

Las cuentas parecen saldadas entre Daniel Scioli y Sergio Massa. En el haber figuraban no tan viejos rencores por supuestas traiciones. Y dos fotos incómodas durante el gobierno del Frente de Todos que arrasó incluso con las reconciliaciones de 2019.
La primera imagen de Massa y Scioli ocurrió el día en que el tigrense asumió como superministro con la condición de concentrar bajo su mando el área de Producción que manejaba el exgobernador. A Scioli no se lo vio cómodo aquella tarde después de haber dejado la embajada de Brasil, una nueva mudanza a Buenos Aires y un enojo con el Presidente Alberto Fernándezpor no haberlo defendido.
La segunda foto fue más amable: Massa abrazando a Scioli en la vereda del Ministerio de Economía. Otra vez el exmotonauta tuvo que dar un paso al costado cuando el ministro de Economía se quedó con la candidatura presidencial de una fórmula de unidad. La noche anterior Scioli había asegurado que no se bajaría ni si la condición para ser candidato era tener dos brazos cuando él tiene uno ortopédico.
Pero se trata de Scioli y Massa. Y si algo caracteriza al exgobernador bonaerense es su capacidad de resiliencia. El líder del Frente Renovador es otro que convierte las crisis en oportunidades. La foto sobre el escenario del Teatro Avenida fue una fuerte postal política a la que debería prestarle atención la interna del peronismo como lo fue la gira que en Brasil armó el embajador a medida del candidato a Presidente.

Ya no están peleados, parece que tienen intenciones de trabajar juntos. O es pragmatismo puro en un escenario electoral difícil. O hay una estrategia común, a futuro, en un partido en el que Cristina Kirchner traspasó el bastón de mariscal y en el que los relegados de La Cámpora toman fuerza. Incluso el affaire Martín Insaurralde activó al antikirchnerismo.
En la tardecita noche del día después del debate Scioli y Massa tuvieron una larga conversación en un camarín del emblemático teatro sobre Avenida de Mayo, a mitad de camino entre el Congreso y Casa Rosada. Ya habían tenido charlas similares, pero todavía bajo el fuego de viejos rencores y asperezas por limar. Este lunes parecieron dispuestos a una construcción conjunta donde cada cual ponga la estructura que tenga que, a juzgar por la convocatoria, no parece poco.
Un rato antes por televisión el ministro de Economía había dejado una frase muy fuerte: "Me pueden criticar un montón de cosas, se me criticó mucho ser un tipo de diálogo, cuando Argentina necesita más diálogo que nunca, eso es un valor; también ser autónomo y no tener jefes. Ni hoy ni el 10 de diciembre voy a tener jefes porque tengo la responsabilidad de conducir".
En privado a la propia Cristina Kirchner una vez le advirtió: "No soy Alberto Fernández". Sus acuerdos con Máximo Kirchner son de necesidad mutua y el hijo de la Vicepresidenta y titular del PJ bonaerense coincide en que quien sea Presidente, será quien mande. La frase de Massa resonó fuerte, seguramente más fuerte en un sciolismo que siempre se sintió ninguneado por el sector más duro del kirchnerismo.
Precisamente esa apertura al diálogo, hasta con liberales, le costó cara a Scioli cuando recibía a empresarios a los que no les daba audiencia Néstor Kirchner. Nadie olvida cuando el expresidente lo relegó en el Senado o cuando Cristina Kirchner lo reprendía en público. Aún en La Cámpora le echan la culpa por la derrota del 2015 cuando el sciolismo cree que no fueron bien acompañados.
Por eso el abrazo no pasa desapercibido. Si Massa llegara a ser Presidente, podrían ser aliados. ¿Scioli se postula para Canciller?, preguntaban algunos de los que colmaron el teatro.

