Vaca Muerta: tras el Gasoducto, la urgencia es que el Norte no se quede sin gas

Cuentan quienes conocen el imperio de George Soros (92) que en el ingreso a sus oficinas supo haber un felpudo con la cara de George Bush y una leyenda: "Deje aquí su mierda".

El alineamiento ideológico del magnate de US$ 25 mil millones de fortuna nunca fue una incógnita, sólo que volvió a ser un tema esta semana cuando eligió a su hijo Alex (37) para convertirse en su sucesor.

Por qué el heredero de George Soros es "más político" que su padre

En su primera entrevista en The Wall Street Journal aseguró: "Soy más político". El nuevo CEO, una sorpresa dado que todo el mundo le ponía fichas a que tomara la posta Jonathan, un abogado financiero de 52, enfatizó además que se enfocaría en seguir apoyando los derechos de las minorías y la pelea por la legalización del aborto.

La financiación de distintas iniciativas en todo el mundo que el grupo Soros ha canalizado a través de la fundación Open Society lo puso siempre en la mira de todas las tesis conspiranoicas de la extrema derecha que se potenciaron además en la era de Donald Trump.

Además, su apoyo al Partido Demócrata siempre ha sido tan abierto que alguna vez incluso fue noticia por lo contracorriente que había allí un portfolio manager republicano de pura cepa que, al ingresar, salteaba la alfombra anti-Bush sin pisarla y en su oficina tenía una bandera de los Estados Unidos con leyendas políticas.

Son todas delicadezas de la relación entre el empresariado de los más ricos del mundo con la política de los Estados Unidos, un vínculo muy diferente al que tienen los hombres de negocios en la Argentina con los dirigentes de todos los partidos.

Una vez lo corrí en un pasillo del Sheraton a Marcos Galperín, el fundador de Mercado Libre, que escapando a un diálogo así de intempestivo, me atinó a reflexionar que a él siempre le hubiera gustado poder tener opiniones en política como lo hacen sus pares techs en el Norte pero que le resulta imposible por cómo se expone nuestro debate doméstico. 

Es cierto que le resta peso a su palabra el hecho de que hable de lo que pasa acá desde su residencia en Uruguay, porque cualquier dicho suena a "animémonos y vayan", pero el planteo vale viniendo de un tipo que genera miles de empleos en el país.

La agenda corporativa argentina del momento, mientras tanto, se mueve en otro plano diferente que el de la filantropía de Soros. Acá se dividen entre buscar todo tipo de cobertura para un eventual salto en el tipo de cambio ahora o más adelante y pagar todo tipo de informe para anticipar cómo puede ser un plan económico después del 10 de diciembre ya sea que se trate de un intento de estabilización por consenso o de un giro radical más jugado o de un salto a lo desconocido.

Es cierto, hay un submundo que, al mismo tiempo, está en Disney. Es el de la producción de petróleo y gas, que hace "ommm" con la inestabilidad y repite mantras optimistas desde que la terminación del Gasoducto Néstor Kirchner es una realidad que se anunciará como sea el martes que viene. 

"El martes, pero a la tardecita", bromean entre los constructores que hasta para los que no los quieren han hecho "una proeza técnica": concluyeron en 10 meses el primer tramo que llevará el gas de Tratayén a Salliqueló, cuando debió haber demandado dos años. La pregunta de "¿entonces por qué no lo hicimos antes?", ya sea en el gobierno de Mauricio Macri o en el arranque de este con pandemia y todo, nos acompañará por siempre.

Pero lo concreto es que para el año que viene, sobre todo, ya hay cálculos de lo que esos caños empezarán a permitir ahorrar dólares que se fueron todo este tiempo en importación de combustible. Los números más audaces hablan de una balanza energética que pasará de un déficit de US$ 4000 mil millones a un superávit de US$ 8000 millones en algunos años, sobre todo también cuando se termine el segundo trayecto, hasta San Jerónimo en el sur de Santa Fe.

Todo esto se respiraba este miércoles en la cumbre energética que organizó la publicación Econojournal del periodista Nicolás Gandini, donde lo inspiracional de la obra más importante del gobierno de Alberto Fernández se cortaba en seco con un pronóstico más inmediato y menos registrado como debería: Bolivia se está quedando rápidamente sin fluido y hay chances de que al final de este año o a principios del que viene los envíos comprometidos para abastecer el norte de la Argentina pasarán a modo interrumpible. Se trata de una de las preocupaciones centrales de la secretaria de Energía, Flavia Royón, que justamente, es de Salta.

O sea, se corre el riesgo de que en medio de la épica por tener un pedazo de un gasoducto nuevo rindiendo sus primeros frutos porque el gas de Vaca Muerta se volvió una realidad tangible, nos aparezca la posibilidad posta de que en algún momento haya provincias con problema de abastecimiento. Serio.

Por eso, empezó otra carrera: la de construir un ducto más corto entre La Carlota, donde llega el Gasoducto Centro Oeste, y Tío Pujio, en el norte cordobés, para enganchar con el Gasoducto Norte, los caños que antes nos proveían desde Bolivia donde ahora habrá que habrá que inyectar con producción nuestra.

Es una obra que en el sector siempre relataron como parte de un proyecto de expansión que podría terminar -usando la infraestructura boliviana- en exportaciones de gas a San Pablo para que los brasileños cocinen la feijoada con nuestro producto, en un "Brasil decime qué se siente" nivel Dios. Pero se trata todo de ciencia ficción si antes no hacemos que un pedazo del país no se quede sin servicio.

"Si la orden de compra de los tubos se hace mañana, se entregan en cinco meses y entonces se puede empezar en serio la obra para que esté lista en mayo del año que viene", explicaron ayer referentes del sector, respecto de la obra que ya cuenta financiamiento de la Corporación Andina de Fomento, por US$ 540 millones.