LOS ÁNGELES

Cumbre de las Américas: con críticas a Estados Unidos, emerge un clamor por atender las deudas de la región

Investigadores de Argentina, Colombia y México advierten que América Latina y el Caribe no progresarán sin una estrategia coordinada. Desigualdad, salud, asistencia humanitaria y cooperación para el desarrollo, entre los temas que no esperan.

Una "agenda renovada" para el continente americano es lo que plantea un reciente paper elaborado por académicos especialistas en relaciones internacionales de la Argentina, México y Colombia, con vistas a mover la aguja en la discusión pública hemisférica. La novena Cumbre de las Américas, por ocurrir esta semana en Los Ángeles, y ya en las vísperas envuelta en escándalos, opera como telón de fondo.

El talón de Aquiles de nuestras sociedades son las crecientes desigualdades crónicas en los países, y entre los países. "Cerrar estas brechas debería ser la meta y el sentido del proceso de cumbres hacia el futuro, entendiendo que la agenda imperativa es la social", sostienen Jean Marie Chenou, de la Universidad de los Andes (Colombia); Ana Covarrubias, del Colegio de México, y Juan Gabriel Tokatlián junto con Carla Yumate, de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), que oficiaron como coordinadores del proyecto.

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Con líderes políticos distanciados; con el anfitrión, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, negado a participar a Cuba, Venezuela y Nicaragua de las mesas de discusión, la academia latinoamericana reclama a los Estados mayor "participación y empoderamiento" de los actores sociales no gubernamentales, como empresas, ONG, iglesias y otras fuerzas vivas. 

 La participación y representatividad en la Cumbre ha sido -y sigue siendo- objeto de controversia. Desde su origen, la inclusión o exclusión de Cuba fue motivo recurrente de polémica: no fue convocada a las primeras seis citas en razón de su régimen político y de su exclusión de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962, pero sí participó en las últimas dos después de que se revirtiera su expulsión del sistema interamericano (2009) y de que la administración de Barack Obama normalizara gradualmente las relaciones diplomáticas (2015) . La representatividad del foro alcanzó su cenit en la llamada "cumbre incluyente" de Panamá, en 2015, pero la situación cambió y la participación llegó a su punto más bajo en 2018 con la inasistencia del presidente Donald Trump a la última cita en Lima. Frente a otra cita parcial, los investigadores sostienen que hace falta "un diálogo abierto y constructivo que, de no ocurrir, seguirá siendo un punto débil, sobre todo en un contexto continental tan diverso, complejo y cambiante".

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¿Conducen a algún lado las Cumbres de las Américas? En lo que va del siglo, la agenda se ha tornado más difusa y desarticulada al extenderse a otros ámbitos -seguridad, social, ambiental, económico, derechos humanos, justicia, salud- "sin que exista una narrativa paraguas o una visión estratégica compartida que facilite alinear y sostener esfuerzos en una misma dirección o fijar prioridades", advierten los analistas. "La sensación extendida que antecede a este nuevo encuentro en Los Ángeles, ya era de cierta parálisis, deterioro y desinterés", alertan.

Con una perspectiva latinoamericana, el estudio también critica la mirada de Washingtonn a la región. "Estados Unidos -nota el paper- tiene hoy su 'casa en desorden', con un franco disenso bipartidista en política exterior que le impide plantear una oferta suficientemente atractiva para la región en términos de asistencia oficial al desarrollo, inversiones en infraestructura, comercio, cooperación sanitaria y gestión migratoria".

Para salir del atolladero, el informe propone abordar asuntos urgentes e ineludibles: desigualdad, salud, asistencia humanitaria y cooperación para el desarrollo. Luego, asuntos estratégicos para la sustentabilidad: recuperación económica e infraestructura, medioambiente y transición energética. Recién luego, acordar asuntos prioritarios, como la calidad democrática y el respeto a los derechos humanos. En última instancia, la agenda de fortalecimiento institucional.

Frente a esto, se concluye "urgente y necesario desarrollar y hacer más fluidos los canales de diálogo y cooperación para construir, en conjunto, respuestas colectivas, concretas y viables". Son tiempos de siembra, no de cosecha.

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