Otro escenario será si Massa pierde la elección que es una posibilidad con altas chances. Quizás por eso tanta muestra de nueva hermandad a 15 días de la elección presidencial en un teatro porteño repleto de dirigentes no K.
En la platea y palcos no había solo sciolistas, si bien fue la reaparición de exfuncionarios de sus dos gestiones bonaerenses. Había ‘albertistas' y ‘massistas'. Y algunos pocos dirigentes del kirchnerismo duro como el procurador del Tesoro Carlos Zannini -excandidato a vicepresidente en 2015- y Pablo Ceriani, cuya gestión como presidente de Aerolíneas Argentinas reivindicó el embajador argentino en Brasil.
También fue un mensaje dirigido a Javier Milei (La Libertad Avanza) y a Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) que hacen de la crítica a las empresas estatales -especialmente la línea aérea de bandera- un emblema de su campaña. Para Massa y Scioli en cambio es el símbolo de una planificación estratégica y por eso en la primera fila estuvo el ministro de Turismo, Matías Lammens a quien días atrás elogió el presidente de la UCR Gerardo Morales.
La excusa para la demostración de fe sciolista fue la presentación de un libro escrito por el político y diplomático, "La nueva era de la diplomacia". Primero tuvo que explicar su convicción a favor de Massa. "En Argentina tenemos con qué y en Argentina tenemos con quién", usó el slogan de los spots para presentar al candidato.
"Lo de esta noche es el testimonio de dos personas con alto sentido de la responsabilidad, con una visión de cara al futuro del país que compartimos", arrancó Scioli que se definió como "un buen peronista que he dado mi compromiso no solamente por la unidad misma". Y destacó el rol de Massa en los debates y la diferencia en política internacional con los otros candidatos a Presidente.
Destacó además la importancia para la generación de empleo de los vínculos comerciales con Brasil y los BRICS. Precisamente el ingreso al bloque sólo fue elogiado por el cordobés Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) mientras que tanto Patricia Bullrich como Javier Milei anunciaron que darían marcha atrás con ese acuerdo.
Fiel a su estilo Scioli enumeró los logros de su gestión, habló de 1.200.000 puestos de trabajo que representan la relación con Brasil y las 2100 pymes que exportan al vecino país. "Daniel parecés el delegado obrero en Brasil", contó que le dijo un amigo de la CGT y que él respondió: "Con mucho orgullo".
Con el mismo pragmatismo con el que se reubicó en la interna de Unión por la Patria, Scioli habló de la "diplomacia emocional" y de cómo le llevó una torta al expresidente Jair Bolsonaro (amigo de Mauricio Macri y de Javier Milei) para festejar el Mercosur y pedirle que no lo rompiera.
En su afán de equilibrio recordó que también visitó a Lula Da Silva, Fernando Enrique Cardoso y José Sarney. Hábil, elogió a uno de los hombres más cercanos a Massa, José Ignacio de Mendiguren y a Ceriani por ampliar los vuelos entre Brasil y Argentina.

A su turno Massa hizo un racconto de los tiempos en que fueron amigos, cuando hasta planearon un espacio político juntos. Scioli finalmente no se embarcó en el enfrentamiento del tigrense con el kirchnerismo.
"A lo largo de los años tuvimos encuentros y desencuentros, pero siempre encontramos la forma de sentarnos a dialogar para trabajar juntos.El 10 diciembre te pido que me ayudes a construir un gobierno de unidad nacional. A lo largo de la vida mostrarse una gran capacidad para dialogar con los que piensan distinto", invitó a su exadversario interno.
La platea cantó "Sergio Presidente" y varios gritaron "vamos Pichichi" en un evento en el que participó Leandro Santoro, candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad y circuló gran parte del universo sciolista como su excompañero de partidas de ajedrez Alberto Samid; los leales históricos Alberto Pérez,Oscar Cuartango y Carlos Gianella; el exprecandidato a jefe de gobierno Nito Artaza; sindicalistas como Héctor Daer (CGT) y Abel Furlán (UOM), y Sergio Berni, ministro de Seguridad de Buenos Aires, entre otros.

Hubo un gobernador, Juan Manzur (Tucumán), y cuatro ministros del gabinete nacional, además del de Economía: Kelly Olmos (Trabajo), Victoria Tolosa Paz (Desarrollo), Santiago Magiotti (Hábitat y Vivienda) y Matías Lammens (Turismo). También estuvo el intendente Jorge Ferraresi (Avellaneda); el exintendente Julio Pereyra (Florencio Varela); Pablo Biró, titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) y Jorge Brito, de Banco Macro y presidente de River.
En el inicio de la presentación de "La nueva era de la diplomacia" hablaron las periodistas brasileras que escribieron prólogos del libro. Marcia Carmo destacó el cambio en su país respecto a la Argentina, y Janaina Figueredo, de O'Globo, quien describió que en su país no se lo ve en los cócteles sino recorriendo estados, en los supermercados o supervisando la llegada de langostinos marplatenses.
"Quiero embajadores que vendan trabajo argentino en el mundo y no que se dediquen a ir a los cócteles, el servicio diplomático es un servicio a la Patria", subrayó Massa celebrando la actitud del embajador. Después dio un duro discurso contra Bullrich y Milei.

"Los que destruyeron 23000 pymes en Argentina, nos vienen a contar lo que tenemos que hacer. Por lo menos que se callen la boca. No se les cae una idea", se molestó con la candidata de Juntos por el Cambio.
Y agregó una advertencia al libertario que horas antes había pedido no ahorrar en pesos que es una moneda "excremento". "No les importa la gente, solo les importa tirar frases para los medios. Estamos frente a una manga de irresponsables", remarcó el ministro y candidato a Presidente.
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