si llegara a acordarse entre Patricia y Horacio, nadie podrá asegurar que todos se integren ni tampoco con el mismo compromiso. 

Incluso, alguno muy destacado puede quedarse a prudente distancia, como sería el caso de Martín Redrado, aunque nadie se anima a confirmar nada al respecto.

Un virtual acompañamiento en algunas actividades de campaña también podría evaluarse, pero lo primero sería diseñar una estrategia que no desperfile a la candidata frente a los más duros (para no seguir perdiendo votos que se lleva Javier Milei) pero que también le permita colocarse al centro, atrayendo a los votantes que eligieron a Horacio e incluso a los que decidieron no votar o lo hicieron en blanco.

Nada parece demasiado sencillo. En Uspallata aseguran que los miércoles por la mañana "Horacio realiza las reuniones de gabinete", y nadie transmitió que ese encuentro no será realizado. Quizás quieran escuchar al jefe de Gobierno, aunque no hay certezas de que esa reunión se concrete esta semana. Tampoco lo contrario.

El duelo que tienen que hacer los funcionarios porteños es doble, porque a la derrota presidencial también tienen que digerir a Jorge Macri, que nunca fue santo de la devoción del larretismo. Ganó la candidatura a Jefe de Gobierno, lo que pronostica que ganará la elección general y seguramente diseñará un equipo propio, con la segura inclusión de gente de Larreta y Martín Lousteau, pero también de Mauricio Macri. Todas incógnitas.

Por último, y no menos importante, Bullrich y Larreta deberán sacarse fotos juntos. Hay varias, pero en general siempre hubo alguno que estaba menos conforme que el otro. Si deciden hacer campaña juntos, tendrán que intentar una conversación a fondo, donde digan todo lo que cada uno tiene que decirse y se dispongan a superarlo, para que el electorado les crea. Difícil, pero no imposible.

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