

Dentro de una semana, Francisco va a cumplir un año como Papa. Puede ser poco tiempo para las personas comunes pero el argentino Jorge Bergoglio no lo es. En ese lapso logró poner en marcha una serie de cambios en El Vaticano que conmovieron al planeta. Rechazó el lujo de sus antecesores y sorprendió al cambiar el Palacio por la sencilla Casa de Huéspedes del papado. Inició investigaciones para acabar con la corrupción dentro de la Iglesia y se hizo la pregunta más inesperada para los sectores católicos más conservadores: ¿Quién soy yo para juzgar a los homosexuales?.
Francisco cautiva a Barack Obama y también a los editores de Rolling Stone, que lo pusieron en su portada con letra de Bob Dylan como título. Usa un pequeño Sedán en vez de dejarse llevar en limousine y sus besos a los enfermos en la Plaza San Pedro emocionan por igual a los fieles y a los que prefieren vivir más lejos de las religiones.
Ahora lo han propuesto para el Premio Nobel de la Paz. Competirá con Pepe Mujica y con Vladimir Putin, a quien le envió una carta para frenar el conflicto en Siria. Nadie sabe aún si lo premiarán pero ya se puede decir que Francisco se está ganando un espacio brillante en la historia.













